Fraudes científicos: cuando la ciencia presiona y los investigadores engañan

Un repaso por tres casos emblemáticos que durante los últimos años impactaron en campos como la salud y la física.

La tergiversación deliberada de los datos que conforman una investigación se conoce como fraude científico (imagen: www.expreso.ec).
La tergiversación deliberada de los datos que conforman una investigación se conoce como fraude científico (imagen: www.expreso.ec).

En la actualidad la comunidad científica está inmersa en una atmósfera de competitividad que incrementa día a día. La presión por demostrar resultados contundentes hace que algunos investigadores practiquen malas conductas y el fraude, probablemente, sea la más grave de todas. Los efectos, en algunas ocasiones, son de gran alcance; por caso, la maniobra realizada por el médico Andrew Wakefield dio inicio al movimiento antivacunas, responsable de los brotes de enfermedades virales. Nadie quiere quedar relegado en una carrera meritocrática que enfrenta a las mentes más pujantes de todo el mundo. Como los ejemplos son infinitos, desde la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ seleccionamos algunos de los más emblemáticos.

Movimiento antivacunas

En 1998 la prestigiosa revista The Lancet publicó un polémico artículo. Andrew Wakefield, el científico que lideró el trabajo, afirmaba haber encontrado la causa del autismo en doce niños. Y esa causa era nada menos que la vacuna triple viral que protege contra el sarampión, la rubeola y las paperas. Aunque la comunidad científica expresó su descontento con rapidez (doce niños para esta afirmación era una muestra muy pequeña), el artículo tuvo un gran impacto mediático e hizo que en Inglaterra los índices de vacunación se desplomaran. Los brotes de estas enfermedades evitables comenzaron a aparecer no solo en Europa sino también en Estados Unidos donde contaba con adeptos muy famosos como Jim Carrey.

En 2011, un periodista llamado Brian Deer publicó las investigaciones que llevaba hace años sobre Andrew Wakefield. El médico planeaba negocios millonarios que se harían realidad gracias al miedo que la población iba a tener de las vacunas. Entre estos desarrollos se encontraba una nueva vacuna contra el sarampión con su firma.

En la actualidad, las investigaciones de Wakefield son consideradas el fraude científico más grande de la historia. The Lancet retractó la publicación del artículo y lo retiró de su base de datos. En ese mismo año también, se le retiró la matrícula para ejercer medicina a Wakefield.

Los superconductores a temperatura ambiente

En 2020, Ranga Dias era un físico con una carrera prometedora y observado con atención por la comunidad científica. Su fama ascendió aún más cuando publicó un artículo en la prestigiosa revista Nature en el que afirmaba haber descubierto el primer superconductor a temperatura ambiente. La importancia de este descubrimiento radica en que es un material capaz de conducir electricidad, pero sin resistencia a la temperatura ambiente. En efecto, los superconductores que se conocen en la actualidad precisan bajar a temperaturas de nitrógeno líquido para poder mostrar esta propiedad. El artículo publicado por el científico de la Universidad de Rochester en Nueva York fue retractado por Nature en 2023.

A cuatro años de su publicación, Dias es famoso por el escándalo que provocó y no por sus descubrimientos científicos. Según pudo averiguar la revista Nature, el científico distorsionó los datos que explicaban la supuesta superconductividad, también manipuló a los estudiantes que trabajaban con él y los excluyó de pasos clave. A pesar de ser consultado, Dias no hizo declaraciones a la revista.

El Alzheimer e imágenes alteradas

En 2006, Sylvain Lesné de la Universidad de Minnesota publicó un artículo en la revista Nature en el que explicaba una de las posibles causas del desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. El científico responsabilizaba a la acumulación de placas de beta amiloide de un subtipo específico. La beta amiloide es una proteína que forma parte esencial de la transmisión de información entre neuronas pero que, al formar estas placas, desencadenaba la enfermedad. La acumulación de esta proteína no era algo nuevo, pues se tenían datos sobre ello desde la década del 90 y ya se sabía con bastante certeza la influencia de estas estructuras en la enfermedad de Alzheimer.

Lesné, sin embargo, se enfocaba en un subtipo muy específico de beta amiloide, la “AB56” y lo hacía blanco de posibles drogas que se desarrollen para la lucha contra esta enfermedad. En 2021, Matthew Schrag, neurocientífico y médico de la Universidad de Vanderbilt, estudió los desarrollos de fármacos contra el Alzheimer. Algunos de ellos, como el Simufilam de Cassava Sciences, parecían mejorar las funciones cognitivas gracias a impedir la acción de AB56. El científico identificó imágenes alteradas o duplicadas en varios de los artículos que avalaban la acción de Simufilam e informó a la FDA (el ente regulador equivalente a Anmat en Estados Unidos), en la medida en que se habían invertido decenas de millones de dólares en el desarrollo de este fármaco. Los hallazgos de Schrag fueron publicados en la revista Science.

Schrag continuó con la investigación y se topó con el artículo de Lesné y concluyó que las imágenes que se mostraban en ese artículo estaban alteradas para mostrar una mayor presencia AB56. Si bien el rol de esta proteína no es tan relevante como se pensaba, la hipótesis de los beta amiloides en relación a las causas de la enfermedad sigue firme gracias a la enorme cantidad de información chequeada y confiable que se publicó en artículos científicos.


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Nadia Chiaramoni

Licenciada en biotecnología. Doctora con mención en ciencias básicas y aplicadas