Nadie se salva sólo: cuando los vecinos y vecinas se organizan para resolver problemas cotidianos

Laura Lobato, terapista ocupacional de la UNQ, investiga las tareas que realizan comedores y centros comunitarios, y estudia las tensiones que aparecen con las nuevas generaciones.

Créditos: Colectivo de a Pie.
Créditos: Colectivo de a Pie.

Desde el Observatorio de Políticas Públicas y experiencias comunitarias de Niñez y Adolescencia de la Universidad Nacional de Quilmes, la terapista ocupacional Laura Lobato investiga las estrategias que llevan adelante diferentes vecinos y vecinas de barrios vulnerables para poder acompañarse entre sí frente a problemas cotidianos. Así, por ejemplo, se organizan en comedores y centros comunitarios para brindar meriendas para una gran cantidad de infantes o ayudar en casos de abusos o consumos problemáticos. “Estos cuidados los empezaron las mujeres en la década del 80, con las primeras ollas populares debido a la super inflación, y luego se organizaron en espacios como los comedores. La tradición se pasó de padres a hijos y ya es la cuarta generación de personas que reproduce estas actividades”, dice Lobato a la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ.

De esta manera, la especialista explora las diferentes estrategias que utiliza puntualmente Colectivo de a Pie, una red que nuclea a 16 centros comunitarios de diferentes partes del conurbano, como Quilmes, Florencio Varela y Berazategui. “Un cuidado es más que dar un alimento, me interesa ver qué importancia tienen estas actividades a nivel intergeneracional, y los valores que los acompañan, como la solidaridad y el cooperativismo”, manifiesta.

Y detalla que los problemas que atraviesan a las poblaciones más vulnerables varían según, por ejemplo, el barrio, el grupo etario y las familias. Así, el acompañamiento entre vecinos, a través de comedores y centros comunitarios, se expresa en dar la comida, enseñar, articular con la Secretaría de la Niñez en caso de abusos, generar actividades para ejercer el derecho al juego, realizar espacios de debate, escucha y pertenencia o acompañar en el barrio en casos de abuso policial. Los públicos objetivos son principalmente las infancias y adolescencias.

Gracias a esta mirada de la terapia ocupacional anclada en los aspectos sociales de las comunidades, y no sólo en lo que refiere a la rehabilitación de la salud, es que Lobato recibió una beca de investigación y extensión otorgada por la Organización de Estados Americanos para desempeñarse en la Universidad Federal de San Carlos, Brasil. “Curso dos seminarios y también dicto la materia ‘Terapia ocupacional social’, que es similar a la que doy en la UNQ. Es una oportunidad única porque me permite enriquecerme profesionalmente y cruzar conocimientos con colegas de distintas partes de América Latina que no ven la terapia ocupacional desde el enfoque tradicional. Es puro aprendizaje y reflexión con nuevas miradas”, cuenta a la Agencia.

Entre las conclusiones preliminares que nota Lobato alrededor de su investigación está la transmisión de valores entre generaciones y también la interpelación del feminismo en las nuevas adolescentes y jóvenes. “Estas ocupaciones de cuidado colectivo tienen valores intrínsecos que no nacieron de la noche a la mañana. Desde los 80 se forjaron cuestiones entre vecinos como la solidaridad, el compromiso, la militancia y la cooperación“, explica.

Y continúa: “Sucede que, si bien los cuidados se transmitieron de padres y madres a sus hijos o entre familias, en la actualidad aparecen discusiones nuevas que antes no estaban. Por ejemplo, las mujeres empiezan a preguntarse por qué esos cuidados no son considerados trabajos ni son remunerados“, dos discusiones que fueron puestas en la mesa durante la última ola del feminismo.

En este sentido, Lobato apuesta porque esta lectura de las estrategias, la tradición y las nuevas tensiones que aparecen en las comunidades sean un aporte y un aprendizaje para quienes realizan terapia ocupacional en los distintos ámbitos. “En la UNQ tenemos también la Tecnicatura en cuidados y acompañamientos de las personas mayores; allí todo el equipo docente está muy vinculado a explorar, producir y pensar el tema de los cuidados de las vejeces. Eso también me gustaría introducirlo en esta investigación”, apunta.

El foco, entonces, tanto desde el Observatorio como desde la carrera de Terapia Ocupacional dictada en la UNQ está puesto en todos los sectores vulnerables: infancias, adolescencias y personas mayores. Por ejemplo, durante la pandemia se realizó una actividad en conjunto para que los niños, niñas y adolescentes puedan escribir en papel sus alegrías, tristezas y otros sentimientos.

También, realizaron un mapa interactivo con el fin de que las personas puedan conocer los diferentes centros que existen en el conurbano sur, como Asociación Civil “Triunfo y Fortaleza”, Caritas Sucias o Centro Comunitario Sol Naciente. Una herramienta que no sólo puede ser útil para quienes no saben sobre estas organizaciones, sino también para que pueda crecer la red de contactos entre ellas. El objetivo es siempre el mismo: que la salida sea colectiva.


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