
Por Laura Silvera *
7:30 AM. ¡Ya es hora de levantarse!
El reloj no perdona. Lucía Funes, de 35 años, ya está despierta. La leche hierve mientras la casa comienza a llenarse de ruidos. Lucas, de 11 años, con su mochila aún sin organizar, se pone la túnica, mientras Juan, de 4, con los ojos medio cerrados, pide hacer pichí. La rutina se ha convertido en un flujo natural de tareas del hogar, cuidado de los hijos y la profesión. Lucía está en pareja hace 14 años, en los que cuenta que han vivido procesos individuales y colectivos que han cambiado la mirada respecto a las tareas del hogar, sobre todo la de él.
“Aparte, él es más grande, de otra generación, con otro tipo de crianza. Pero, igualmente, uno se da cuenta de que, en definitiva, siempre está un poco más recargada la figura de la mujer. A veces no me permito liberarme de la rosca, y veo que los hombres pueden dejarlo para después o que no les importa tanto”, cuenta Lucía.
Después de dejar a sus hijos listos para la escuela, se toma unos minutos para organizar sus materiales. Lucía es maestra en la escuela N°97 ubicada en el barrio de Maldonado Nuevo, Uruguay. A pesar de los años en la profesión, cada jornada representa un desafío distinto. El aula es su refugio, un lugar donde su voz se convierte en guía.
“El trabajo remunerado me da libertades, me motiva, me da independencia y seguridad. Es algo por lo cual he trabajado, estudiado y profesionalizado para alcanzar los objetivos que me he propuesto. Sin embargo, el trabajo no remunerado puede ser aún más agotador, a veces irme a trabajar fuera de casa es una liberación”, relata Lucía.
10:30 AM. ¡Si no me ayudás, no vamos a llegar a tiempo!
La cuestión del trabajo no remunerado dentro de los hogares sigue evidenciando la desigualdad. Según una investigación realizada desde 2007 hasta 2022 por la economista Maira Colacce, del Instituto de Economía de la Universidad de la República, las mujeres realizan entre el 60 y el 70 por ciento de las tareas del hogar, lo que representa una jornada adicional de trabajo.
Sin embargo, las últimas cifras muestran cambios: las mujeres trabajan más en el mercado y realizan menos trabajo no remunerado, mientras que los hombres se encargan cada vez más de tareas de cuidado infantil. “Lo que veíamos en 2017 es que los varones de niveles educativos altos eran los que destinaban más horas al cuidado de niñas y niños de 0 a 12 años. Pero en 2021, esto se generalizó a varones de niveles educativos medios y bajos, algo que no veíamos en los datos de 2007″, explica Colacce.
12:30 PM. ¡Siempre hay algo para hacer!
Mario Fountoura, de 39 años, vive en el barrio Goes de Montevideo, junto a su hija Isa, de 3 años. Como psicólogo con una década de experiencia, su jornada laboral se extiende 10 horas. Instaló su consultorio en el living de su casa, una decisión que no solo responde a una cuestión de comodidad, sino también a un cálculo práctico: administrar mejor sus ingresos y destinar más recursos al cuidado de Isa y a la limpieza de la casa.
“Me dedicaría más a los cuidados que a mi trabajo pero, por necesidad económica, tengo que trabajar diez horas al día. Eso me parece una gran injusticia, especialmente cuando estás paternando. Nunca hubiese trabajado tanto si no hubiese sido padre”, menciona Mario.
Los fines de semana que no está con Isa, Mario aprovecha para compartir con su pareja y hacer algunas actividades recreativas, como jugar al fútbol o simplemente despejar la mente. El domingo, ya entrada la tarde, Mario levanta a Isa para retomar la rutina semanal, que padre e hija han construido.
“Me dicen mis amigos: ‘Eso que haces tú, no podría’. Y lo más clásico es: ‘¿Por qué no se la dejas a la madre?’. Algunos me cuestionan, y más los que no tienen hijos. He dejado de frecuentar mucho esos grupos, porque los horarios no me lo permiten. A mí me pasa, que hablo mucho más con las parejas de mis amigos de lo que es la crianza, y amigas que me dicen: ‘Mario, vení que estamos charlando de tal cosa’. Isa me ha acercado mucho más al círculo de mujeres madres”, cuenta Mario.
2:30 PM. Acordate que hoy hay reunión en la guardería
En la oficina de Maira, el sonido lejano de risas y juegos irrumpe suavemente en la conversación. Son niñas y niños disfrutando del patio, en el marco de las políticas de espacios de cuidado que la Udelar implementó, esenciales para llevar adelante la vida laboral y académica.
“La expansión de los espacios de cuidado infantil entre 2010 y 2019 fue notable, con una cobertura del 86 por ciento en todo Uruguay. Esto redujo las horas de trabajo no remunerado, especialmente en lo que refiere al cuidado de las infancias. Sin embargo, el ratio entre mujeres y varones sigue siendo desigual, ya que las mujeres y los hombres realizan tareas de cuidado diferentes”, comenta Maira.
