Fabiana Malacarne: “Hay que aprender a tomar licencias comunicacionales al momento de difundir ciencia”
Esta ingeniera agrónoma se destaca por promover la cultura científica desde la infancia. “Los niños de hoy son los que van a votar mañana”, advierte y enciende el diálogo.
Por Antonella Belén Arcuri y Bianca Apré*
Fabiana Malacarne fue la única mujer de su camada universitaria que se recibió de ingeniera agrónoma. Aunque su historia familiar estuvo ligada a la producción de la carne, ella hizo una maestría en Mejoramiento Vegetal y un doctorado en Filosofía, Ciencia, Tecnología y Sociedad. Además, escribió el libro para las infancias “Biotecnología… ¿Qué te cuento?”. En esta entrevista, la científica y divulgadora de Río Cuarto nos cuenta cómo conviven estos mundos en una sola persona, reflexiona sobre el techo de cristal para las mujeres en las ciencias y argumenta sobre la relevancia de la comunicación científica para tomar buenas decisiones.
-¿Cómo fue su acercamiento a la biotecnología?
-Mi idea era dedicarme a la producción agropecuaria, principalmente a la producción de carne porque era lo que hacía mi familia en el campo. En la universidad entré al mundo de la investigación científica y me encantó. Terminé la carrera en 1992 y para una mujer, en esa época, era muy difícil encontrar trabajo en el ámbito privado. Entonces concursé un cargo de docencia e investigación en genética en la Universidad de Río Cuarto (Córdoba), donde estudié, y ahí me enamoré de la disciplina. A partir de esto, realicé una maestría en Mejoramiento Vegetal y el paso lógico, para quien se dedica al mejoramiento convencional, es la aplicación de la biotecnología. Así me fui metiendo en este mundo, primero en la carrera científica y ahora en asuntos regulatorios, pero siempre relacionada con la biotecnología.
¿Siente que su carrera se vio limitada por el género?
-Hay menos mujeres en la ciencia en cargos jerárquicos, pero hay. Actualmente soy gerente (en Asociación de Semilleros Argentinos, ASA) y me costó mucho llegar a donde estoy, creo que más que a cualquier hombre. La profesión que tengo aún es muy machista. De hecho, si voy sola a dar una charla suele ocurrir que la audiencia no me presta la misma atención que si voy con un colega hombre. Creo que la brecha se está reduciendo, pero todavía nos falta trabajar mucho.
-¿Qué la llevó a realizar un doctorado en ciencias sociales y humanas, siendo un campo tan distinto al de tus inicios?
-Hice mi doctorado en Filosofía, Ciencia, Tecnología y Sociedad porque pensé que si quería comunicar, no podía hacerlo como científica. Hay que aprender a tomar licencias comunicacionales; no podés explicar todo como en el libro de genética. No hace falta contar el detalle de la investigación, hay que contar el contexto. Es difícil, sí, porque acordar un mensaje con tanta gente y de sitios tan dispares es complicado. Es complejo para alguien de ciencias contarle a un comunicador qué es lo que hace, y es difícil para los comunicadores entender lo que hacemos. Pero creo que nosotros les debemos el esfuerzo. Al fin y al cabo, es como una tarea docente.
-¿Cómo conviven estos mundos? ¿Son complementarios en su vida?
-A mí siempre me gustó comunicar, es por eso que después de escribir el primer libro pensé que necesitaba la parte social, la parte humanística. Tengo una cabeza muy estructurada en hipótesis, observación y demás. Se dio la posibilidad de hacer este doctorado en filosofía de la ciencia y me encantó, descubrí un mundo nuevo. Todo es complementario porque te ayuda a abrir la cabeza, a ponerte en el lugar de las personas que no son científicas y de las preocupaciones que tienen, que son reales. Todo está interconectado. Muchas personas de las ciencias pensamos que hay ciencias duras y ciencias blandas, y que las sociales no combinan con matemáticas o con biología. Pero si te ponés a pensar, te das cuenta que todo es social, porque sin sociedad no tenemos ciencia.
-¿Cree que se difunde de forma correcta la ciencia en la sociedad? ¿La gente está informada?
-Creo que hay mucha comunicación, pero hay esfuerzos esporádicos o no conectados. Sucede que quienes hacen ciencias ven a la comunicación como un desafío difícil de superar, entonces no buscan apoyo en comunicadores por miedo a que escriban o digan algo que no quisieron decir. Además, muchas instituciones, sobre todo las privadas que hacen biotecnología, se dedican a investigar sin pensar en la comunicación. Y, en realidad, la comunicación de la ciencia no es un gasto, es una inversión. Esa falta de comunicación se refleja a diario en conversaciones con desconocimiento sobre la comida industrializada, sintética y con transgénicos.
-Debido a esta desinformación, ¿qué tan importante es que las personas hablen de ciencia desde la infancia?
-Los niños de hoy son los que van a votar mañana. Son quienes tienen que saber sobre ciencias para elegir a sus representantes y son quienes aportarán en ciencia y tecnología. Tienen que saber lo que necesita la sociedad respecto a esto y para eso hace falta cultura científica. No todos van a hacer ciencias, pero muchos van a poder decidir. Por eso es esencial abordarlo desde las infancias, como un juego.
-¿Cómo enfrentó el desafío de escribir un libro para las infancias sobre un tema complejo como la biotecnología?
-El desafío era hacerlo de una manera divertida. Siempre me gustó escribir y una vez una persona me dijo “tenes que hacer cosas cortas y con un sólo concepto”, eso me quedó en la cabeza. En ese momento, mi hija era chica, iba a la escuela y sus amigos me preguntaban qué hacía en mi trabajo y se me hacía difícil ponerlo en palabras. Entonces se me ocurrió explicarles de esta manera, haciendo cuentos. En mi tiempo libre lo escribía y, en un momento, una editorial de España se contactó conmigo, les pareció interesante la propuesta y decidieron publicarlo.
Desde su alma de docente y su gusto por enseñar, Fabiana Malacarne desarrolla herramientas de comunicación científica que también pueden ser útiles para las y los docentes en las aulas pero, en especial, para que las y los niños de hoy conozcan a las ciencias y tecnologías y puedan tomar decisiones más sólidas mañana.
*Estudiantes del Taller de Periodismo y Comunicación Científica (2024), Universidad Nacional de Quilmes.