
La cibercondría es la búsqueda obsesiva y reiterada de enfermedades, diagnósticos o síntomas a través de Internet, potenciada por el fácil acceso a una información no chequeada, generalmente, por fuentes profesionales. Este tipo de cuadros se enmarca dentro de los trastornos de ansiedad de tipo panicosos u obsesivos compulsivos. La persona sienten síntomas y temor a tener una enfermedad grave, lo que le genera ansiedad y la lleva a una búsqueda viciosa de diagnósticos y enfermedades posibles.
“Las personas buscan en la web, en Google, en plataformas de salud o por medio de la Inteligencia Artificial, respuestas a sus dudas e inquietudes vinculadas con la salud. Por ejemplo, averiguan sobre síntomas, diagnósticos, interpretación de análisis médicos o acuden a internet para evaluar posibles alternativas de tratamiento”, explica la doctora en Psicología María Paz Hauser a la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ.
Según detalla la investigadora de la Universidad Nacional de San Luis, esta problemática está en aumento en todo el mundo por lo que decidió poner el foco en cómo impacta, en principio, en San Luis para luego extenderse al resto del país. Para ello, realizaron a más de 600 personas la Escala de Gravedad de la Cibercondría, un cuestionario de 33 ítems desarrollado por los investigadores británicos McElroy y Shevlin en 2014. El test evalúa diferentes variables de la cibercondría, como la compulsión, la búsqueda excesiva de información en internet, la angustia, la búsqueda de tranquilidad y la desconfianza hacia los profesionales médicos.

Hasta ese momento, no se había realizado un estudio similar sobre el tema en Argentina. “Tuvimos que adaptar este test a la población porque no teníamos ningún instrumento para medir los índices de prevalencia de la cibercondría aquí. Así que pedimos permiso a los investigadores británicos, lo tradujimos al castellano, lo evaluaron expertos en idiomas y luego hicimos el test a las personas. Al principio, la idea era evaluar a 160 individuos pero se terminaron sumando alrededor de 600. Con esa recolección es que podemos hacer el análisis”, detalla Hauser a la Agencia.
La investigadora, junto con su equipo, presentará la adaptación de la Escala de Gravedad de la Cibercondría en el XVIII Congreso Argentino de Salud Mental que se llevará a cabo en agosto en Buenos Aires. Una vez pasada esa instancia, evaluarán las muestras recolectadas para identificar los índices de cibercondría en la población de San Luis. Para ampliar la investigación pionera al resto del país, Hauser proporciona su correo electrónico (phauser@email.unsl.edu.ar) para otros científicos del país que quieran indagar la problemática.
Abandonar tratamientos y automedicarse
La cibercondría es una derivación de la hipocondría, que es la preocupación permanente por tener algún tipo de enfermedad. La variable es el aluvión de información disponible en internet que, a su vez, puede llevar a la desinformación y a la automedicación. De hecho, puede desencadenar ansiedad, ataques de pánico, dificultades para dormir, aislamiento, y en algunos casos, interferencia en la vida cotidiana por miedo excesivo a estar enfermo.
“Además, puede fomentar la automedicación inadecuada y la consulta compulsiva a servicios de salud sin una necesidad real. En otros casos, lleva a abandonar tratamientos necesarios o recurrir a tratamientos alternativos no probados científicamente que pueden en muchos casos agravar la situación”, describe Hauser.
Y agrega: “A nivel social, satura el sistema sanitario, genera desconfianza hacia los profesionales de la salud. Se difunde información errónea, especialmente porque hoy en día todo el tiempo se viraliza contenido no científico por parte de influencers sin formación médica adecuada o por medio de plataformas no respaldadas ni validadas. También puede contribuir a la estigmatización de ciertas enfermedades o al pánico colectivo ante temas de salud pública”.