Investigadores de la Universidad de Seúl desarrollaron un sistema capaz de cambiar de forma y fusionarse. Sus aplicaciones van desde la medicina hasta la exploración en zonas de desastre.

La ciencia ficción y la realidad cada vez se parecen más. Un equipo de investigadores de la Universidad de Seúl acaba de desarrollar un robot líquido con la capacidad de atravesar objetos sólidos, fusionarse con otros y capturar sustancias extrañas. Aunque no tiene la forma humanoide ni la misión destructiva del famoso T-1000 de Terminator 2, su potencial para revolucionar la robótica es enorme.
La Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes tuvo acceso al trabajo, publicado en la revista Science Advances, basado en una tecnología híbrida que combina la flexibilidad de los líquidos con la resistencia estructural de los sólidos. Esta composición le permite al robot moverse con facilidad por distintas superficies, soportar impactos y atravesar espacios extremadamente reducidos sin perder su funcionalidad. Además, tiene la capacidad de recuperar su forma original después de deformarse, gracias a la estabilidad de su estructura híbrida.
La clave del diseño está en una estructura encapsulada con partículas microscópicas, una técnica inspirada en las llamadas “canicas líquidas”. Sin embargo, en lugar de trabajar con gotas de agua, los investigadores desarrollaron un sistema basado en cubos de hielo recubiertos con partículas hidrofóbicas. Según se explica en el estudio, la estrategia mejoró significativamente la estabilidad del material, permitiéndole cambiar de forma sin perder su integridad. A su vez, los científicos apuntan que están explorando nuevas maneras de controlar el robot mediante ondas sonoras y campos eléctricos, lo que abriría la puerta a aplicaciones más precisas en distintos entornos.
Aplicaciones
Si bien todavía se encuentra en una etapa experimental, el robot líquido podría tener un impacto significativo en diversas áreas. En el campo de la medicina, su capacidad para moverse en espacios reducidos y transportar sustancias lo vuelve ideal para administrar medicamentos dentro del cuerpo humano de manera dirigida, o incluso para realizar pequeñas intervenciones terapéuticas sin cirugía invasiva.
En zonas de desastre, podría deslizarse entre escombros para analizar estructuras, detectar sobrevivientes o eliminar obstáculos sin necesidad de intervención humana directa. La industria también podría beneficiarse de esta tecnología, ya que el robot permitiría inspeccionar maquinaria compleja y realizar reparaciones en lugares inaccesibles con métodos tradicionales.
La posibilidad de que los robots adopten características más orgánicas y adaptables representa un cambio de paradigma en la industria tecnológica. Si hace unas décadas los autómatas eran rígidos y mecánicos, hoy la tendencia apunta a máquinas más dinámicas, capaces de transformarse y responder a su entorno de maneras antes impensadas.
¿Será el primer paso hacia una nueva generación de robots inteligentes que desafían las leyes físicas? Tal vez falte mucho para ver un T-1000 real, pero lo cierto es que la robótica blanda avanza a pasos agigantados. Y, como en tantas otras ocasiones, la ciencia parece estar alcanzando la ficción.