En el presente, las posibilidades de supervivencia se ven afectadas por el lugar de residencia y el acceso a herramientas terapéuticas adecuadas. ¿Qué se puede hacer al respecto?

Un diagnóstico de cáncer es algo en extremo indeseable y, más aún, si se trata de tumores en niños y adolescentes. A esto hay que agregar que el lugar de residencia y las condiciones socio-económicas de la población influyen en las posibilidades de supervivencia. En Argentina, entre los tumores oncopediátricos con mayor incidencia se encuentran neuroblastomas (que afecta al sistema nervioso) y osteosarcomas (a los huesos), difíciles de diagnosticar y tratar. ¿Qué se puede hacer al respecto? Juan Garona, investigador de la Universidad Nacional de Quilmes y del Hospital de Alta Complejidad “El Cruce” conversó con la Agencia de Noticias de la UNQ para echar luz sobre el tema.
Garona cuenta que desde la Unidad de Investigaciones Biomédicas en cáncer “Biocan” trabajan principalmente con casos de neuroblastoma y osteosarcoma. “Aunque no nos enfocamos en pacientes de poca edad (en su mayoría se derivan al Garrahan), sí lo hacemos con personas a partir de los quince años”, señala el científico del Centro de Oncología Molecular y Translacional la de UNQ.
En este sentido, si se compara la supervivencia general entre países de ingresos altos con bajos o medianos, la diferencia es abismal. “Cerca del 80 por ciento de los pacientes oncopediátricos en países ricos se cura y ese número baja a casi un tercio en países de ingresos bajos o medianos. Esta situación se debe a múltiples factores, como demoras en la primera visita al médico y cuestiones socioeconómicas y culturales que impactan en la llegada del diagnóstico”, detalla. Y agrega: “Muchas veces también falta formación en los profesionales de la salud que primero se ponen en contacto con el paciente, y ni que hablar cuando se trata del interior profundo del país, alejado de las grandes urbes y los principales centros de atención médica”.
Según Garona es fundamental robustecer el sistema sanitario para que los pacientes tengan un diagnóstico oportuno y temprano, y formar a todo el personal involucrado en el en el camino terapéutico y diagnóstico. “También es crucial que los registros de incidencia y los datos de historias clínicas estén actualizados, que sean confiables para que sepamos las posibilidades de tratamiento”, destaca.
En el 2000 se empezó a aplicar un registro oncopediátrico hospitalario argentino, el ROA, que desde el 2010 forma parte del Instituto Nacional del Cáncer. Posee datos de casi cien fuentes, cuya información es aportada por hospitales, centros de salud y demás observatorios. “Lamentablemente, en los últimos años se espaciaron las actualizaciones. Aun así, desde ese registro salieron iniciativas como el programa piloto de detección temprana de cáncer infantil”, explica.
La situación en el mundo
Una reciente publicación en la revista The Lancet describe los resultados obtenidos por el proyecto BENCHISTA. Varias instituciones europeas se reunieron y analizaron historias clínicas de pacientes, no solo europeos, sino también de Japón, Brasil, Canadá y Australia. Los resultados indican que, en algunas zonas, las perspectivas de supervivencia son mayores y esto se debe a que el diagnóstico ocurre antes de la aparición de metástasis.
Garona señala que los tumores que se estudian en el proyecto son de altísima prevalencia para lo que es oncopediatría en Argentina. Esto significa que, al tener en cuenta a todos los pacientes menores de edad con cáncer, la mayoría tiene los tumores sólidos que estudian los investigadores en el artículo de The Lancet. Sin embargo, hay que tener en cuenta que dejan afuera algunos cánceres que están siempre primeros en la lista, como distintas leucemias (cáncer en sangre) y linfomas (cáncer en el sistema linfático).
Al cruzar los datos médicos con los lugares de residencia, los investigadores de BENCHISTA descubrieron que el avance de la enfermedad en el momento del diagnóstico era diferente para varios de los tumores. Observaron, por ejemplo, que para neuroblastoma los resultados son alentadores para el sur de Europa. En países como España, Grecia, Portugal e Italia se utilizan gammagrafías y esta técnica es la que permitiría el diagnóstico antes de llegar a las metástasis.
“En el diagnóstico de osteosarcoma, que es donde más experiencia tenemos, podemos comparar la supervivencia a cinco años en Argentina con países de ingresos altos como Estados Unidos. En estos últimos es del 70 por ciento versus el 40 por ciento que alcanzamos en nuestro país”, explica Garona. Esto significa que un chico con diagnóstico de osteosarcoma tiene la mitad de chances de sobrevivir en comparación a Estados Unidos. Según el especialista, esto se da por un diagnóstico tardío, ausencia de herramientas de monitoreo y acceso limitado a terapias.