Nicolás Olszevicki: “Me parece excitante la ciencia como método para entender el mundo”
Diálogo con el autor de Sexo Animal, libro recién publicado por Editorial Planeta, que explora cómo la evolución moldea el comportamiento.
Nicolás Olszevicki se dedica a la comunicación de la ciencia y la tecnología porque la divulgación científica “es lo que más le gusta hacer”. Actualmente, se desempeña como asesor del Ministerio de Salud de la Nación, espacio al que llegó tras haber dirigido durante dos años la comunicación de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires. Su background principal en este campo lo obtuvo de la mano de su trabajo en medios como Télam, Página/12 y Filo.News. Este doctor en Letras es un enamorado de la teoría de Darwin. Y ese amor fue el puntapié para escribir, en coautoría con el biólogo Matías Pandolfi, el flamante libro Sexo Animal. En diálogo con la Agencia de noticias científicas de la UNQ, explica cómo la evolución moldea el comportamiento. Y lo hace en primera persona.
–¿Qué fue lo que lo motivó a hablar y escribir sobre ciencia?
–Cuando recién arrancaba en el periodismo, entrevisté al mejor divulgador científico: Leonardo Moledo, por entonces editor del suplemento Futuro, de ciencia, que salía en el diario Página 12. Fue él quien me mostró otra manera de mirar a la ciencia: una manera mucho más histórica, más filosófica, menos cándida, menos heroica y naif. Y eso me encantó. Además, por supuesto, un hecho significativo fue que me invitó a trabajar con él en el diario.
–¿Cómo se involucró en el proyecto de escritura de Sexo Animal?
–Hacía mucho tiempo que lo quería escribir. La teoría de la evolución es mi teoría favorita del mundo, me parece increíble porque combina una capacidad explicativa impresionante, con una simpleza también impresionante. Realmente no hace falta ser especialista en nada para entender la teoría de la evolución. Suele estar mal comprendida socialmente, y tiene algo de mala fama, fundamentalmente en las ciencias sociales. Por eso me pareció que era hora de empezar a desandar ese camino.
–Además le debe interesar el comportamiento de los animales…
–Claro. Siempre me interesaron los comportamientos animales. Si algo me dice la teoría de la evolución es que nosotros, los humanos, somos parte de ese proceso evolutivo. Y entonces es natural encontrar ciertas similitudes con otras especies. En ese sentido me resultaba muy interesante ver algunos de esos comportamientos y, especialmente, qué relación puede haber con cómo somos nosotros. Esos fueron los dos puntapiés. Lo convoqué a Matías Pandolfi, que era un especialista en comportamiento animal, para escribirlo juntos.
–¿Por qué el título? Debo confesar que suena taquillero…
–Más allá de que es un título que llama la atención y de que es una manera de condensar muchos de los temas que se tratan, el sexo es el comportamiento en torno al cual se organizan casi todos los otros comportamientos de los animales. Por otro lado, en el libro el tema del sexo en diversas formas tiene un rol central: ocupa tres de los ocho capítulos. Fue una cuestión de importancia y de impacto.
–¿Qué les espera a los lectores?
–Se van a encontrar con explicaciones evolutivas de ciertos comportamientos que, a veces, creemos que son exclusivamente humanos y no lo son. La idea fundamental es que, a partir de ejemplos curiosos y graciosos, se entienda cómo la evolución moldea el comportamiento.
–¿Los moldea realmente?
–Por supuesto. La evolución te explica ciertos comportamientos que, desde el punto de vista evolutivo, parecen difíciles de explicar. Por ejemplo, ¿cómo explicar por qué un animal resigna su potencial de supervivencia para ayudar a otro? La idea que se muestra en el libro es que este tipo de comportamientos, a los que podemos sumar la moral, la monogamia, la poligamia o la infidelidad, no surgen de la nada sino que tienen explicaciones evolutivas. Tratamos de ver, entonces, cómo los teóricos evolucionistas los explican y le otorgan sentido.
–En el pensamiento evolutivo muchas cosas no están cerradas….
–Exacto. Esto te permite mostrar otras cosas. Una de ellas es que la ciencia no es definitiva. Comunicar ciencia no tiene que ser comunicar el descubrimiento final. A veces, comunicar ciencia es comunicar lo que se está pensando, las discusiones, las hipótesis que hay en lucha. En realidad, la ciencia de verdad, se parece más a eso que a soluciones definitivas.
“Comunicar ciencia es comunicar lo que se está pensando, las discusiones, las hipótesis que hay en lucha. En realidad, la ciencia de verdad, se parece más a eso que a soluciones definitivas”.
— Nicolás Olszevicki, comunicador científico.
–¿Qué capítulo recomendaría leer y por qué?
–Si el interés es entender la teoría de la evolución, los primeros dos capítulos, que son una síntesis bastante acotada de esta teoría; no sólo de Darwin sino con sus modificaciones posteriores. Pero a mí me gusta mucho el capítulo 3, que habla de la moral. Precisamente porque aquí se pone a la teoría de la evolución en un brete, porque tiene que explicar algo que parece inexplicable. Sin embargo, se explica muy bien.
–Los humanos son animales… ¿protagonizan su libro?
–No trata de humanos en ningún momento, salvo alguna referencia lateral. En esa línea, evalúa algunos comportamientos que son interesantes porque tienen algún correlato con los humanos. Pero lo que me gusta mucho del libro es que leyéndolo uno puede entender realmente qué es la teoría de la evolución y por qué es la mejor teoría de la historia de la humanidad. El público que lea el libro, realmente va entender la evolución. Es un libro que, además, puede ser divertido por las anécdotas. Hay cosas que son atractivas y atrapantes, como la evolución de la monogamia, si hay comportamiento sexual no reproductivo en otras especies, o bien, si hay masturbación.