
Para realizar esta investigación publicada en la revista científica Plos One, analizaron 2750 Barbies que salieron desde 1959 hasta junio de 2024 y midieron la postura del pie (en punta o plano), empleo (si se dedicaba a la moda o a algún otro trabajo), la equidad (diversidad e inclusión: color de piel, estatura, discapacidades) y el período de tiempo, es decir, la década de fabricación de la muñeca. El sistema que desarrollaron dio como resultado el nombre: FEET, “pie” en inglés.
De esta manera, notaron que en las primeras décadas el 100 por ciento de las Barbies tenía pie arqueado y en punta. En tanto que, en los últimos años esta prevalencia disminuyó hasta que solo el 40 por ciento tenía un tipo de pie listo para usar tacones. Según la investigación, la muñeca elige su calzado según las exigencias de las tareas a la que está designada. Si es modelo, usa pies arqueados y tacones altos, pero si necesita trabajar de a pie, estar físicamente activa o tener mayor estabilidad, tiene pies planos y usa, por ejemplo, zapatillas. En estas últimas, pueden entrar la Barbie que patina, la que bucea o la deportista.
Según las autores, aunque esta determinación no es una relación causa-efecto, sí consideran que el cambio se debe a que la muñeca refleja y se adapta a las transformaciones sociales que han vivido las mujeres en los últimos años al alcanzar otros empleos o roles más jerárquicos. En una declaración enviada por correo electrónico a The New York Times, Mattel confirmó que el diseño del pie fue una parte deliberada de la evolución de Barbie “con opciones de calzado reinventadas para apoyar los audaces pasos de Barbie hacia adelante”.
Una muñeca que permite imaginar otros mundos
En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas, Carolina Justo Von Lurzer, doctora en Ciencias Sociales e investigadora del Conicet, plantea: “Mattel fue muy estratégica en la creación de la muñeca, en acompañar las transformaciones sociales y ampliar las posibilidades de Barbie”.
Según detalla la docente de la carrera de Comunicación de la UBA, Barbie nace como una persona adulta cuando el resto de los juguetes “para niñas” eran muñecas pequeñas o bebés. “Mientras esos juguetes estaban destinados a que las infantes cumplieran roles de género, como maternar, Barbie posibilita que las niñas imaginen otras realidades u otros mundos para sí mismas”, explica.
Desde la crítica feminista el ojo está puesto en el tipo de mujer que representa Barbie: “no sólo en los pies, como ven los científicos de Australia, sino en la vestimenta que usa, el pelo, los ojos, la delgadez, el color de piel y todo lo que hace a la Barbie estereotípica. Ahí fue cuando Mattel comenzó a diversificar el producto en términos raciales, etarios, corporales o de capacidades. También, reivindicó ciertas identidades y lanzó el mundo de las Barbies LGBT, las barbies pioneras, como la primera piloto o arquitecta”, desglosa Von Lurzer. Por supuesto, Mattel no dejó afuera a las mujeres activistas y sacó al mercado a muñecas como la Barbie Rosa Parks o Frida Kahlo.

Además, lo que tiene de llamativo Barbie es que es un objeto controversial que “nos permite ver las discusiones de época y analizarla desde las ciencias sociales”. “No perdemos de vista que es un producto comercial, pero sí nos permite discutir esta muñeca desde los feminismos, desde los amores y odios que despierta, desde su diversificación o incluso desde lo que hace Mattel: podría haberse quedado en la Barbie estereotípica rubia, de ojos claros y flaca, pero decidió abrir el juego”, expresa la especialista ante la Agencia.
