El beso: un legado evolutivo que une a simios y humanos

Una nueva teoría propone que el acto de besarse tiene raíces en los rituales de higiene entre los primates. La ciencia detrás de un gesto humano primordial.

Besos en la selva: las raíces evolutivas de este gesto humano. Crédito: El Espectador.
Besos en la selva: las raíces evolutivas de este gesto humano. Crédito: El Espectador.

Imagine la escena: hace millones de años, en una densa selva, un grupo de simios no solo se ocupaba de limpiarse entre sí, sino que estos gestos de cercanía ocultaban un significado mucho más profundo. Mientras se quitaban parásitos y polvo del pelaje, estaban fortaleciendo lazos y creando un ritual de intimidad que, según una nueva teoría, podría ser el origen de algo tan humano y universal como el beso. ¿Qué hay detrás de este acto que parece estar grabado en el ADN del ser humano?

La Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes, accedió a un estudio realizado por la Universidad de Warwick, Reino Unido, que revela una costumbre tan antigua como la humanidad misma: el beso. Según la investigación dirigida por el psicólogo evolutivo Adriano Lameira, este gesto, que muchos consideran un simple acto de cariño, tiene raíces que se hunden en la historia evolutiva de los ancestros simios.

A través de un análisis exhaustivo del comportamiento de chimpancés y bonobos, los científicos descubrieron que esta manifestación afectuosa podría haber surgido como una práctica de acicalamiento social hace millones de años, un ritual que culminaba en un contacto labial breve y succionante.

De la higiene al afecto

El estudio se centra en la acción en sí, pero también explora el contexto social y emocional en el que se produce. Durante dos años, el equipo de Lameira registró más de 300 horas de video, observando interacciones entre simios en su hábitat natural y en centros de conservación. Utilizando un sistema de observación etológica, los investigadores codificaron cada gesto, e identificaron que este acto se presentaba al finalizar los rituales de acicalamiento. Lo intrigante es que, a pesar de la menor necesidad de limpieza en entornos controlados, la costumbre persiste, lo que sugiere que no se trata únicamente de higiene, sino de un componente emocional intrínseco al comportamiento social de estos primates.

Los hallazgos revelan que el gesto no es solo un acto mecánico; está cargado de significado emocional. Al igual que en los humanos, los simios utilizan esta manifestación para fortalecer los lazos sociales, aliviar tensiones y reforzar la cohesión dentro del grupo. Durante las observaciones, el contacto fue acompañado de posturas corporales relajadas y vocalizaciones tranquilizadoras, lo que indica satisfacción y apego. Estos patrones emocionales sugieren que este comportamiento, lejos de ser un simple aprendizaje, es una herencia ancestral que perdura a lo largo de la evolución.

Con el paso del tiempo, a medida que los humanos evolucionaron y comenzaron a perder su pelaje, el significado de esta acción se transformó. El acicalamiento de los simios, que originalmente servía para eliminar parásitos, se convirtió en una herramienta de conexión emocional, transformándose en un lenguaje que expresa amor y apego.

Este comportamiento ancestral podría ser  heredado y transformado en los humanos, manteniendo su significado simbólico de conexión y afecto. Crédito: Para Ti.
Este comportamiento ancestral podría ser heredado y transformado en los humanos, manteniendo su significado simbólico de conexión y afecto. Crédito: Para Ti.

Hoy, los investigadores constataron que más del 90 por ciento de las culturas del mundo utilizan este gesto como símbolo de cariño, paz o compromiso. Esto refuerza la idea de que besarse no es una mera moda social; es un legado profundamente arraigado en la biología.

Con todo, la conclusión es clara: el beso puede ser una expresión de amor, una memoria evolutiva y una huella imborrable de los ancestros simios. Algo que recuerda que, en un mundo lleno de cambios, hay aspectos de la esencia que permanecen inalterables. Como bien señalan los científicos es un comportamiento que está en el ADN, a la espera de ser redescubierto y celebrado en cada encuentro humano.

Según el trabajo, la persistencia del “beso” en simios en entornos donde no es necesario para la higiene sugiere un fuerte componente emocional. Al igual que en los humanos, el beso entre simios parece consolidar lazos, aliviar tensiones y reforzar la cohesión social en el grupo. En especies tan sociales como los chimpancés y bonobos, estos rituales permiten fortalecer la estructura y estabilidad del grupo.


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María Ximena Perez

Periodista, docente e investigadora. Doctora en Comunicación.