Canibalismo celular: ¿Puede el ser humano comerse a sí mismo para preservar su vida?
Se trata de la autofagia, un mecanismo natural del cuerpo que reduce la probabilidad de contraer enfermedades y algunos vinculan con la pérdida de peso y una apariencia más joven.
El individuo enfrenta permanentemente daños a sus células y tejidos, debido no sólo a señales del entorno sino también al deterioro propio de la madurez y el envejecimiento. Sin embargo, el organismo posee mecanismos para protegerse de las células dañadas, ya sea deshaciéndose de ellas o bien impidiendo que se propaguen. Entre esos mecanismos destinados a suprimir la existencia de células dañadas, perjudiciales para la salud o innecesarias para el correcto funcionamiento de los aparatos y sistemas, se encuentra la “autofagia”. La palabra, derivada del griego, hace referencia a la idea de “comerse a uno mismo”, que sería el mecanismo por el que las células del cuerpo se degradan y reciclan sus propios componentes.
¿Cuál es la función de la autofagia, esta especie de “banquete humano”? En diálogo con la Agencia de noticias científicas de la UNQ, Ayelen Valko, doctora en Ciencias Biológicas de la UBA, dice que la autofagia se puede definir como un mecanismo esencial y básico de la fisiología celular, por el cual las células se autocomen. “Es un proceso de autodigestión de los propios componentes de la célula, que se puede desencadenar cuando hay proteínas mal plegadas o cuando hay organelas dañadas y que permite a las células eliminar estos elementos y, al mismo tiempo, reciclar nutrientes”, explica.
Y agrega que, además, este mecanismo se exacerba por encima de los valores normales, cuando las células son sometidas a condiciones de estrés, por ejemplo, el ayuno. “Cuando la célula no puede obtener energía y nutrientes del afuera para sobrevivir, necesita obtenerlos desde adentro, para lo cual empieza a degradar sus propios componentes y es ahí donde obtiene la energía y los nutrientes que necesita”, destaca.
¿Cómo es el proceso?
Según explica Valko, existen distintas clases de procesos de autofagia. El más estudiado es la macroautofagia, que consiste en la formación de una vesícula, llamada autofagosoma, algo así como una esfera o un compartimiento cerrado, que se forma como si fuera un saco de membrana que se va cerrando sobre sí mismo, y en ese proceso, captura componentes de la célula. Esto es algo que puede ocurrir al azar o de manera selectiva.
“La vesícula puede seleccionar, dependiendo de la clase de estrés, el componente que va a ser encapsulado, o puede simplemente cerrarse agarrando cosas al azar”, detalla la especialista. Luego, la vesícula se fusiona con el lisosoma, que es básicamente el estómago de la célula, donde hay encimas y un ph ácido que permite la degradación de aquello que está adentro. “Al fusionarse libera su contenido y hace que se degraden esas estructuras que fueron atrapadas en la autofogosoma y se obtenga, de este proceso, energía y nutrientes”.
El rol en las enfermedades neurodegenerativas
Se sabe que este mecanismo celular se ralentiza con la edad y que los defectos de la autofagia contribuyen a una amplia variedad de enfermedades, como el Alzheimer y el Parkinson. En esa línea, en 2016, Yoshinori Ohsumi, un biólogo celular japonés, ganó el premio Nobel gracias a su investigación sobre los mecanismos de autofagia, contribuyendo a un mejor entendimiento de enfermedades neurodegenerativas.
En ese sentido, los investigadores creen que al activar la autofagia o reparar el mecanismo en casos donde la disfunción se ha establecido, enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson pueden ser un punto clave de intervención.
Autofagia y cáncer: ¿un rol dual?
El campo de la autofagia y el cáncer es enorme, pero básicamente se dice que el rol de la autofagia en el cáncer puede ser dual. Algunos trabajos describen que tiene un papel de supresión de tumores pero hay otros que explican que promueve el desarrollo de tumores.
Valko apunta que dentro del primer grupo de trabajo, “lo que se vio es que hay una correlación entre lo que es el bloqueo o la interrupción del proceso de atofagia a traves de la mutación que produce la pérdida de función de ciertos genes involucrados en la autofagia con cierto tipo de cáncer en humanos”. Esto sería la evidencia de que la autofagia se necesita para suprimir el desarrollo tumoral. Por otro lado, los trabajos que hablan de la autofagia favoreciendo el desarrollo tumoral, enfatizan que una vez formado el tumor, las células tumorales requieren de autofagia para poder sobrevivir a las condiciones de estrés a las que están sometidas, porque hay bajos niveles de nutrientes y de oxígeno, por ejemplo.
La comprensión del mecanismo de la autofagia gana cada vez más popularidad al ser relacionado con la pérdida de peso y la longevidad. Para los expertos, el ejercicio de alta intensidad podría resultar la forma más sencilla y eficaz de activar la autofagia. Aunque, también, puede inducirse mediante el ayuno intermitente, al forzarse al cuerpo a consumir componentes distintos de la comida para alimentar a las células, como son la grasa o los residuos.
En este punto es importante destacar que el mecanismo no se inicia a partir de un cierto número de horas en ayuno sino que aparece gradualmente. Por eso, no se necesitan ayunos extremos sino que bastaría con alargar ligeramente las horas de ayuno nocturnas, adelantando la hora de la cena y posponiendo la primera comida de la mañana.
Con todo, tan fundamental resulta este mecanismo que parece que mantener niveles adecuados de autofagia en el organismo podría ser clave para disfrutar de una vida larga y saludable.