Pensar el país en clave de modelos de desarrollo
Daniel Schteingart enarbola la bandera desarrollista para construir, de manera articulada entre el Estado, el sector privado y la sociedad civil, la estructura productiva de Argentina.
Con una visión estratégica del crecimiento económico, Daniel Schteingart, docente de la Universidad Nacional de Quilmes y director del Centro de Estudios para la Producción en el Ministerio de Desarrollo Productivo, plantea una visión desarrollista para un proyecto global de país. En diálogo con esta Agencia, y desde el abordaje interdisciplinario que le permite su formación en sociología económica, explica el flamante Plan de Desarrollo Productivo, Industrial y Tecnológico 2030 que, entre otras cosas, pretende duplicar exportaciones y sacar de la pobreza a 9 millones de personas.
-¿Qué es y qué permite el Plan Argentina Productiva 2030?
-Es una iniciativa que propone planificar el futuro de la producción de la industria y de la tecnología. De acá a 2030 se procura transformar la estructura productiva del país de modo tal que esa transformación permita lograr objetivos amplios.
-Transformar la estructura productiva y tecnológica de un país supone operar en varias dimensiones interconectadas y sobre todo, contar con propósitos claros. ¿Cuáles son esos objetivos?
-Son varios: en primer lugar, reducir la pobreza a 9 millones de personas; crear 2 millones de puestos de trabajo en el sector privado y crear más de 100 mil empresas en este sector, a razón de 12 mil por año en promedio. Asimismo, se propone que al menos el 70 por ciento de los nuevos puestos de trabajo sean generados en el interior y, de esta manera, ayudar a la descentralización del aparato productivo. También se trata de acotar la brecha de género logrando que al menos el 50 por ciento de los puestos sean femeninos; reducir la desigualdad de ingresos al menor nivel posible; y, por último, mitigar el impacto ambiental de las actividades productivas.
-¿Cómo nacen las ideas de este Plan? ¿Existe un trabajo previo?
-En estos dos años de gestión se fueron armando distintas cuestiones que son antecedentes muy importantes y que permiten que hoy se esté lanzando el plan. Entre esos antecedentes, se relanzó el Centro de Estudios para la Producción, que ha venido generando importantes herramientas de diagnóstico y análisis de la estructura productiva y de ciertos comportamientos económicos y del empleo. También se impulsó el Consejo de Cambio Estructural, que ya publicó varios documentos de trabajo con una serie de temas abordados, que van a ser estratégicos en el plan, como el cannabis medicinal, movilidad eléctrica, industria de la salud, minería, industria naval, hidrógeno y otros ejes fundamentales.
-También están las mesas sectoriales…
-Sí, desde 2020 se pusieron en marcha 16 mesas sectoriales con distintos actores productivos, tanto del sector público como privado, donde se pudieron establecer líneas de acción conjuntas. Por otra parte, se presentaron dos documentos: uno que presenta la mirada conceptual del ministerio de Desarrollo Productivo relacionada con la relevancia de transformar la estructura productiva y cómo eso impacta en la pobreza, el empleo y el bienestar de la población. El otro documento, que se presentó en 2021, detalla la estrategia del desarrollo productivo 2020-2023 y comparte los principales ejes de gestión.
-¿Qué implica que el Plan se oriente a partir de misiones?
-La metodología del plan se basa en lo que se consideran misiones productivas, un concepto que se ha popularizado en los últimos años de la mano de la economista Mariana Mazzucato y que hoy guía las políticas públicas en diferentes países. Esta política supone que tenemos grandes desafíos económicos, tecnológicos, sociales y ambientales, que pueden ser resueltos movilizando el aparato productivo, científico y tecnológico.
-¿Qué desafíos?
-Se propone poner en marcha diez misiones productivas. A nueve de ellas podríamos denominarlas “industrializantes”, en la medida en que se relacionan con problemáticas específicas del tejido productivo de todo el país; y también hay una misión, la de desarrollo exportador, que trabajará el desafío del incremento de las exportaciones argentinas de una manera holística e integrada.
-¿Qué otras misiones hay?
-La primera es desarrollar la economía verde para una transición ambiental justa y sostenible en términos sociales, ambientales y económicos. La segunda es producir más bienes y servicios ligados a la salud, que garanticen el acceso equitativo al sistema sanitario nacional. La tercera es impulsar la movilidad del futuro con productos y tecnologías nacionales. La siguiente se refiere a equipar a las fuerzas armadas y de seguridad con mayor producción nacional de alta tecnología. Otras se refieren a adaptar la producción de alimentos a los desafíos del siglo XXI; digitalizar empresas y hogares para aumentar las capacidades tecnológicas del país; desarrollar el potencial minero argentino con un estricto cuidado del ambiente; modernizar y crear empleos de calidad en los sectores industriales tradicionales; potenciar encadenamientos productivos a partir del sector primario para generar más trabajo y más desarrollo; y, finalmente, la última misión busca duplicar las exportaciones para hacer sostenibles las mejoras sociales y económicas.
-El rumbo está claro, ¿cuáles son los pasos a seguir?
-En los próximos meses vamos a tener treinta reuniones en las veinticuatro provincias argentinas para ir discutiendo distintas misiones, con actores del sector productivo y referentes territoriales. Arrancamos el 19 de abril en Ushuaia y vamos terminar en julio en La Quiaca. En la segunda parte del año, haremos una tarea de síntesis, de reflexión y escritura sobre cómo poder llevar a cabo las misiones y para diciembre esperamos tener un primer documento de avance. Esto nos va a permitir arrancar el 2023 publicando el primer documento completo que, estimamos, tendrá unas mil páginas. Esperamos que impacte y que contribuya al proceso de toma de decisiones.