
“Si queremos estar a la vanguardia en muchos temas, necesitamos la capacidad de procesamiento de datos. Es una supercomputadora del pueblo de México, pública, con una potencia de cómputo que no tiene ningún otro país de América Latina”, destacó en conferencia de prensa Sheinbaum.
El anuncio forma parte del Plan México, una serie de 100 compromisos que le dan continuidad a los objetivos propuestos durante la gestión anterior de López Obrador, y que apuntan a convertir al país en una potencia científica y de innovación. Además de las iniciativas públicas vinculadas a la inteligencia artificial, el cambio climático, la salud y la energía, Coatlicue apoyará proyectos emprendedores y brindará servicios de cálculo avanzado al sector privado.
La supercomputadora mexicana tendrá una potencia estimada de 314 PetaFLOPS (es decir, podrá realizar 314.000 billones de operaciones por segundo). Para tomar dimensión, Coatlicue entrará entre las diez mejores supercomputadoras del mundo, algo que hasta ahora está reservado para máquinas estadounidenses, europeas y japonesas. Para eso, necesitará una gran cantidad de agua y energía. En este aspecto, en enero de 2026 se definirá su locación, ya que deberá ser un lugar con buena conectividad y recursos hídricos abundantes.
Al mismo tiempo, el Ejecutivo firmó un acuerdo de colaboración con el Centro de Supercómputo de Barcelona (BSC). Por un lado, el trabajo conjunto prevé la transferencia de tecnología y la formación de investigadores y estudiantes mexicanos en la institución europea. Por otro lado, también se creará en el BSC un Centro Mexicano de Supercómputo, que se usará para prevenir fenómenos naturales y desarrollar la inteligencia artificial.
Coatlicue no es una iniciativa aislada, sino que forma parte de diferentes proyectos vinculados a la ciencia, la tecnología y la innovación. Uno de ellos es Olinia, el primer vehículo 100 por ciento eléctrico y nacional, con diseño, fabricación y baterías de litio locales. En este sentido, el objetivo es que se presente en el partido inaugural de la Copa del Mundo 2026. El otro desarrollo de impacto es Cutzari, que aspira a producir chips semiconductores en suelo propio.
Superavances: el caso de Clementina XXI
Antes que México, Argentina también apostó a las supercomputadoras. Para eso, el gobierno anterior presentó en septiembre de 2023 a Clementina XXI, en honor a su antecesora del siglo XX, que fue la primera computadora para uso científico en el país. En aquel momento, el Ejecutivo invirtió alrededor de 5 millones de dólares para su adquisición y puesta en marcha. Sin embargo, la gestión actual demoró más de seis meses para adaptar la instalación eléctrica del Servicio Meteorológico Nacional (donde está alojada la supercomputadora) y recién pudo trabajar al cien por ciento en octubre de 2024.
Al día de hoy, Clementina es utilizada por investigadores de distintos puntos del país, y sus aplicaciones son variadas. Por ejemplo, uno de los casos es el de Diego Masone, científico del Conicet en el Instituto de Histología y Embriología de Mendoza, quien utiliza la supercomputadora para el desarrollo de nuevos fármacos. En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes, el especialista explica: “Me dedico a las simulaciones numéricas aplicadas a problemas biológicos y uso Clementina XXI para estudiar la membrana celular. Con estas simulaciones puedo trazar los mapas por los que navegan los fármacos, y diseñar materiales inteligentes más compatibles con el tejido vivo. Mientras que con una computadora normal tardaríamos decenas de años, con Clementina lo resolvemos en días”.

