El streaming, entre la tendencia y la cancelación: ¿vale todo?

Las derechas corren los límites de lo que se puede decir y lo que no, los influencers y periodistas de trayectoria juegan en el límite para captar la atención de las audiencias.

(De izq a der): Eial Moldavsky en Olga y Beto Casella y Ari Paluch en el streaming de la FM Rock & Pop.
(De izq. a der.): Eial Moldavsky en Olga y Beto Casella y Ari Paluch en el streaming de la FM Rock & Pop.

Los canales de streaming son una marca clara de la cultura digital en la que vive la sociedad: su contenido es gracioso, efímero y, muchas veces, con poca profundidad en temas que tal vez lo requieran un poco más. En esa vorágine signada también por la viralización, las audiencias y la esencia del vivo, no faltan quienes hacen comentarios desafortunados sobre algo o alguien, como fueron los casos de Eial Moldavsky y Ari Paluch. Luego, llegan los pedidos de disculpas por otros medios, las críticas por redes sociales y la cancelación de parte de la sociedad. ¿Todo es decible en el mundo del streaming? ¿Alcanza con pedir disculpas? ¿Es un juego entre la tendencia y la posibilidad de la cancelación?

El debate se volvió a poner en la escena pública luego de que el filósofo Moldavsky revelara en detalle, en el canal Olga, una supuesta relación sexual con una actriz, que muchos atribuyeron que se trataba de Lali. Días después, en el streaming de la radio FM Rock & Pop, el periodista Ari Paluch (que ya fue denunciado en otra ocasión por acoso en los medios) invitó, a modo de “broma”, a Beto Casella a drogar entre los dos a la locutora del programa. Martina, su hija que estaba presente, atinó a frenar sus dichos pero no lo hizo, Casella se rió como si fuese un chiste más.

Las críticas no tardaron en llegar, así como los ya esperables pedidos de disculpas en las redes sociales. El filósofo también lo hizo en su programa, donde sucedió todo, al igual que su compañera Nati Jota y Migue Granados, líder del canal Olga. En cuanto a Paluch, fue suspendido en la radio por unos días.

Lo llamativo, además de las frases, es que los conductores y panelistas no frenan en el momento estas situaciones y piden disculpas más tarde. “Cuando alguien dice públicamente que quiere someter a una mujer para vulnerar su integridad física, lo hace porque puede y porque sabe que probablemente no habrá consecuencias más allá de ser tendencia en redes por unas horas”, plantea Natalia Corvalán, docente y especialista en Educación y Nuevas Tecnologías de la Universidad Nacional de Hurlingham, a la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ.

Por su parte, el doctor en comunicación y docente de la Universidad Nacional de Quilmes Leonardo Murolo considera que los pedidos de disculpas forman parte de la narrativa para habitar las redes sociales. “Son personas famosas, conductores, influencers por lo que hay que quitarlos del lugar de ingenuidad. Ellos saben que el juego en los escenarios de las nuevas pantallas y también de los medios tradicionales que dialogan con ellas es el de la rueda. Hoy sos tendencia, mañana sos cancelado. El antídoto posible si te cancelan es salir a pedir disculpas”, afirma ante la Agencia. Las reglas del juego, en apariencia, son correr los límites y jugársela para saber en qué parte de la rueda se para una persona.

Un escenario propicio para decir todo

Dentro de un panorama más amplio, el hecho de que la ultraderecha gobierne en Argentina y en otros países del mundo, hace que el límite de lo que se puede decir y lo que no se corra cada vez más. Si el primer mandatario del país plantea en diversas situaciones que su principal enemigo son los movimientos feministas y LGBTIQ+, que históricamente denunciaron las violencias que sufrían las mujeres y disidencias, esto habilita a que haya más discursos misóginos con una menor sanción social.

Al dar la batalla económica y cultural, la derecha corre el umbral de consensos a los que había llegado la sociedad, como los discursos de Memoria, Verdad y Justicia, la defensa de los Derechos Humanos, la educación pública o el derecho a la salud.

“Estas nuevas derechas nos proponen discutirlo todo en su cancha, no para conseguir nuevos derechos sino para poner en duda lo que ya está. En ese marco, comienzan a aparecer estas frases que, en un principio, pueden parecer una equivocación y algo aislado, pero por detrás hay una ideología, un modo de ver el mundo y de posicionarse”, detalla Murolo.

Además, el investigador plantea que hay una economía de la atención en un “periodismo minimalista”, es decir, que con poca preparación y cámaras y con una estética similar en los distintos canales, los equipos deben competir por quién capta la atención. “Hay una lógica de ‘si los demás hacen lo mismo que yo, voy a correr el umbral para decir algo que genere impacto y hablen de mí’. Entonces, las cosas que dicen es porque las piensan. Uno sabe sobre sí mismo que hay cosas que no va a decir nunca porque no forman parte de tu vocabulario ni de tu forma de ver el mundo”, explica.

Una reputación que mantener

En la cantidad de prácticas que se dan en las redes sociales no falta la de la cancelación. Es decir, la censura y el “quitar del mapa digital” a quien dice algo que no es lo aceptable socialmente. La pregunta es hasta qué punto la cancelación de alguien es útil. Lejos de justificar los dichos desafortunados, sí merece la reflexión acerca de qué prácticas se llevan adelante en el plano digital y qué tan efectivas son.

“La ‘cultura de la cancelación’ instaló una dinámica en la que el pedido de disculpas en redes sociales muchas veces parece más una estrategia de ‘reducción de daños’ que una reflexión genuina sobre los dichos misóginos que se pronunciaron. Es difícil distinguir cuando alguien se responsabiliza genuinamente y cuándo lo hace para apaciguar las críticas y proteger su identidad pública”, manifiesta Corvalán a la Agencia.

En esta línea, la cantante y actriz Lali dialogó con Pedro Rosemblat en el canal “Gelatina” acerca de la diferencia que hay entre la persona y el personaje público que se arma en redes sociales. “Cuando alguien pide perdón, se tiene que preguntar en esta época: ‘¿está pidiendo perdón mi yo virtual que se siente atacado o estoy pidiendo perdón yo?’”, reflexionó la artista.

Corvalán agrega: “En este contexto, las disculpas dejan de ser un espacio para la autocrítica y la reparación, y se convierten en una herramienta para gestionar la reputación”. En sintonía, Murolo añade que es necesario no pasar por alto estas situaciones: “Como perspectiva política, es importante señalar las violencias que vienen disfrazadas de errores. El ambientalismo lo hace con quienes dicen que no existe el cambio climático, la comunidad LGBTIQ+ con la transfobia y homofobia, y el feminismo con las desigualdades”.

Con todo, las nuevas pantallas, como redes sociales y canales de streaming, y los medios tradicionales presentan desafíos constantemente por su evolución y diálogo y también por la coyuntura en la que se insertan. Uno de ellos será cómo recuperar límites y dejar claro que hay cuestiones que no son parte de debates ni de chistes.


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