Un estudio advierte sobre signos de osteoartritis en adultos de 33 años. El sobrepeso aparece como un factor clave en el deterioro estructural de las rodillas, incluso en personas sin síntomas visibles.

Hay señales que el cuerpo emite en silencio. No son gritos ni alarmas evidentes, sino murmullos subterráneos. Una resonancia magnética, por ejemplo, puede contar una historia que nadie sospecha. Así lo hizo un estudio reciente de la Universidad de Oulu, en Finlandia, al que la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes pudo acceder.
Un grupo de investigadores analizó las rodillas de casi 300 personas de 33 años. Y el hallazgo fue tan sorprendente como revelador: más de la mitad tenía daños estructurales, a pesar de no tener dolor ni síntomas visibles. Pequeñas grietas en el cartílago, espolones óseos, signos incipientes de desgaste. En cuerpos jóvenes, activos o sedentarios, aparentemente sanos. Los cambios estaban ahí, como si el futuro de esas rodillas se hubiera adelantado una o dos décadas. El factor común en la mayoría de los casos fue el índice de masa corporal. No la edad, no la genética, no el deporte extremo. El peso. El sobrepeso como un enemigo que no grita, pero empuja. Que no hiere con violencia, pero corroe de a poco.
Durante el estudio, publicado en la revista Osteoarthritis and Cartilage, cada participante fue sometido a una resonancia de alta precisión, análisis de sangre y exámenes clínicos. La mayoría se sentía bien. Ninguno sospechaba que en sus rodillas ya latía una historia de desgaste.
Lo que también pasa en Argentina
La situación reflejada en Finlandia no es ajena a otras partes del mundo. En Argentina, más del 60 por ciento de los adultos tiene exceso de peso, según el Ministerio de Salud de la Nación. Uno de cada cuatro es obeso. Y el dato más preocupante: el 41 por ciento de los chicos y adolescentes presenta sobrepeso u obesidad. Las cifras hablan de una epidemia silenciosa. Una cultura del sedentarismo, de los alimentos ultraprocesados, de las pantallas omnipresentes. La juventud, a menudo idealizada como invulnerable, se está volviendo frágil por dentro.
La paradoja es evidente: nunca hubo tanto culto al cuerpo, y al mismo tiempo, tanta desconexión corporal. Se multiplican las fotos de cuerpos tonificados, los consejos sobre vida sana, los desafíos fitness. Pero en la vida real, millones de personas caminan poco, se alimentan mal y descansan menos de lo necesario.
Mientras tanto, el cuerpo aguanta, hasta que deja de hacerlo. Las rodillas, esas articulaciones tan fundamentales como olvidadas, están diciendo algo. Y vale la pena escucharlas antes de que empiecen a doler. En ese sentido, los científicos no buscan sembrar pánico, sino conciencia. Porque lo que hoy aparece como una alteración leve puede prevenirse. Porque la detección temprana es una oportunidad, no una condena. Y porque cuidar el cuerpo no debería ser una reacción al dolor, sino una forma de habitar el tiempo.
Con todo, las imágenes médicas mostraron lo que a simple vista no se ve. Pero también recordaron una verdad profunda: el cuerpo es una historia que se escribe en cada gesto. Y si se escucha con atención, quizás aún se está a tiempo de cambiar el final.