Nanoflores de cobre: ¿el futuro del combustible limpio?

Científicos desarrollan un sistema que transforma el dióxido de carbono y la luz solar en hidrocarburos, una opción sustentable para no contaminar al ambiente.

Crédito: Ecoinventos.
Aunque prometedoras, su aplicación industrial aún enfrenta grandes desafíos. Crédito: Ecoinventos.

Suena como algo salido de la ciencia ficción: un grupo de investigadores de la Universidad de Cambridge y la Universidad de California en Berkeley afirma haber desarrollado un método para fabricar combustibles limpios a partir de luz solar, dióxido de carbono y agua. La clave está en unas estructuras microscópicas de cobre denominadas “nanoflores” que, integradas en una hoja artificial, podrían revolucionar la producción de hidrocarburos sin depender de combustibles fósiles.

La Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) accedió a un estudio, publicado en Nature Catalysis, que detalla cómo este dispositivo combina una célula solar de perovskita con nanoflores de cobre para transformar el CO2 en hidrocarburos como el etano y el etileno, fundamentales en la fabricación de combustibles, plásticos y productos químicos.

Para llevar a cabo la investigación, los científicos diseñaron y sintetizaron las nanoflores de cobre mediante un proceso de deposición química controlada, logrando una estructura porosa óptima para la catálisis. Posteriormente, integraron estas nanoflores en una hoja artificial y las expusieron a un entorno que simulaba la luz solar y la atmósfera rica en CO2. Mediante espectroscopia y análisis electroquímico, midieron la conversión de dióxido de carbono en hidrocarburos, confirmando la viabilidad del sistema aunque con una eficiencia aún limitada.

A pesar del entusiasmo, la tecnología todavía enfrenta grandes obstáculos. En la actualidad, la eficiencia en la conversión de CO2 a hidrocarburos ronda apenas el 10 por ciento, lo que significa que aún falta un largo camino antes de que esta solución pueda implementarse a gran escala.

La propuesta es atractiva: reutilizar un gas contaminante para generar combustible sin emisiones adicionales. Para aumentar la eficiencia del sistema, los científicos añadieron electrodos de nanocables de silicio que oxidan el glicerol, un residuo industrial común. Este proceso, según los investigadores, es 200 veces más eficiente que intentos previos.

A pesar de su potencial, la producción de hidrocarburos sigue dependiendo casi en su totalidad de los combustibles fósiles. Si bien esta tecnología podría abrir la puerta a una producción más sustentable, aún enfrenta grandes desafíos para ser viable en términos económicos e industriales.

Con todo, por ahora, el mundo enfrenta el dilema energético de siempre: la necesidad de fuentes limpias y sostenibles choca con las limitaciones tecnológicas y los costos de desarrollo.


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