“Ponzidemia”: ¿cómo trabajan los vendedores de espejitos de colores?

A través de las redes sociales, se multiplican los influencers financieros que prometen la chance de volverse millonario de la noche a la mañana.

Influencers ofrecen un curso pago a clientes que, a su vez, se la venden a otros usuarios. La promesa es volverse millonario de la noche a la mañana. Créditos: Dreamstime.
Influencers ofrecen un curso pago a clientes que, a su vez, se la venden a otros usuarios. La promesa es volverse millonario de la noche a la mañana. Créditos: Dreamstime.

¿Quién no sueña con ser millonario? Décadas atrás llamar al programa de Susana Giménez era sinónimo de acceder a la posibilidad de ganar millones de pesos y comprar lo inalcanzable: un auto, una casa, un viaje. En la actualidad, mediante el scrolleo en redes sociales, es frecuente cruzarse con influencers financieros que venden una idea aparentemente sencilla: volverse rico de la noche a la mañana. El mensaje es que una persona puede ser millonaria solo si se lo propone y el pobre es pobre porque quiere. Lejos de ser casos aislados de las redes sociales, se trata de un fenómeno conocido como “ponzidemia”.

“Se trata de una epidemia de estafas que se hacen por redes sociales. Son jóvenes sin experiencia en nada que, de golpe, empiezan a venderle a las personas que las van a convertir en millonarias. Algunos se dedican al trading, otros al crecimiento personal, pero en general todos tienen un discurso muy parecido con características conspiranoicas. Plantean que la sociedad no quiere que vos prosperes, sino que estés en un trabajo, que estudies en la universidad, y que eso no sirve para nada“, explica Maximiliano Firtman, licenciado en Sistemas y quien acuña el término “ponzidemia”, a la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes. Así, sin ningún argumento, retienen a los usuarios de las redes sociales con la promesa de que les van a enseñar cómo ganar cifras como cincuenta o cien mil dólares en poco tiempo.

Según detalla el especialista, estos influencers ofrecen un curso o una mentoría paga a clientes que, a su vez, se la venden a otros usuarios y ahí es cuando ocurre la clásica estafa piramidal. “Nunca se entiende muy bien de qué se trata e incluso ellos mismos tampoco lo saben. Por ejemplo, yo empecé una de mis investigaciones acerca de la ponzidemia con una chica que apuntaba a un público femenino de entre 25 y 35 años. Ella no tenía experiencia en nada de lo que ofrecía; lo que hacía era replicar la fórmula que le explicaron cuando compró el curso“, detalla.

El perfil del ponzi

Los influencers comparten las mismas características: en su gran mayoría, son jóvenes que muestran lujos, como autos caros, casas en Puerto Madero y relojes Rolex, y venden la idea de que se puede obtener mucho dinero sin trabajar y en menor tiempo. El público al que apuntan son todos aquellos que están empleados, trabajan por su propia cuenta varias horas para obtener una remuneración o los desempleados. Básicamente, casi toda la sociedad. “Hay para todo tipo de público, pero a lo que más apuntan es a los jóvenes. Evidentemente, ahí hay más materia prima y más clientes porque ellos aún no tienen experiencia en el mundo laboral y es más fácil que estas teorías penetren“, manifiesta Firtman.

Y agrega ante la Agencia: “Ellos van en contra del que estudia, del que se esfuerza, de generar valor en alguien. Hablan sólo de lujos y entienden que el esfuerzo sólo se tiene que dar en lo que ellos te dicen, como levantarte a las cinco de la mañana y hacer gimnasia de cierta manera”.

En este sentido, en su discurso, los influencers buscan vender una verdad a los usuarios, algo que el resto no conoce, pero ellos sí. Para eso entienden que es necesario tratar al otro como si fuera alguien que no comprende. Por ejemplo, Javier Ferrer, empresario “que transmite su experiencia vivida” y posee más de 1,4 millones de seguidores en Instagram, se posiciona como un superior al decirles “hola normal” a sus seguidores. Por su parte, Ramiro Cubría, con 380 mil seguidores, desestima los estudios universitarios y propone “salir de la matrix”.

En esa línea, en videos breves en redes sociales venden cursos o aprendizajes sobre cómo volverse rico. Para eso, en menos de un minuto nombran innumerables palabras en inglés que el común de la gente no entiende –bizop, cash collected, revenue, trader, apoinment setter, agencia smma– y prometen enviar cursos o entrenamientos a quienes los pidan, si pagan claro. Al mismo tiempo, es difícil encontrar los vídeos que hablan específicamente de estrategias de economía porque estos perfiles suelen estar plagados de contenidos motivacionales.

En definitiva, en un contexto marcado por la omnipresencia de pantallas, la crisis económica y con una sociedad donde los salarios no llegan a fin de mes, las redes sociales se plagan de vendedores de espejitos de colores que prometen el éxito o, caso contrario, condenan al resto a ser “perdedores”.


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