
“Yo quise contar la vida de un estudiante universitario que venía del interior, de General Villegas, y que se encontraba con un mundo nuevo como era La Plata. En esos años, esa ciudad era mucho más diversa que ahora, aunque lo sigue siendo, en cuanto a la gente que venía del interior. Llegaban personas de todas las provincias y eso le daba una riqueza a la universidad y a la militancia universitaria muy grande”, destaca Carlos Castro, director de la película, ante la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ.
Éramos tan flacos pone el ojo en la militancia universitaria de los años 90 a través de material de archivo filmado por el propio Castro en un VHS cuando era un estudiante. El film es prácticamente una película grabada en aquellos años con algunas entrevistas nuevas a los militantes de aquella época. El director afirma que “la idea era pintar un fresco de los 90 y el material de archivo me ayudó muchísimo porque pude construir mucho mejor lo que significaba la vida cotidiana de un universitario”.

Por su parte, Pedro Barandiaran, editor, destaca: “Pude trabajar con un material muy rico y de un valor testimonial enorme, que nos dio la posibilidad de contar la película enteramente desde el punto de vista del protagonista, un chico que llega desde el interior a un mundo nuevo para sumarse a una lucha que estaba encontrando su forma”. Y agrega: “Ese material se potencia cuando aparece la mirada de los servicios de inteligencia, que corrobora la experiencia del protagonista y la de sus compañeros. Prácticamente no tuvimos la necesidad de recurrir a otros materiales, más allá de los testimonios, para contar la historia, y eso me permitió concentrarme más en lo evocativo que tenían las imágenes que en la información”.
Es que la película no sólo retoma el VHS del protagonista y materiales de archivo de otros militantes, sino que también muestra cómo la policía y los servicios de inteligencia grababan a los manifestantes y, luego, les hacían legajos. En este punto aparece también la intervención de la Comisión Provincial por la Memoria y su propio testimonio.

Tatiana Zlatar cuenta a la Agencia: “Es una historia de ver cómo se gesta una lucha estudiantil, donde Carlos Castro pone a disposición su historia personal, y podemos pensar que muchos estudiantes que vivieron esa época pueden sentirse identificados con el protagonista que, en definitiva, es un protagonista colectivo”.

