
Según los últimos datos de la Secretaría de Investigación, la UNQ alcanzó una paridad en cuanto a la participación de las mujeres en el Sistema de I+D (50 por ciento de hombres/50 por ciento de mujeres) en el 2023, pero a su vez dicha paridad se diluye cuando aumenta la jerarquía de roles, representando las mujeres solo el 46 por ciento. Tal es así que en la base piramidal, en el cargo de instructor, los hombres representan el 43 por ciento frente a las mujeres que ocupan el 57 por ciento; mientras que en el cargo jerárquico más alto (titular), ellos representan el 76 por ciento y ellas el 24 por ciento.
Laura Trebucq, miembro fundadora de Mujeres en CyT de la UNQ, cuenta a la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ: “En estos últimos 10 años, hubo un acortamiento en la brecha de género respecto a los roles jerárquicos. Más mujeres han accedido a puestos de liderazgo y toma de decisiones, por ejemplo, autoridades superiores del sistema universitario, autoridades de ministerios y secretarías de ciencia y tecnología a nivel nacional, y cargos más jerárquicos en el Conicet”. En línea con lo planteado, un ejemplo es el caso de María Alejandra Zinni que es la primera vicerrectora mujer de esta Universidad.
Nuevos espacios de visibilización
“Ni Una Menos implicó la revisión de todos los espacios institucionales, por ejemplo, aquellos que componen al sistema científico y tecnológico y que permiten o impiden la participación de mujeres cis y trans en este campo. En primer lugar, este movimiento tocó una fibra hacia adentro de cada una de nosotras y luego salió afuera en forma de organización”, desglosa Victoria Obregón, docente del Diploma de Posgrado en Géneros, Feminismos y Derechos Humanos, a la Agencia.
En este sentido, se visibilizaron las violencias y discriminaciones que sufren las mujeres día a día en el entorno laboral. Esto habilitó la creación de diversos espacios de debate y programas de género en las universidades. Tal es el caso, de “Mujeres en CyT” de la UNQ, de la Cátedra Abierta de Género y Sexualidades, del Programa de Acción Institucional para la Prevención de la Violencia de Género y del Programa Institucional de Género y Diversidad.
“La Universidad tiene una larga trayectoria en espacios destinados a los derechos de las mujeres, no es algo que haya nacido en 2015. Ya en 2013, de la mano de Dora Barrancos, nació la Cátedra Abierta de Género y Sexualidades que instaló el debate al respecto y trajo personalidades internacionales. Más tarde, creamos el Programa Institucional de Género y Diversidad. De la militancia de ambos espacios, salieron resoluciones como la paridad de género en todas las listas para cargos electivos, el respeto de la identidad de género y la adhesión a la Ley Micaela“, detalla Patricia Sepúlveda, coordinadora del Programa mencionado.

Trebucq agrega que es fundamental contar con espacios institucionales donde se puedan denunciar y, fundamentalmente, recibir acompañamiento a causa de las violencias de género. “En 2018, cuando nace Mujeres en CyT, veíamos que había muchos problemas en la UNQ y en general en el marco de las brechas y desigualdades de género. Así, nos pareció que la mejor forma de construir un cambio era crear nuestro propio espacio y ponerle el pecho a esa discusión.”.
Mujeres en CyT realiza desde hace varios años talleres para niñas y adolescentes donde buscan construir y despertar las vocaciones científicas, debates, acompañamiento a científicas en situaciones de violencia, apariciones en medios de comunicación y organizaciones para manifestarse colectivamente.
Desde el campo de las ciencias sociales, Obregón afirma: “Con estas organizaciones, se reconocieron otras violencias, como acoso de profesores o de compañeros en las aulas, el tono de los mensajes; se abordaron las violencias en los ámbitos laborales y el hecho de que las instituciones se tienen que hacer cargo de que esto nos atraviesa a todos y todas y que se deben revisar desde horarios de trabajo y reuniones, hasta disponibilidad de becas y exigencias en términos de tal trabajo o el privilegio que tenían las trayectorias de los científicos varones frente a las mujeres”. Además, en la investigación se puso el ojo en incluir otras líneas para indagar, como el impacto de las tareas de cuidado, la representación de las mujeres en las ficción o la participación política femenina.
Ni un paso atrás
Además, en Conicet y en las universidades se construyeron mecanismos para garantizar el ingreso y permanencia de más mujeres y disidencias en los entornos científicos, como priorizar proyectos dirigidos por mujeres o extender las becas de aquellas personas gestantes que se hayan tomado licencia por maternidad. “Lamentablemente, muchos de estos instrumentos fueron eliminados o corren el riesgo de serlo por el retroceso que vive actualmente el país en materia de derechos en general”, dice Trebucq.
Al no haber renovación de presupuesto, los salarios de los científicos y científicas se encuentran congelados desde 2024. Esto afecta principalmente a becarias e investigadoras que, en muchos casos, también son madres y llevan adelante los roles de cuidado. “Por otras situaciones similares que ocurrieron en el país en distintas épocas, sabemos que en contextos de precarización las primeras que abandonan la carrera científica son las mujeres que deben irse a otros rubros”, afirma la doctora en Ciencia y Tecnología.

En cuanto a qué falta, las respuestas son contundentes: “Que dejen de matar a una mujer cada 30 hs, esa es la deuda más dolorosa. Después, en el ámbito de CyT, que las mujeres puedan acceder a roles más jerárquicos y que no sean las que abandonen las carreras”, sentencia Trebucq. Sepúlveda aporta: “En momentos donde todo el mundo hace referencia a la crueldad, debemos plantarnos frente a la mentira y volver a reponer temas en el debate en nuestra comunidad“. Obregón agrega: “Defender lo que conquistamos y seguir hablando de brechas salariales, desigualdades en los puestos de liderazgo y en la distribución de tareas del cuidado“.