
“En 2008, mi hijo Hugo salió del Hospital de Quilmes con una operación de tumor testicular maligno mixto que ya había hecho metástasis. Nos derivaron al Garrahan y, si bien tenía 16 años y ya no era para pediatría, el doctor Pedro Zubizarreta (actual Jefe del Servicio de Hematología y Oncología) lo recibió”, relata Rosa a la Agencia. Y continúa: “Le hicieron trasplante de médula ósea y quimioterapia y en 2013 le dieron el alta. Gracias a todos los doctores, hoy mi hijo está vivo, tiene 33 años y trabaja en el municipio de Florencio Varela”. Así como sucedió con Hugo, uno de cada dos chicos reciben un trasplante gracias al Hospital Garrahan y casi la mitad de los niños del país son atendidos por cáncer.
Esta semana, los trabajadores del Hospital realizaron un nuevo paro de 24 hs –el número 16 desde que arrancó la gestión de Milei–, acompañado de un festival solidario que incluyó la presencia de artistas como Las Manos de Filippi y la Banda del Borda. Los profesionales, técnicos y trabajadores exigen un salario mínimo de $1.800.000 y que el beneficio se extienda a residentes, becarios y personal contratado incorporándolos a planta permanente. El reclamo quedaría corto si se tiene en cuenta que los trabajadores atienden 600 mil consultas entre presenciales y teleconsultas y realizan 10 mil cirugías de altísima complejidad por año. Detrás de los números, hay esfuerzo, profesionalismo y también hay historias.
Amor en un momento de porquería
Médicos, técnicos y otros trabajadores también dedican su tiempo a la contención de las familias y a llevar un mal momento de la mejor forma posible. “Todos los profesionales están dispuestos a brindar su completa atención, dar todos los consejos e información que uno necesita. Es muy difícil recibir la noticia de que tu hijo está enfermo, pero los médicos dan todo el tiempo del mundo a responder dudas, a contener y a explicar, son muy amorosos”, dice Lucila, paciente del Hospital entre 1997 y 2001 por un cáncer de células germinales alojado en un ovario.
En paralelo a los tratamientos de su enfermedad, Lucila llevaba adelante un grupo de circo junto con un chico que trabajaba en el call center del hospital. “Hacíamos espectáculos en distintas ciudades del conurbano y la plata que recaudábamos la utilizábamos para comprar una silla de ruedas, comida, ropa o medicamentos. También regalábamos juguetes o hacíamos meriendas para chicos internados. El hospital tiene una contención muy grande para que se pase lo mejor posible”. La cadena de ayudas es el espíritu del Garrahan, y eso se nota en la cantidad de personas que hoy respaldan la lucha de los médicos: pacientes, expacientes, familias, artistas, otros hospitales o personas autoconvocadas que nunca tuvieron la necesidad de atenderse allí, pero están. Todos están.
Además, no solo los médicos y los pacientes ponen de su parte para llevar adelante los tratamientos, las familias también se conocen y acompañan unas a otras durante la estadía en el Hospital. “Hay padres que están nerviosos, otros son más pacientes y, al pasar tanto tiempo allí, se conocen. Es una pesadilla tener que vivir ahí y ver a todos los niños y padres que están mal. Yo me doy cuenta cuando un papá está por recibir una mala noticia o cuando le están por dar el alta a un nene. Les lees las caras a todos”, narra Natalia.
Operan y no son médicos
“Es terrible que el hospital no tenga insumos, que trabajadores formados por años tengan que buscar otras fuentes laborales o se tengan que ir al privado sacándole así la posibilidad de atención a las personas de menos recursos”, dice Lucila. Y agrega: “Es tremendo que desde el gobierno no reconozcan a estos trabajadores y encima se burlen de ellos al decir en declaraciones públicas que, si hubiesen querido ganar más plata, hubieran elegido otra profesión”.
Esta semana, la Asociación de Profesionales y Técnicos del Hospital Garrahan (APyT) desmintió que el gobierno les haya otorgado un aumento del 10 por ciento y denunció que “las operaciones de prensa del gobierno contra el Garrahan son constantes”. “La información publicada en algunos medios, basada en el Decreto 425/2025, presenta como una mejora para el Garrahan lo que en realidad es una ampliación presupuestaria ordinaria y generalizada de aproximadamente el 10 por ciento aplicado a casi toda la administración pública. Esta ampliación, que incrementa en $16.651 millones el monto de $170.000, no responde a las demandas del Garrahan ni soluciona los problemas estructurales ni los salariales que ya produjeron 200 renuncias“, sostiene la APyT en un comunicado.
“Hay que cuidar a ese hospital. Mi hija estaba en el mejor lugar, era lo que yo tenía como tranquilidad. Dentro de la gravedad, estábamos en el lugar correcto“, afirma Natalia. No hay manera de pensar un país sin su principal hospital de pediatría que lo deja en lo más alto de la región. Tampoco hay forma si sus médicos, que cuidan la salud de la sociedad, son desprestigiados y atacados. Sí hay manera si se pone atención y se imita la solidaridad, el amor y el profesionalismo que tienen día a día quienes hacen al Garrahan.