Científicos exploran los mecanismos neuronales del rubor

Combinando la vergüenza y la música buscan comprender cómo responde el cerebro cuando el rostro se enciende de vergüenza frente a situaciones embarazosas.

El rubor aumenta durante la adolescencia ya que son muy sensibles a las opiniones ajenas y pueden tener miedo al rechazo o a dejar una impresión equivocada. Crédito: oopsquechido.
El rubor aumenta durante la adolescencia ya que son muy sensibles a las opiniones ajenas y pueden tener miedo al rechazo o a dejar una impresión equivocada. Crédito: oopsquechido.

El rubor, esa súbita ola de calor que inunda el rostro al sentir vergüenza, intriga a la humanidad desde siempre. Charles Darwin lo llamó “la más peculiar y la más humana de todas las expresiones”, y no es para menos. La Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes, tuvo acceso a un estudio innovador llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Ámsterdam y del Instituto Holandés de Neurociencia. En este experimento, tan inusual como revelador, los científicos utilizaron el karaoke como herramienta para explorar los mecanismos neuronales que provocan el rubor.

¿Cómo lo hicieron? Imagínese a un grupo de adolescentes cantando a todo pulmón, sabiendo que su actuación será grabada y vista por otros. ¿El resultado? Un escenario perfecto para estudiar el rubor en acción, todo en un ambiente controlado de laboratorio.

Las participantes se enfrentaron a una situación en la que la mayoría se sentiría vulnerable: cantar canciones difíciles en un karaoke y luego ver la grabación de su actuación, sabiendo que un público ficticio también la vería. Lejos de ser simplemente un momento incómodo, sirvió para desatar una serie de reacciones fisiológicas y cerebrales que los investigadores midieron meticulosamente.

El cerebro ruborizado

A medida que las jóvenes veían las grabaciones, sus rostros comenzaban a enrojecerse y su cerebro a activarse. Los científicos encontraron que el cerebelo, conocido principalmente por su papel en la coordinación motora, también estaba involucrado en la reacción de rubor. Este hallazgo sugiere que el cerebelo podría jugar un papel en la regulación emocional, un campo que apenas comienza a ser explorado.

Otra sorpresa fue la activación de las primeras áreas visuales del cerebro, lo que indica que los videos de ellas mismas cantando capturaron más su atención, intensificando su respuesta de rubor. Sin embargo, lo que no se activó fueron las áreas del cerebro tradicionalmente vinculadas a la comprensión del estado mental propio o ajeno, un hallazgo que pone en duda la teoría de que el rubor es un resultado directo de pensar en lo que otros piensan de nosotros.

Más allá de la vergüenza

Estos descubrimientos son solo el comienzo. El rubor, ese fenómeno universal que puede ser tan molesto como intrigante, todavía tiene muchos secretos por revelar. Según los investigadores, los próximos pasos podrían incluir estudios en contextos diferentes o en grupos de edad más jóvenes, antes de que desarrollen las habilidades cognitivas para preocuparse por lo que piensan los demás.

Además de saciar la curiosidad científica, entender mejor el rubor podría tener aplicaciones prácticas. Algunas personas desarrollan una fobia a ruborizarse, lo que puede interferir significativamente en su vida diaria. En ese sentido, comprender los mecanismos detrás de esta reacción podría llevar a tratamientos más efectivos para quienes luchan contra el miedo a sonrojarse.

Con todo, incluso las experiencias más cotidianas, como un karaoke, pueden ser clave para desentrañar los misterios más profundos de la mente humana.


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María Ximena Perez

Periodista, docente e investigadora. Doctora en Comunicación.