Alimentación intuitiva: el método que propone entablar una nueva relación con la comida

Este enfoque radicalmente diferente a las dietas tradicionales anima a comer con conciencia y plantea dejar de contar las calorías. La opinión de las especialistas.

La alimentación intuitiva ofrece una forma más relajada de comer. Crédito: El confidencial.

Desde muy joven, Nicole se embarcó en una lucha constante por alcanzar un objetivo de peso que siempre parecía estar fuera de su alcance. Su historia comenzó en su adolescencia cuando, influenciada por los estándares de belleza de la sociedad y las revistas de moda, decidió hacer su primera dieta. Fue un comienzo inocente, pero pronto se convirtió en una obsesión. Así, a lo largo de su vida, experimentó innumerables dietas. Cada intento la llevaba a una pérdida de peso inicial, lo que la llenaba de esperanza y alegría. Sin embargo, con el tiempo, la monotonía y la restricción de estos planes la hacían caer en patrones poco saludables, lo que a su vez la sumía en un ciclo de culpa y desesperación. Su vida se convirtió en una eterna batalla contra la balanza y la lucha constante por mantener un peso específico afectó su autoestima, relaciones personales y salud mental.

La historia de Nicole es un reflejo de las miles de personas que viven adentrándose en el mundo de las dietas crónicas. Estos ciclos de dieta, trampa, rendición y repetición que, lamentablemente, son más comunes de lo que se cree.

De cara a esta realidad, en el siempre cambiante universo de la alimentación saludable, a menudo se encuentran consejos que parecen contraproducentes. Sin embargo, la alimentación intuitiva es un enfoque que desafía las convenciones tradicionales y se basa en la idea de que es posible confiar en el propio cuerpo para guiar las elecciones de lo que se come.

“Este tipo de alimentación otorga a la persona el papel de experto en su propio cuerpo y sus señales de hambre”, dice a la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ, Mariángeles Espiño, especialista en Nutrición y Diabetes, jefa del Servicio de Nutrición del sanatorio Trinidad Quilmes. Según detalla, su fundamento reside en la habilidad de aprender a escuchar y confiar en las señales internas del organismo, en lugar de depender de pautas alimenticias externas.

De manera sencilla, la alimentación intuitiva se basa en comer cuando se experimenta hambre y se detiene cuando se siente saciedad. Esta perspectiva no se relaciona con la adopción de dietas, restricciones alimentarias o la adherencia a planes de alimentación específicos. En su lugar, enfatiza la importancia de la confianza en el propio cuerpo, y en la identificación de las necesidades tanto físicas como emocionales.

En diálogo con la Agencia de noticias científicas de la UNQ, Mónica Katz, Médica Especialista Nutrición, autora del libro “Somos lo que comemos”, explica que se trata de respetar gustos, preferencias y sobre todo el propio registro de hambre y saciedad. “No hay prohibiciones sino que la persona debe aprender a tomar decisiones coherentes con su salud”. En ese sentido, asegura que este enfoque tiene dos desafíos fundamentales: “Por un lado, tomar decisiones en un entorno obesogénico, con productos en porciones pornográficas, es decir superestímulos. Pero, además, las personas deben abandonar las dietas canónicas tradicionales y comenzar a elegir basándose en necesidades y registros corporales”.

Esto puede resultar difícil de lograr ya que, tradicionalmente, al ser humano se le indica qué tiene que comer y  se le prohíbe ingerir ciertos alimentos.

Nuevos hallazgos

Un estudio de la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey, EEUU, al que pudo acceder la Agencia de noticias científicas de la UNQ, advirtió los beneficios de confiar en el propio apetito y comer cuando se siente hambre. La investigación hizo foco en la autorregulación del consumo alimentario, donde el propio organismo se erige como el principal indicador de cuándo experimenta sensaciones de hambre. Esta técnica se vinculó de manera significativa con mejoras tanto en la salud psicológica como física de los individuos que la adoptan.

Este enfoque anima a redescubrir el placer en comer. Crédito: Stock.

En ese sentido, el trabajo reveló que los participantes que adoptaron la práctica de la alimentación intuitiva exhibieron una mayor probabilidad de mantener un peso inferior y manifestaron una mayor satisfacción con su propia imagen corporal en comparación con aquellos que optaron por restringir su ingesta de alimentos. 

Los hallazgos se alinean con la creciente evidencia científica que señala la ineficacia de las dietas restrictivas en el contexto de la pérdida de peso.

¿Cómo se hizo la investigación?

Para obtener estos resultados, los investigadores realizaron una encuesta en línea que involucró a más de 6 mil adultos jóvenes de ocho países distintos. Los participantes respondieron a cuestionarios relacionados con su autoestima y su Índice de Masa Corporal (IMC), una métrica que se utiliza para evaluar si una persona mantiene un peso saludable o no. Además, los expertos categorizaron a los participantes en tres estilos de alimentación distintos: el intuitivo, el emocional y el restringido.

El estilo de alimentación emocional se caracteriza por responder a señales internas, como el estrés o la tristeza, mientras que la alimentación restringida implica limitar rigurosamente la ingesta de alimentos con el propósito de perder o mantener el peso. Los resultados revelaron que aquellos que se adhirieron a la alimentación intuitiva experimentaron un mayor grado de satisfacción con su imagen corporal, una autoestima más elevada y un menor peso en comparación con aquellos que optaron por una alimentación restringida o emocional.

En contraste, aquellos que optaron por una alimentación restringida o emocional presentaron una menor satisfacción con su imagen corporal, autoestima y mostraron un mayor peso. En ese sentido, la doctora Charlotte Markey, quien lideró la investigación y es docente en la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey, afirma: “A pesar de las constantes influencias culturales que sugieren la importancia de desoír las señales de hambre y saciedad de nuestro organismo, hay que confiar en estas señales y comer cuando se siente hambre, ya que parece ser lo más beneficioso para nuestra salud, tanto a nivel psicológico como físico”.

Principios clave en el día a día

Para aplicar la alimentación intuitiva en la vida diaria, el primer paso es aprender a escuchar al propio cuerpo. Antes de darle un bocado a esa galletita o abrir la heladera, conviene preguntarse si se tiene hambre real o se está comiendo por aburrimiento, estrés o emociones negativas. Esta autoevaluación es fundamental.

Una vez que se identifica el hambre real, hay que disfrutar de la comida sin culpas ni restricciones. En esa línea, se sugiere comer con conciencia, prestando atención a los sabores y texturas, algo que puede ayudar a sentirse satisfecho con menos comida.

Pero la alimentación intuitiva también implica detenerse cuando uno se siente satisfecho, incluso si aún le quedan alimentos en el plato. Aprender a reconocer las señales de saciedad del cuerpo es esencial para evitar el sobrepeso y disfrutar de una relación saludable con la comida.

Con todo, este tipo de alimentación demostró ser un enfoque efectivo y sostenible para el bienestar nutricional y emocional, y puede convertirse en un respiro para aquellos que vienen luchando durante años con dietas restrictivas y relaciones tóxicas con la comida.


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María Ximena Perez

Periodista, docente e investigadora. Doctora en Comunicación.