Al borde del precipicio lanzó un episodio especial sobre la última marcha al Congreso

El programa de la Agencia conversó con un científico que participó de la protesta y con dos investigadoras que abordan el rol de las fuerzas de seguridad y la violencia simbólica.

Créditos: Cenital.
Créditos: Cenital.

Al borde del precipicio realizó un programa especial sobre los hechos que ocurrieron en la última movilización al Congreso de la Nación. La marcha a favor de los jubilados terminó con más de 100 personas detenidas, casi 700 con heridas (la más violenta desde 2001 según la Comisión Provincial por la Memoria), y con un fotógrafo internado tras recibir el impacto de un cartucho de gas lacrimógeno. En este marco, el programa de la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes conversó con un científico que cuenta en primera persona cómo se desarrolló la protesta. Además, dos investigadoras analizan el rol de las fuerzas de seguridad y el impacto de la violencia simbólica sobre diferentes grupos a través de discursos de odio, noticias falsas y etiquetas que justifican ataques.

“La gente seguía llegando cuando empezó la policía a atacar contra los jubilados y contra todos los manifestantes que pacíficamente habíamos llegado ahí para impedir que se naturalice que pegarle un viejo a estar bien, que la universidad no tiene que tener más presupuesto, que al Conicet hay que desguazarlo y que no hay plata para los incendios en Argentina. Todo eso y muchas otras cosas más que nos pasan hizo que vaya con mi camiseta tripera después de trabajar en el Hospital”, relata Nicolás Trovato, hincha de Gimnasia y Esgrima de La Plata, y coordinador de la planta de producción de repelentes de la UNLP para combatir al dengue en territorio bonaerense.  

Por su parte, la docente de la UNQ y autora del libro La Local. Un estudio de jóvenes (y) policías en Quilmes, Ana Passarelli, reflexiona sobre el accionar de la policía. “Se está poniendo en juego cuál es la función de las fuerzas de seguridad en la sociedad actual que tenemos, y cómo se utiliza esa fuerza de seguridad no sólo para regulación y control social, sino para la implementación de determinadas políticas”, en relación al nuevo préstamo del Fondo Monetario Internacional que desea obtener el gobierno.

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En este sentido, la investigadora agrega: “Cada vez hay más piedra libre para la pata represiva de las fuerzas de seguridad. Es importante pensar qué esto se da en un contexto marcado los discursos de odio y la construcción de un otro a quién atacar para justificar determinadas políticas. Entonces, hay que analizar quiénes son los destinatarios de la represión, porque no es casual qué marchas se reprimen y qué marchas no se reprimen”.

En esta línea, Ludmila Fernández López, comunicadora social de la Universidad Nacional de Quilmes y becaria del Conicet, aborda el papel que cumplen las palabras y su impacto en ciertos sectores sociales. “La violencia simbólica se va sedimentando, hay que visualizarlo como capas que se van acumulando una encima de la otra y que van sembrando algo. Cada vez hay más palabras cooptadas que se meten en una bolsa de términos que son estigmatizados y que cada vez nos cuesta más decirlos en voz alta. Hay que pensar cómo circulan esas palabras y cómo nos empieza a costar decirlas abiertamente en un transporte público, identificarse abiertamente como esa etiqueta y darle una connotación positiva”, señala.

Ya no hace falta que la persona realice una acción para ser acusada de algo, sino que basta con ponerle una etiqueta para construir un sentido común. En el caso del fotoperiodista Pablo Grillo, se dijo que era kirchnerista para justificar el hecho. Entonces, no importa qué estaba haciendo. Que ciertas palabras estén tan cargadas de una connotación negativa es de absoluta gravedad”, añade Fernández López, especialista en violencia simbólica y ultraderechas.


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