
“Hace varios años venimos trabajando con colegas del INTA Los Antiguos, una agencia de extensión rural en Santa Cruz que trabaja con cerezas. Su objetivo era mejorar la producción para reducir los golpes que se generaban en las zonas de empaque, algo que se conoce como pitting. Entonces, lo que necesitaban era un instrumento de medición que les permitiera ver cómo se producían los daños para realizar recomendaciones a los productores y prevenirlos”, cuenta Andrés Moltoni, referente del Laboratorio de Agroelectrónica del Instituto, en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes.
Alrededor del 5 por ciento de todas las cerezas que se exportan en Argentina sufren pitting, pero en algunos lugares ese número puede llegar hasta el 40 por ciento. El problema es que las marcas aparecen 15 o 20 días después, cuando el producto ya fue enviado a destino. Entonces, los productores reciben una paga menor a la estimada por las frutas golpeadas.
En este sentido, el desafío para Moltoni y su equipo fue crear un dispositivo electrónico que tenga la dimensión y el peso de una cereza real. “Este desarrollo que beneficia la producción nacional lleva varios años porque se trata de procesos biológicos que deben analizarse al momento del empaque. Por lo tanto, si hay que corregir o mejorar algo, se debe esperar hasta el próximo año”, resalta.
Después de mucho trabajo, los especialistas del INTA llegaron a una cereza electrónica con el tamaño, el peso y la dureza similar a una real. El dispositivo cuenta con un microcontrolador, un transmisor inalámbrico vía Bluetooth y un acelerómetro para registrar los impactos. Esos datos recolectados se transmiten a una aplicación de celular para que los investigadores puedan encontrar los sectores de empaque y traslado donde se producen los daños en la fruta.
Aunque todavía se trata de un prototipo, los investigadores realizaron varias pruebas para calibrar el producto y ya realizaron diferentes recomendaciones para mejorar las plantas de empaque.

Más lindas, más verdes
Según un informe elaborado por la secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca en 2022, el cultivo de cerezas se expande en más de 2000 hectáreas del país. En este sentido, Mendoza es la principal provincia productora con más de un tercio de la superficie nacional, seguida de Río Negro y Neuquén. En menor medida, Chubut y Santa Cruz también son parte del entramado.
En los últimos años, la producción de esta fruta creció al compás de la demanda internacional liderada por China. Un informe elaborado con datos del Indec muestra que casi el 65 por ciento de las exportaciones argentinas de cereza se reparten entre el gigante asiático y Estados Unidos, seguidas por Reino Unido y España. En la última campaña se enviaron al exterior más de 7 mil toneladas por un valor cercano a los 30 millones de dólares.
En este aspecto, los consumidores de otros países valoran el color y el estado de la cereza. Por eso, el desarrollo del INTA es clave para mejorar los procesos, disminuir los descartes e incrementar la rentabilidad del producto. “La idea no es empezar a vender cerezas electrónicas, sino tener un instrumento de medición que pueda utilizarse en las plantas para hacer recomendaciones. Lo que se piensa en esta primera instancia es dar servicios de calibración”, sostiene Moltoni.