Un equipo científico logra ver por primera vez el desarrollo temprano de un embrión humano
Con un detalle nunca antes advertido, consiguieron observar en tiempo real los cambios que suceden en la organización celular antes de la implantación en el útero. Este avance, además, podría favorecer la reproducción asistida.
Un equipo científico internacional logró tomar las imágenes más nítidas de embriones humanos conocidas hasta el momento. Esto permite ver mecanismos celulares y de formación que suceden durante la etapa previa a la implantación del embrión en el útero de la persona gestante. En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes, Nicolás Plachta, autor argentino del artículo e investigador del departamento de Biología Celular y del Desarrollo de la Universidad de Pensilvania, cuenta: “Es la primera vez que se puede ver en tiempo real célula por célula del embrión, cómo interaccionan entre sí, sus estructuras o su morfología hasta que llega a ser lo que se conoce como blastocisto y pueda implantarse en el útero”.
En la etapa temprana, que dura hasta seis días, el embrión tiene entre una y cien células –un blastocisto tiene alrededor de doscientas–. Para obtener estas imágenes, el equipo utilizó moléculas fluorescentes que tiñen estas células y, a través de microscopios láser, pudieron identificar, por ejemplo, el ADN, el esqueleto de las células, la corteza o los cromosomas.
Previamente, los estudios celulares se hacían en ratones, pero con este avance pudieron observarse algunas diferencias con la formación del embrión humano. “Podemos ver desde que el embrión es una única célula, cómo esta se divide y nacen otras, el compacto y la polarización entre ellas”, detalla Plachta.
Una contribución a la genética y la fertilidad
La visualización de las células con alta resolución puede contribuir no solo a la examinación de los procesos celulares y para comprender fenómenos como la aneuploidía –mayor presencia o ausencia de cromosomas que lleva al desequilibrio de los mismos–, sino también para una fertilización asistida exitosa.
En los últimos años, la fertilización in vitro, es decir, la unión de un óvulo y un espermatozoide por fuera del cuerpo gestante, ha ganado un espacio central a la hora de decidir tener un embarazo y cómo llevarlo adelante. “En las clínicas frecuentemente sobran embriones que no llegan a ser implantados ya que funcionaron otros. En esos casos, si así lo deciden las personas que los dieron, los donan a los centros de investigación”, relata el biólogo de la Universidad de Buenos Aires.
Al teñirlos con tintes fluorescentes e identificar distintos aspectos de las células que forman los embriones, puede decidirse si es conveniente implantarlo en el cuerpo gestante o no. Así lo explica Plachta a la Agencia: “El embrión se divide en células que se compactan y polarizan, un tipo de organización que se asemeja a la de cualquier tejido. Ahora bien, si al visualizar las imágenes vemos que esto no sucede, no es conveniente reintroducir el embrión en el cuerpo gestante porque estamos ante una anomalía”.
Y continúa: “Otra cosa que se puede llegar a ver en la etapa temprana es la forma de organización para dar lugar al blastocisto que se implantará en el útero. Al principio, las células son simétricas pero cuando llegan a las 16 o 32 células, una cierta cantidad se meten en el embrión y otras quedan afuera. Las primeras son las que formarán al feto y las segundas generarán la placenta”.
En definitiva, este avance permitirá examinar en un futuro los embriones concebidos gracias a la fertilización asistida de manera no invasiva. La investigación, publicada en Cell y destacada por Nature, fue realizada por científicos de la Universidad de Pensilvania, la Universidad de Valencia y la Clínica de Fertilidad FIV de Boston.