
“Hacemos un llamamiento a los representantes del pueblo y las Provincias a que, en virtud de la Ley 26.122 y del artículo 76 de la Constitución, frenen el accionar de estos decretos perniciosos, así como a las asambleas de trabajadores de la ciencia y la tecnología de todo el país, para que reclamen en igual línea a sus gobiernos locales y sus legisladores”, resaltaron desde la Mesa Federal.
En concreto, el objetivo de la Mesa es anular los decretos 70/2023 (publicado diez días después de la asunción del gobierno y utilizado contra las instituciones de ciencia, tecnología y salud), 351/2025 y 396/2025, que pusieron en riesgo el BNDG, transformaron al Instituto Nacional del Agua y fusionaron el Instituto de Prevención Sísmica con el Servicio Geológico Minero Argentino.
A su vez, pidieron que los legisladores declaren la nulidad de los decretos 458/2025, 459/2025 y 462/2025, por los cuales disolvieron el Instituto Nacional de Medicina Tropical, el Instituto Nacional de Enfermedades Cardiovasculares, el Instituto Nacional del Cáncer, la Agencia Regulatoria de la Industria del Cáñamo y del Cannabis Medicinal, el Instituto Nacional de la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena y el Instituto Nacional de Semillas, al tiempo que modificaron el Instituto Nacional de Vitivinicultura, el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial, el INTI y el INTA.
En todos los casos, las excusas del Poder Ejecutivo son las mismas: sobrepoblación de personal administrativo, exceso de cargos jerárquicos, objetivos primarios incumplidos, trabas burocráticas y manejo discrecional de fondos. Incluso, las supuestas consecuencias positivas también son calcadas. Más eficiencia, ahorro presupuestario y continuidad de las funciones básicas de cada organismo, son las palabras que se repiten desde el ministerio de Desregulación.
Sin embargo, las estadísticas desmienten el relato y dan cuenta del ataque sistemático del gobierno nacional a la ciencia y la tecnología. El incumplimiento de la Ley de Financiamiento del sector, que estipulaba que este año la inversión debía ser del 0,45 por ciento del PBI –pero que gira en torno al 0,15 por ciento y es la más baja de la historia–, es solo un botón de muestra. A esta situación se le suman despidos, recortes, jubilaciones anticipadas y salarios por debajo de la línea de la pobreza.

