Exoplanetas al descubierto: el telescopio James Webb comienza a develar sus secretos

Algunos de los cuerpos celestes reportados podrían tener características similares a la Tierra y, por tanto, albergar formas de vida.

Ilustración del exoplaneta 55 Cancri y la estrella a la que orbita (créditos: NASA).

El poderoso telescopio James Webb, quizás como ningún otro instrumento previamente, revela al detalle a los exoplanetas, cuerpos que orbitan estrellas diferentes al Sol. Lanzado a fines de 2021, esta colosal tecnología empleada para fines astronómicos, ha brindado información de las atmósferas de decenas de nuevos mundos y se espera que, de cara al futuro, pueda aportar muchos datos más. En esta nota, la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ detalla algunos de los principales hallazgos.

¿De qué manera revela los secretos mejor guardados por estos exoplanetas? La respuesta se encuentra en las radiaciones infrarrojas. Cuando un exoplaneta orbita su estrella, la luz de ella atraviesa la atmósfera y deja rastros de acuerdo a los gases con los que se encontró. El telescopio James Webb es sensible a la radiación infrarroja que es la que se puede utilizar para determinar estos gases. Gracias a estos datos se ha podido comprobar la presencia de agua, dióxido de carbono y metano en mundos más allá de la Tierra.

Si bien la pregunta latente es si hay vida más allá, los especialistas afirman que eso no es algo que pueda determinar el nuevo telescopio. Debido a sus limitaciones técnicas, el James Webb puede realizar medidas en aquellos exoplanetas que sean muy calientes y muy grandes y estas condiciones no se consideran aptas para el desarrollo de la vida tal como se conoce. Sin embargo, hay interrogantes que las nuevas tecnologías del telescopio sí son capaces de resolver.

Para que se desarrolle la vida en un exoplaneta debe tener una atmósfera estable por un período prolongado de tiempo. En la actualidad, los astrónomos buscan la “costa cósmica”, una línea divisoria conceptual que separa mundos con y sin atmósfera. Esta particular costa fue reportada en 2017 en el sistema solar y recién ahora se podría buscar por fuera de este gracias al James Webb. Por ejemplo, un grupo de científicos descubrió gracias al poderoso telescopio que un exoplaneta llamado 55 Cancri tiene una atmósfera compuesta de monóxido y dióxido de carbono. Por su parte, el exoplaneta K2-18b presenta una atmósfera con dióxido de carbono, pero también con metano y dimetilsulfóxido.

Aunque los científicos se desilusionan cuando hallan un exoplaneta que no cuenta con una atmósfera, este hecho también brinda información valiosa ya que en ellos se puede estudiar cómo es la superficie y qué tipo de rocas lo componen. Por ejemplo, una superficie cubierta de roca basáltica sugeriría procesos volcánicos mientras que la presencia de granito se debería gracias a la tectónica de placas, proceso muy común en la Tierra que explica la formación de cordones montañosos, entre otros fenómenos.

Se calcula que la vida útil del James Webb es de alrededor de 15 años, tiempo en el cual su combustible se agotaría. Más allá de esto, quedan muchos años de actividad en los que brindará información que podría transformar el modo en que los seres humanos conciben al universo.


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Nadia Chiaramoni

Licenciada en biotecnología. Doctora con mención en ciencias básicas y aplicadas