
En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas, Roberto Abdala, director de la licenciatura en Educación presencial de la UNQ y magíster en Políticas Educativas, cuenta: “Este proyecto va en línea con la idea de una educación liberal de proponer varias opciones y que las familias elijan. Ya hace años que algunos grupos piden que se implemente el homeschooling y, generalmente, son padres que tienen el conocimiento para enseñar por sí mismos o pueden pagar a alguien para que enseñe”.
El homeschooling se diferencia de la educación virtual o a distancia porque corre el foco de las instituciones tradicionales y lo pone en las familias: ellas son quienes deciden, respetando los contenidos mínimos, cómo enseñar, por cuánto tiempo, qué materiales usar y buscan personalizar la educación a los intereses de cada niño o niña. En esta línea, el proyecto de ley no especifica una edad mínima para implementar la educación desde el hogar.
“Los contenidos mínimos nacionales los define el Consejo Federal de Educación y, los provinciales los define cada jurisdicción. Lo que el estudiante tiene que poder mostrar en una evaluación de homologación es que sabe esos temas, pero cómo llega a ese aprendizaje, no importa. Si le enseñó un especialista, su padre o la inteligencia artificial, no está controlado”, plantea Abdala.
Asimismo, en un informe reciente, la Unesco destaca que, aunque los estudios demostraron que muchos niños educados en los hogares participan en actividades sociales y poseen capacidades sociales adecuadas, persisten las preocupaciones acerca de la falta de exposición a perspectivas diversas y los posibles efectos sobre la cohesión social. En este sentido, Abdala explica: “Hay procesos que se dan en la vida escolar que van más allá del contenido y que implica la exposición a, por ejemplo, perspectivas diversas. También, hay que pensar que esta modalidad le da un rol más importante a las familias, lo que en principio suena maravilloso pero, ¿de qué familias hablamos? Hay padres que trabajan todo el día y no pueden ver a sus hijos”.
Y continúa: “También es difícil pensar que, en una sociedad tan polarizada, haya niños y niñas que no estarán expuestos a una idea de sociedad. Pareciera que el homeschooling sería, en un punto, un monumento a la frase ‘la sociedad no existe’ de Margaret Thatcher porque cada familia elige educar a sus hijos en casa pero también con quiénes se relaciona. Hay una suerte de aislamiento”.