Un hallazgo sorprendente en la investigación fue el aumento en las horas de trabajo no remunerado entre los hombres jubilados de entre 60 y 75 años, con niveles educativos altos. “Los nuevos abuelos comenzaron a participar más en actividades de cocina, limpieza y cuidados de sus nietos, lo cual fue muy interesante y gratificante“, agrega Maira.

4:30 PM. No te olvides de bañar a tus hermanos
El recreo ofrece a Lucía un respiro breve de su rol docente. En esos minutos, coordina con su esposo Héctor los pendientes del día: compras, lavar ropa o recoger a los niños. Al sonar el timbre, las y los estudiantes regresan al aula, con las túnicas desordenadas y gotas de sudor en la frente.
Lucía trabaja en una escuela del Programa APRENDER (Atención Prioritaria en Entornos con Dificultades Estructurales Relativas), que tiene como objetivo la inclusión educativa para garantizar el acceso y permanencia de las niñas y niños en el sistema educativo, así como el logro de aprendizajes de calidad. En ese proyecto, la mayoría de las familias son monoparentales, encabezadas por madres y con padres ausentes.
“Esta situación se refleja en las niñas, quienes desde muy pequeñas asumen gran parte de las responsabilidades domésticas, ya que ayudan a sus madres y se encargan de la crianza de sus hermanos en familias numerosas. En el caso de los varones, suele haber una hermana mayor, una prima o una abuela que los cuida un poco más. Sin embargo, la vulnerabilidad en la infancia está presente en ambos géneros”, comenta Lucía.
6:30 PM. Me toca a mí, ¿no?
Maira se detiene por un momento y toma un respiro profundo mientras sus manos descansan sobre la mesa. Sus ojos miran al frente, buscando un instante de calma antes de continuar. “El uso del tiempo cambia lentamente, ya que está profundamente arraigado en la estructura de los hogares. Es difícil para el Estado llevar a cabo políticas eficaces, ya que implica un acuerdo entre las personas del hogar”, explica la economista.
Existen políticas para fomentar la participación de los varones en las tareas de cuidado. Una de ellas son las licencias, generalmente vinculadas al mercado laboral. A pesar de que muchos países las ofrecen, rara vez las utilizan los hombres.
En Uruguay, por ejemplo, la licencia de cuidado de medio horario (de 3 a 6 meses) con reemplazo salarial completo está disponible tanto para madres como para padres, pero el 98 por ciento de quienes la usan son mujeres. Es uno de los tres países de América Latina, junto con Chile (12 semanas) y Ecuador (39 semanas, sin remuneración por parte del sistema de seguridad social), que cuentan con este tipo de derechos.
“Para cambiar esta tendencia se deben implementar estrategias que fomenten la participación de los varones, como hacer que la licencia de cuidado sea exclusiva para ellos. En los países nórdicos, esta medida ha aumentado el involucramiento de los padres en la vida cotidiana de sus hijos e hijas.”, agrega Maira.
8:30 PM. Si no te organizás, todo se va acumulando
Isa se acerca a su padre con los ojos brillando de emoción y, señalando algo con entusiasmo, le dice: “¡Mirá, mirá! Un perrito, un perrito. ¡Mirá la carita! ¡Ah, los ojos! Tengo que pintarle los ojos…”. Isa se sienta en el piso rodeada de miles de mini juguetes que barre con una escoba, le pide a su padre que la ayude a cargar la pala para meterlos en un gran recipiente que luego vuelve a volcar una y otra vez.
“Tengo pacientes varones cuyos hijos viven con su ex. Yo aprovecho esos momentos para hacer algunas preguntas, como ‘¿Por qué no los ves todos los fines de semana?’. La terapia es un espacio clave para que los varones se cuestionen estas dinámicas, ya que socialmente no estamos habilitados a hablar de estas cosas“, señala Mario.
10:30 PM. Vamos a aprovechar que se durmieron para limpiar
Maira traga saliva, como si de algún modo preparara su voz para lo que está por decir y, tras una ligera pausa, retoma la conversación. Cada palabra que emite trae años de invisibilización de estas temáticas.
“El mercado laboral se presenta como uno de los principales motores de cambio en los hogares. En este contexto, las brechas salariales entre mujeres y varones refuerzan la distribución desigual del trabajo no remunerado. Si analizamos quién trabaja más o menos dentro del núcleo familiar, resulta evidente que, en muchos casos, el varón gana el doble que la mujer”, comenta.
Para ella, esta disparidad salarial justifica, en un punto, que la mujer no trabaje: si debe pagar por cuidados o servicios para poder trabajar, la ecuación no tiene sentido. Es, en términos económicos, una decisión racional en muchos hogares. Sin embargo, hay familias que terminan perdiendo dinero debido a la división sexual del trabajo.
Por lo tanto, hay un trabajo pendiente dentro del mercado laboral, especialmente en lo relacionado con las políticas de empleo y la brecha salarial. “Ahora que las mujeres están mejor educadas, el panorama debería cambiar. Tenemos el potencial para acceder a salarios más altos, pero las estructuras laborales aún no han logrado reflejar esa equidad”, agrega Maira.
1:30 AM. ¡Al fin un poco de paz y tranquilidad!
* Estudiante de la Especialización en Comunicación, Gestión y Producción Cultural de la Ciencia y la Tecnología de la Universidad Nacional de Quilmes.