Amanda Toubes, extrabajadora del Centro Editor de América Latina: “La represión forma parte de la cultura nacional”

La pedagoga recuerda la quema de libros de 1980 que realizó la dictadura y traza paralelismos con el presente.

Amanda Toubes, integrante del CEAL y testigo de la quema de libros en un baldío  de la localidad de Sarandí. Créditos: UNSL.
Amanda Toubes, integrante del CEAL y testigo de la quema de libros en un baldío de la localidad de Sarandí. Créditos: UNSL.

En 1980, en la localidad de Sarandí, durante la última dictadura cívico-militar (1976-1983), el gobierno de facto incendió veinticuatro toneladas de libros pertenecientes al Centro Editor de América Latina (CEAL), por considerarlos “subversivos”. A su vez, se ordenó que haya testigos del Centro: Amanda Toubes, trabajadora del CEAL, fue una y dialogó con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes

En las vísperas de una nueva marcha que se realizará el próximo 24 de marzo para exigir memoria, verdad y justicia, Toubes afirma: “El incendio de los libros fue un golpe social y político a nuestra cultura. Pero los libros se pueden recuperar, la quema de personas no”.

-¿Qué recuerda de la quema?

-Ocurrió después de la sentencia de un juez. Sabíamos que la policía estaba detrás del mundo editorial, pero nunca dejamos de trabajar. Los autores, los directores de colección, los dibujantes y todos los que hacíamos al CEAL teníamos cierta libertad porque publicábamos lo que queríamos y eso fue lo que enfrentó al gobierno dictatorial. Éramos un grupo de personas decidido a decir lo que pensaba y a trabajar por un sentido de verdad histórica, cuando muchos habían dejado de publicar por miedo. Lo hicimos con temor, entre llanto y problemas, pero trabajábamos full time. Más que un recuerdo, te diría que tiene mucha actualidad.

-¿Por qué?

-Porque la represión al hecho cultural sigue estando en la cabeza de muchos de nuestros gobiernos. Aún hoy hay posibilidades de oscurantismo. De hecho, la represión es un elemento presente en las concentraciones que se ve, por ejemplo, en la cantidad de plata que se gastó en fuerzas de seguridad para una protesta de jubilados. Y, encima, eso es manifestado como un éxito argentino y así sale en algunos diarios.

-La represión forma parte de la historia argentina pasada y actual…

La quema de libros de 1980 fue una demostración histórica de lo que es posible que pase en este país. Quemar libros fue y es una representación social, política y física de la represión. Fue penoso, pero hay que pensar algo: los libros se reponen, los cuerpos quemados, el robo de bebes y la desaparición y asesinato de personas, eso sí es para toda la vida. Entonces, volvamos al presente y veamos lo que se gastó en policía para enfrentar una concentración la semana pasada. Reprimir forma parte de la cultura nacional, ¿cómo permitimos que gobiernos denominados democráticos ejerzan esa fuerza policial?

-¿Qué piensa de que se reivindique la dictadura y la represión?

-Trato de no pensar en cosas fascistas, de derecha y totalmente autoritarias. Lo que sí puedo decir es que dicen lo que dicen y hacen lo que hacen porque pueden. Su existencia se debe a que parte de los argentinos los votaron y piensan como ellos. Tenemos que traspasar la barrera de la derecha porque no hemos llegado a una democracia plena.

Amanda Toubes, trabajadora del Ceal, fue obligada a presenciar la quema al igual que Ricardo Figueira, que toma la foto. Créditos: Ricardo Figueira.
Toubes, la mujer que camina con un bolso, fue obligada a presenciar la quema al igual que Ricardo Figueira, el fotógrafo y archivista del CEAL. Créditos: Ricardo Figueira.

-¿Cómo se llega a una democracia plena?

-Tenemos una barrera de insuficiencia democrática y por eso la represión está presente en los gobiernos. Nos falta atravesarla y pensar más sobre la historia de dolor, de sacrificio, de desapariciones, de muertes y de avasallamiento que vivimos en este país. Esas muertes están presentes hoy. Los cuerpos derrotados, apaleados, torturados y asesinados no se reponen, todo lo demás nos queda a nosotros como responsabilidad cívica, política y humana.


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