Cuentos antes de dormir: la herramienta científica para desarrollar el cerebro infantil

Aunque las pantallas dominan el día a día, los libros impresos siguen siendo insustituibles para estimular el desarrollo cognitivo y emocional de los niños. Así lo afirma un estudio reciente.

Mientras el niño escucha atentamente el cuento, su cerebro está absorbiendo patrones lingüísticos esenciales para su futura alfabetización. Crédito: Ser padres.
Mientras el niño escucha atentamente el cuento, su cerebro está absorbiendo patrones lingüísticos esenciales para su futura alfabetización. Crédito: Ser padres.

Imagine estar acostado junto a su hijo, que apenas balbucea, mientras le lee en voz alta un libro que resistió el paso del tiempo. Tal vez sea un clásico que también le leyeron a usted de niño, o uno de esos que compró en una librería de barrio porque alguien le aseguró que “era ideal para los pequeños”. De repente, algo ocurre. Su hijo lo observa con esos ojos grandes, llenos de curiosidad, como si quisiera saber si usted también cree en esos mundos llenos de colores y animales que hablan. Lo que quizá no sepa es que esa escena tan simple y cotidiana podría estar moldeando el cerebro de su hijo, el mismo cerebro que algún día deberá resolver ecuaciones complejas o aprender a programar.

En tiempos en los que el iPad ilumina la mesita de luz como si fuera un nuevo oráculo, la idea de leer un cuento antes de dormir puede parecer algo del pasado. Sin embargo, la ciencia respalda la vigencia de este ritual compartido. La Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes accedió a un informe de la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP), publicado en la revista Pediatrics, que revela que leerles en voz alta a los niños desde que nacen tiene un impacto transformador. Según el estudio, quienes crecen escuchando cuentos desarrollan sus habilidades lingüísticas más rápido, se preparan mejor para la escuela y, lo más importante, crean un vínculo emocional que ninguna pantalla puede reemplazar.

El impacto en el cerebro infantil

Durante los primeros años de vida, el cerebro infantil experimenta una rápida expansión y una notable plasticidad. En este proceso, las experiencias tempranas, como la lectura en voz alta, juegan un rol clave. Al escuchar historias, el niño descifra palabras y frases, pero también comienza a asociar significados, a desarrollar habilidades lingüísticas y a formar conexiones neuronales esenciales para su futura alfabetización.

Según la AAP, aquellos que están expuestos a la lectura desde los primeros meses de vida obtienen mejores resultados en pruebas de vocabulario y comprensión lectora al llegar a la escuela primaria. Además, escuchar historias despierta su imaginación, ya que visualizan mentalmente los personajes y escenarios de los cuentos, lo que refuerza su capacidad para pensar de manera creativa.

Más allá de los beneficios cognitivos, la lectura compartida también favorece el desarrollo socioemocional. Durante estos momentos, adquieren nuevas palabras y experimentan el afecto y la seguridad que surge de la interacción cercana con sus cuidadores. Es decir, leer con los más pequeños genera momentos de interacción enriquecedores que, además de nutrir el cerebro, refuerzan los lazos familiares y brindan una base emocional sólida.

Estas interacciones tempranas son fundamentales para el desarrollo de habilidades como la empatía, la resolución de problemas y la comunicación interpersonal. A través de los cuentos, con sus personajes y conflictos, los niños exploran diversas emociones y situaciones sociales, preparándose para afrontar el mundo con mayor confianza.

Pantallas versus libros

En un contexto donde las pantallas parecen dominar la atención de grandes y chicos, la AAP advierte que los libros impresos brindan una interacción única que las pantallas digitales no pueden igualar. Aunque las tablets y otros dispositivos electrónicos resulten atractivos por sus colores y sonidos, no logran el mismo nivel de conexión emocional entre padres e hijos que un libro físico.

Investigaciones recientes indican que el uso de pantallas suele fomentar actividades más pasivas, disminuyendo las oportunidades de interacción directa. En cambio, leer en voz alta implica una participación activa tanto del cuidador como del niño, creando un espacio propicio para el diálogo y el aprendizaje conjunto. El simple gesto de pasar las páginas de un libro impreso, con sus ilustraciones y su lenguaje rico, genera una experiencia más significativa y enriquecedora.

Siguiendo esta línea, la ciencia resalta el rol fundamental de los cuidadores en la educación temprana. No se trata solo de leer por leer, sino de aprovechar estos momentos para conversar, hacer preguntas y expandir el vocabulario del niño. Cada palabra nueva, cada concepto comprendido, contribuye como un ladrillo a la construcción de su desarrollo cerebral. Por ello, se subraya la importancia de que los padres, educadores y cuidadores integren este hábito desde el nacimiento y lo mantengan durante los primeros años escolares.

Con todo, la simplicidad de este acto, tan antiguo como la narración misma, es una oportunidad para desconectarse del frenesí digital y reconectarse con lo esencial. Mientras el mundo sigue girando al ritmo de notificaciones y pantallas, la lectura en voz alta permanece como una de las maneras más efectivas de alimentar tanto la mente como el corazón de los niños.


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María Ximena Perez

Periodista, docente e investigadora. Doctora en Comunicación.