El desafío de alimentarse en el espacio: la ciencia detrás de la comida de los astronautas
La comida espacial es un logro científico y tecnológico que permite a los viajeros espaciales alimentarse adecuadamente mientras exploran el universo. Cómo es el alimento argentino que llegó a la NASA.
En el espacio exterior, un viernes del mes de abril, el astronauta Richard. U. se encontró saboreando una pizza flotante en gravedad cero. Aunque su aspecto no era digno de “masterchef”, el sabor era espectacular. Richard sabía que la ciencia detrás de esa deliciosa porción era asombrosa: cada ingrediente había sido deshidratado, envasado al vacío y estabilizado para prolongar su vida útil. Los sabores se habían potenciado con cuidadosa selección de especias y aromas, y el queso había sido liofilizado para conservar su textura y sabor. Aquella pizza, fruto de la ingeniería alimentaria, hizo que Richard se sintiera más cerca de casa mientras exploraba lo desconocido.
El viaje al espacio siempre fascinó a la humanidad, y a medida que la exploración espacial avanza, surge una pregunta crucial: ¿cómo se alimentan los astronautas mientras recorren el universo? Desde la Agencia de noticias científicas de la UNQ intentamos responderlo.
Los programas espaciales de todo el mundo investigan la cuestión desde hace décadas, diseñando alimentos que no solo satisfacen los gustos y las preferencias culturales de los tripulantes, sino también les proporciona la nutrición óptima para enfrentar los desafíos físicos y mentales del espacio.
¿Qué es la comida espacial?
Un alimento espacial es un tipo especial de alimento empleado para la nutrición de los astronautas en las misiones tripuladas. Fundamentalmente, se trata de alimentos básicos que cubren las necesidades nutritivas medias de los astronautas en el espacio. Dentro de los alimentos espaciales se debe diferenciar entre los pre-envasados y los frescos producidos en el espacio. Los primeros son producidos, procesados y envasados en la Tierra. Los segundos, en cambio, se elaboran básicamente en un invernadero donde se recrean todas las condiciones ambientales necesarias para el crecimiento de los cultivos.
En el espacio, la comida debe cumplir con requisitos específicos para garantizar la salud y el bienestar. Los alimentos termoestabilizados, ionizados, deshidratados, congelados, naturales y las bebidas en polvo son solo algunos ejemplos de las opciones disponibles. Esta variedad de formatos permite que los alimentos sean seguros para el consumo y fáciles de almacenar durante períodos largo de tiempo, en un entorno hostil como es el universo.
¿Cómo es la dieta de los astronautas?
La dieta de un astronauta se controla cuidadosamente para garantizar un equilibrio nutricional adecuado. En esa dirección, la ingesta diaria no debe exceder los dos kilogramos de alimento, lo que corresponde a aproximadamente 2.500 calorías. Esta cantidad se distribuye en un 15 por ciento de proteínas, un 30 por ciento de grasas, un 50 por ciento de carbohidratos y el resto en forma de líquidos. El objetivo es proporcionar a los viajeros cósmicos la energía y los nutriente para mantener su salud y rendimiento.
Sumado a esto, la vajilla y los utensilios de cocina también evolucionan para adaptarse a las condiciones de ingravidez. Desde velcros que aseguran los tenedores y cucharas para evitar que floten hasta rehidratadores que funcionan como una especie de microondas, las soluciones tecnológicas han facilitado las cosas.
De Argentina a otro planeta
¿Qué pasa cuando la tecnología y la innovación se unen para proporcionar alternativas saludables y respetuosas con el ambiente, incluso en el espacio?
Horacio Acerbo, un emprendedor argentino, logró crear un súper alimento a partir de un hongo conocido como Fusarium venenatum. Este innovador alimento, denominado Mycofood, está siendo consumido por astronautas en el espacio debido a sus propiedades nutricionales y sustentables.
Acerbo descubrió las propiedades nutricionales y sustentables de este hongo hace cinco años y decidió investigarlo a fondo. Con la ayuda del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y la inteligencia artificial, desarrolló una biomasa del hongo, a la que llamó Mycofood, y modificó sus características para elaborar diversos productos alimenticios.
Mycofood demostró ser extremadamente versátil, ya que puede utilizarse en la elaboración de quesos, hamburguesas, pechugas de pollo, pescado, bebidas e incluso fortificar fideos. La biomasa es de color blanquecino, no tiene sabor ni olor, lo que la convierte en una base ideal para la creación de una amplia variedad de alimentos.
Mycofood presenta ventajas significativas. Su proceso de fabricación no depende de la cadena de suministro tradicional y solo requiere fuentes básicas como carbono, agua, oxígeno y nitrógeno, lo que evita problemas geopolíticos y contribuye a la seguridad alimentaria.
Aunque la biomasa aún no está a la venta, Eternal, la empresa que lleva adelante este desarrollo, ya produce a nivel industrial. Uno de los mayores logros fue llegar a la semifinal del Desafío Alimentario del Espacio Profundo, impulsado por la NASA. En este concurso, los astronautas probaron hamburguesas y nuggets de pollo elaborados con la biomasa de Mycofood. Actualmente, Acerbo planea desarrollar un biorreactor de tamaño reducido que permita a los astronautas producir la biomasa en el espacio.
Con todo, la producción de alimentos en la Tierra se enfrenta a desafíos cada vez mayores, como la escasez de recursos naturales y el cambio climático. En ese sentido, la adopción de métodos de conservación y preparación de alimentos utilizados en el espacio podría contribuir a superar estos desafíos y mejorar la sostenibilidad de los sistemas de producción alimentaria.