Descubren que la exposición al frío extremo activa el reciclaje celular, fortalece el cuerpo y podría retrasar el envejecimiento.

Enfrentar el frío para rejuvenecer: el curioso poder de la inmersión en agua helada. Crédito: MXP.
Son las siete de la mañana en San Carlos de Bariloche, Argentina. El Sol apenas ilumina las montañas, el aire corta la cara y el agua del lago Nahuel Huapi está a unos gélidos 10 grados. Aun así, un grupo de personas en traje de baño se mete lentamente en el agua. Algunos gritan, otros ríen nerviosos, pero todos resisten. “Es el mejor café de la mañana”, dice Martín Denar, un guía de trekking que vive la experiencia cada día. “Después de esto, nada te estresa”.
Las escenas se repiten en distintos rincones del mundo. Desde las playas heladas de Islandia hasta piletas de hielo en gimnasios urbanos, la inmersión en agua fría se convirtió en una tendencia global, con defensores que aseguran que mejora la salud, la energía y hasta el estado de ánimo. Ahora, la ciencia empieza a darles la razón.
El frío que rejuvenece
La Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes accedió a un reciente estudio del Laboratorio de Investigación de Fisiología Humana y Ambiental (HEPRU), de la Universidad de Ottawa, donde se explica que la exposición repetida al frío puede mejorar la resiliencia celular, ayudando a las células a reciclarse mejor a través de un proceso llamado autofagia y a reducir el daño celular provocado por el estrés oxidativo, lo que podría enlentecer el envejecimiento.
El experimento consistió en sumergir a diez varones jóvenes en agua a 14°C durante una hora al día, por una semana. Se analizaron muestras de sangre antes y después del proceso, y los investigadores encontraron que, inicialmente, las células sufrían un impacto significativo por el frío. Sin embargo, con el tiempo, se adaptaron y comenzaron a mostrar una mayor actividad autofágica y menor daño celular. Esto significa que el cuerpo aprendió a resistir el estrés térmico y a fortalecerse con él. En ese sentido, los resultados demostraron que la exposición repetida al frío mejora la función celular y optimiza la capacidad del cuerpo para gestionar el estrés térmico. Esto podría tener implicaciones importantes para la salud y la longevidad.
Otro hallazgo clave fue que la exposición continua al agua fría disminuyó los marcadores de apoptosis, el proceso de muerte celular programada. Si bien la apoptosis es necesaria para eliminar células dañadas, su exceso está relacionado con el envejecimiento prematuro y enfermedades degenerativas. La rapidez con la que el cuerpo se adapta sorprendió a los investigadores, quienes sugieren que la exposición regular al frío podría ayudar a prevenir enfermedades, mejorar la regeneración celular e incluso, potencialmente, retrasar el envejecimiento.
Del laboratorio al Nahuel Huapi (y más allá)
Quienes probaron la terapia de frío aseguran que los beneficios se sienten en el cuerpo y en la mente. Más allá de los estudios científicos, los testimonios abundan: deportistas, empresarios y hasta ejecutivos de Silicon Valley incorporan la exposición al frío como parte de su rutina diaria. Uno de los casos más emblemáticos es el del deportista y gurú del bienestar Wim Hof, conocido como “The Iceman”, quien popularizó la práctica con un método que combina respiración y baños helados, asegurando que fortalece el sistema inmune y mejora el estado de ánimo.
Desde un punto de vista biológico, la exposición al frío activa el sistema nervioso simpático, lo que provoca una liberación de noradrenalina y un aumento en la circulación sanguínea. Además, estudios previos demostraron que esta práctica estimula la producción de proteínas de choque térmico (HSPs, por sus siglas en inglés), que protegen a las células del daño y favorecen su regeneración. También se observó que el frío incrementa la producción de grasa parda, un tipo de tejido adiposo que quema calorías para generar calor, lo que puede contribuir a la regulación del peso corporal.
Aunque todavía no hay consenso sobre cuál es la dosis ideal de frío ni si los efectos son los mismos para todos, la tendencia sigue creciendo. ¿Es una moda pasajera o realmente se logró encontrar un truco biológico para mejorar la salud? Por lo pronto, en el Nahuel Huapi, Martín y su grupo ya salieron del agua. Se secan, se ríen y se preparan para empezar el día. “Es increíble”, dice Sofía Mangreti, una turista que probó la experiencia por primera vez. “Sentís que el cuerpo se despierta como nunca”.
Con todo, quizás el secreto de la longevidad no esté en una pastilla ni en una dieta milagrosa, sino en algo mucho más simple: un chapuzón helado para resetear el cuerpo y la mente.