
“Una iniciativa como esta les da la seguridad a los pacientes de que, independientemente de cualquier crisis como la que hemos vivido durante la pandemia, el país tiene soberanía en la producción de este importante medicamento. Alrededor del 10 por ciento de la población brasileña tiene diabetes, y algunas de estas personas necesitan usar insulina. Esto garantiza tranquilidad, seguridad y estabilidad”, remarcó el ministro de Salud en conferencia de prensa.
La producción nacional de insulina es un eslabón más en la cadena de soberanía sanitaria del gobierno. En este sentido, a fines de febrero, el Ejecutivo anunció la producción a gran escala de Butatan-DV, la primera vacuna 100 por ciento nacional contra el dengue. Las autoridades prevén la fabricación de 60 millones de dosis anuales a partir de 2026. El fármaco es diseñado por especialistas del Instituto Butatan, se aplica una sola vez, tiene una efectividad cercana al 80 por ciento y protege contra los cuatro serotipos del virus.
A su vez, el Instituto Butatan se unirá con Pfizer para la producción de una vacuna contra el virus sincicial respiratorio (VSR). El objetivo es realizar 8 millones de dosis al año que serán destinadas a embarazadas. Se estima que el VSR es responsable de alrededor del 75 por ciento de los casos de bronquiolitis y del 40 por ciento de los casos de neumonía en bebés menores de 2 años.
Ciencia y tecnología para el liderazgo internacional
Bajo el gobierno de Lula da Silva, el país más grande de América Latina se transformó en líder científico y tecnológico de la región. Además de impulsar desarrollos locales, el Ejecutivo realiza asociaciones estratégicas con naciones e incluso con bloques como los Brics, que cada vez crecen más; de hecho, en la actualidad son 11 países que representan el 39 por ciento de la economía global y el 48,5 por ciento de la población mundial. No obstante, para el mandatario brasileño no solo se trata de crecer, sino de conducir. En este sentido, Brasil ostenta la presidencia del Mercosur y la de los Brics. A su vez, en noviembre será sede de la COP 30, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
En el marco de la última cumbre de los Brics (que se realizó en Río de Janeiro los primeros días de julio), el gobierno firmó un Memorandum de Entendimiento con Vietnam y cerró acuerdos con China. En el primer caso, se trata de fortalecer la colaboración en ciencia, innovación y transformación digital. Aunque incluye ejes como internet de las cosas, blockchain e industria 4.0, el eje está puesto en la inteligencia artificial y en los semiconductores, un componente clave para el desarrollo tecnológico.
En el caso del gigante asiático, junto al gobierno brasileño apuntan a la cooperación espacial y desarrollarán un satélite meteorológico y ambiental denominado CBERS-5. De esta manera, Brasil tendrá una mayor precisión en las predicciones climáticas para mitigar los efectos de los desastres naturales extremos como las sequías y las inundaciones. Al igual que en el caso de la insulina, la alianza estipula la transferencia de conocimiento como herramienta para el desarrollo conjunto. Al mismo tiempo, ambos países anunciaron la creación de un Centro de Cooperación en Inteligencia Artificial. El objetivo es que las instituciones de investigación y las empresas de ambos países colaboren en el desarrollo, la capacitación y la transferencia de tecnología en IA.
Con Brasil a la cabeza, los países del Brics adoptaron una declaración sobre la gobernanza de la IA. Allí pidieron que “defienda nuestros valores compartidos, aborde riesgos, construya confianza y garantice colaboración y acceso internacionales amplios e inclusivos, en conformidad con las legislaciones soberanas, incluyendo el desarrollo de capacidades para países en desarrollo”. En ese marco, Lula sostuvo que “el desarrollo de la Inteligencia Artificial no puede convertirse en privilegio de unos pocos países ni en un instrumento de manipulación en manos de multimillonarios. Tampoco es posible el progreso sin la participación del sector privado y las organizaciones de la sociedad civil”.
Sin embargo, desde el gobierno brasileño saben que solo con desarrollos y ética no alcanza. Para alcanzar la soberanía y no caer en la brecha digital, también hacen falta cables que transporten la información. Por eso, Brasil propuso realizar un “Estudio de Viabilidad Técnica y Económica” para establecer una red de comunicaciones de alta velocidad a través de cables submarinos entre los países miembros del Brics. Hasta el momento, la mayoría de la infraestructura está en manos de Estados Unidos, China, Francia y Japón.