
“Si no se toman medidas drásticas, en 2050 3,8 mil millones de adultos mayores de 25 años (alrededor de 2 cada 3 personas) tendrán sobrepeso y obesidad. Esta policrisis causará en las próximas décadas más consecuencias adversas para la salud que cualquier otro riesgo modificable a nivel individual”, destacaron los investigadores en el estudio.
En este sentido, durante la 75ª Asamblea Mundial de la Salud en 2022 celebrada por la OMS, los países miembro aprobaron el Plan de Aceleración para Detener la Obesidad. Allí, el documento brindaba una serie de pautas como el etiquetado nutricional de los envases y sus hexágonos si tienen exceso de calorías, azúcares o grasas, impuestos a los alimentos ultraprocesados, subsidios para promover dietas saludables, actividad física y políticas de alimentación y nutrición escolar, entre otras.
Sin embargo, las expectativas son malas y la actuación de cada país es diferente. En el caso de América Latina, Chile presentó en 2024 su Plan Nacional de Prevención de la Obesidad en la Niñez y Adolescencia, y México lanzó su programa Vive Saludable, Vive Feliz (que incluye la prohibición de comida chatarra en las escuelas a partir de fines de marzo). Argentina, por su parte, modificó la Ley de Promoción de la Alimentación Saludable y los productos ahora se evalúan solo por el exceso de los nutrientes críticos agregados, sin tener en cuenta los que forman parte de la composición química del alimento.
En este marco, América atraviesa el peor de los escenarios ya que tiene la mayor prevalencia de sobrepeso y obesidad en el mundo: el 67,5 por ciento de los adultos y el 37,6 por de los niños y adolescentes de entre 5 y 19 años sufren de sobrepeso u obesidad.