
En este aspecto, Reguera Blázquez señala que alrededor del 95 por ciento de los incendios en España se origina por causas humanas, ya sea por negligencia o cualquier otro motivo. No obstante, el cambio climático agrava la situación: “Esto se debe a que tenemos veranos que son cada vez más secos, hay menos lluvia y las temperaturas son cada vez más elevadas. Entonces, es un cóctel molotov que promueve la expansión de los incendios. Además, en algunas áreas hay que sumar el factor del viento, que es la mecha perfecta para provocar este desastre”.
De esta manera, con fenómenos climáticos cada vez más extremos y frecuentes, lo fundamental es la prevención. Aunque muchas veces se dice que son impredecibles, la afirmación no es del todo cierta. Ya en 2015, un documento publicado por especialistas españoles advertía que “las proyecciones de cambio climático y de los usos de suelo indican un aumento de las condiciones de peligro y consiguiente riesgo de incendios”. Pese a que los científicos subrayaban que el problema ya existía, señalaban que iban a aumentar en su magnitud y frecuencia.
La bióloga madrileña, quien investiga cómo afecta el estrés ambiental a las plantas, resalta que la sociedad debe prepararse para padecer este tipo de incendios. Al combo de sequías frecuentes, prolongadas e intensas, con vegetación más seca y más proclive a quemarse, hay que sumarle las olas de calor. “En algunas zonas alcanzamos temperaturas diurnas máximas superiores a los 40 grados. Evidentemente, esto agrava todavía más la cuestión y el viento ayuda a expandir el fuego en zonas de alta montaña”, subraya.
Frente al diagnóstico negativo, Reguera Blázquez hace hincapié en que las quemas provocadas por las personas pueden evitarse. “Por un lado, la gestión del medio rural es fundamental, porque una gran parte de los incendios se debe a una mala gestión del fuego. Por lo tanto, hay que buscar alternativas para que las tareas de quema controlada sean eficientes. También, hay que resolver los conflictos sociales y económicos que promueven los incendios intencionales, que representan alrededor del 50 por ciento”, afirma.
Asimismo, la investigadora remarca: “No hay que acordarse de los incendios sólo cuando ocurren en verano, sino que se necesita una gestión durante los 365 días del año para evitar lo que está ocurriendo ahora mismo. El personal que se dedique a la extinción de incendios debe estar bien preparado, formado y contratado, para que tengamos a los especialistas y a los medios necesarios para extinguir el fuego”.

