¿Por qué el antifeminismo y los discursos contra la igualdad aumentan en Iberoamérica?

Según un nuevo informe de una consultora privada, las conversaciones violentas y la manipulación de información que se desarrollan en las redes sociales explican buena parte del fenómeno.

Protesta pro-vida en Ecuador. Créditos: Mark Fox / Alamy Stock Photo.
Protesta pro-vida en Ecuador. Créditos: Mark Fox / Alamy Stock Photo.

Un informe publicado por la consultora española LLYC advierte que el antifeminismo y los discursos contra la igualdad aumentan en América Latina, España y Portugal. Por un parte, las búsquedas en Google sobre feminismo e igualdad disminuyeron alrededor del 60 por ciento en los últimos tres años. Este fenómeno coincide con la irrupción de posiciones contrarias y extremas en redes sociales que utilizan insultos, manipulan datos y mienten para deslegitimar al movimiento feminista. De hecho, se estima que la mitad de la comunidad de X se opone a la causa y emplea discursos violentos. En este sentido, los investigadores advierten que la polarización de los mensajes dificulta la conversación entre personas que piensan distinto y que “lo que podría ser un diálogo abierto y constructivo se ha convertido en un campo de batalla”.

“Hablar menos sobre igualdad ha fortalecido posturas contrarias a ella: en aquellos países donde el discurso feminista ha perdido relevancia, las voces antifeministas han ocupado ese vacío imponiendo narrativas que distorsionan la realidad. Además, en muchos casos, los argumentos a favor de la igualdad están perdiendo espacio ante discursos que caricaturizan el feminismo como una amenaza y alimentan una narrativa de rechazo basada en miedos infundados y desinformación”, resalta el documento disponible en la web.

En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes, Gregoria Cochero, especialista en Educación Sexual Integral, señala: “Cuando algo se polariza se pierde la contradicción, se transforma en un dilema y además se convierte en un asunto antagónico. Quienes nos desarrollamos en el feminismo tratamos de entender qué es lo que espanta y genera rechazo. Al mismo tiempo, tenemos la tarea de desmitificar, argumentar y contrarrestar todas las fobias que existen. Sin embargo, del otro lado hay una clausura del contenido y de la posición del feminismo”.

Entre las posiciones antifeministas, el estudio resalta que un tercio de los ataques están ligados a la supuesta radicalidad del movimiento, donde muchos usuarios de X lo tildan como “extremista”. Otro de los motivos que esgrimen es que el feminismo representa intereses políticos específicos vinculados a la izquierda y que amenaza valores tradicionales como la familia, la natalidad y el matrimonio.

A su vez, aunque el porcentaje no supera el 15 por ciento, hay quienes creen que la igualdad ya se conquistó y que el feminismo constituye una desventaja laboral y legal para los varones. En este aspecto, Cochero resalta que el movimiento feminista “molesta muchísimo”.

“De repente apareció en la vida cotidiana de las personas y empezaron a circular los conceptos para bien y para mal. Mientras que de un lado hablamos de la deconstrucción del sistema patriarcal y de la desigualdad en sus múltiples formas, del otro lado circulan conceptos como familia, amor y vida, donde nos tildan de romper familias y matar vidas no nacidas. Es muy difícil competir con eso a nivel afectivo”, sostiene la especialista, quien también es psicóloga social.

En esta línea, el estudio destaca que los discursos antifeministas crecen junto a los discursos de odio y se vinculan con comunidades ideológicas de derecha o extrema derecha. “Mientras el feminismo se adapta y argumenta, el contrafeminismo se cierra sobre sí mismo, repitiendo patrones de ataque y desinformación. Su crecimiento se basa más en la reacción y el rechazo que en la construcción de un discurso propio”.

En torno al rechazo, la comunidad antifeminista de X en Argentina suele usar términos despectivos y tildar a las mujeres de “putas” o “mal cogidas”, mientras que en países como España o Estados Unidos apuntan a cuestiones higiénicas o alusiones físicas como “gordas” o “vacas”.


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