Alberto Kornblihtt: “Este gobierno es un destructor de la ciencia y se vanagloria de no cumplir leyes”

El prestigioso biólogo molecular recibirá el doctorado Honoris Causa por la UNQ. Una entrevista sobre sus aportes científicos y el desguace que vive la ciencia.

Alberto Kornblihtt en el laboratorio. Créditos: Pedro Pérez / Tiempo Argentino.
“La desgracia es que el gobierno logró convencer a una parte de la población de que los científicos somos prescindibles”. Créditos: Pedro Pérez / Tiempo Argentino.

Para los científicos, Alberto Kornblihtt es el biólogo molecular que se especializa en la regulación de un proceso genético conocido como “splicing alternativo”. Para los aficionados o no tan amantes de la ciencia, es el que dijo “no, no está bien, está mal” durante la discusión por la legalización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo en 2018. Para el matemático Adrián Paenza, es el “Messi de la ciencia”. En ese marco, con más de 150 artículos publicados bajo su autoría en revistas célebres como Nature, Science y Cell y con un compromiso social y político, la Universidad Nacional de Quilmes le entregará el doctorado Honoris Causa el próximo 28 de octubre a las 17:45 horas.

Mientras está en Oviedo, España, para presenciar la entrega del premio Princesa de Asturias a la doctora Mary Claire King, el biólogo vanguardista dialoga con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ sobre sus hallazgos, así cómo también, de la crisis que atraviesa la ciencia, que define como un “aniquilamiento” por parte del gobierno.

-¿Qué implica este reconocimiento que le hace la Universidad Nacional de Quilmes?

-Es un gran honor, sobre todo porque este tipo de premios uno no los espera ni los promueve. No es que es un premio al cual me presenté, por lo que tiene un valor muy grande ya que implica que mis colegas o las autoridades de la Universidad me están honrando. Además, esta casa de estudios es muy querida y de las más antiguas del conurbano bonaerense, es un orgullo.

-Dedica su vida a estudiar la biología molecular, ¿de qué se trata?

-Es una disciplina que se ocupa de lo que se llama el flujo de información genética. Es decir, todo lo que ocurre desde los genes, que son el ácido desoxirribonucleico (ADN) que está en el núcleo de las células, y cómo esos genes dan la orden de fabricar ácido ribonucleico (ARN) o proteínas. Además, la biología molecular observa los mecanismos celulares que se dan en este trayecto de fabricación y la influencia del medio ambiente en las hormonas, los neurotransmisores, la acidez del medio, la temperatura, entre otras. Ese proceso molecular varía de una célula a otra e intervienen enzimas y proteínas. Cuando este está alterado, puede causar enfermedades como las hereditarias, neurodegenerativas, metabólicas o cánceres.

-Y dentro de la biología molecular, está el splicing alternativo que es su objeto de estudio.

-Claro. Cada gen es un segmento de ADN, como un trozo de la larga molécula lineal que es el ADN, y tiene información para fabricar proteínas. En el camino puede dar la orden de generar más de una proteína, hasta cientos y miles distintas, y ocurre, no al nivel de la proteína en sí misma, sino del ácido ribonucleico. En ese camino, el ARN que se fabrica puede ser cortado y unido de diferentes maneras alternativas y eso es conocido como splicing alternativo. Es dar origen a distintos tipos de proteínas codificadas por un mismo gen. Hay dos conclusiones importantes de esto.

-¿Cuáles?

-Por un lado, el splicing alternativo permite una gran variabilidad de expresión de los genes con un número limitado de ellos. Esto es: nuestras células tienen 21 mil genes, pero el número de proteínas que pueden fabricar son muchas más. Por otro lado, desde el punto de vista evolutivo, este mecanismo ocurre fundamentalmente en los organismos pluricelulares y, más que nada, en los vertebrados, lo que explica la enorme complejidad que tenemos.

Alberto Kornblihtt, biólogo molecular argentino. Créditos: Conicet.
Alberto Kornblihtt, biólogo molecular argentino. Créditos: Conicet.

-¿Para qué sirve estudiar esto?

-En general, conocer las etapas del flujo de información genética y la intimidad del funcionamiento de las células es esencial para todas las actividades que cambiaron la economía de los países, como la industria farmacéutica, la agricultura, la textil, la fabricación de medicamentos y el diagnóstico. No podemos imaginar una sociedad moderna sin esos conocimientos básicos. En lo particular de mi investigación, en los últimos diez años nos hemos sumergido en el tema de la Atrofia Muscular Espinal.

-¿Qué puede contar de esa enfermedad?

-Es una enfermedad hereditaria con la que los niños nacen y, si no son tratados, se mueren o tienen que ser ventilados mecánicamente porque no pueden respirar ya que sus músculos no se contraen. El pionero en curarla fue el uruguayo Adrián Krainer, que diseñó un reactivo que permite corregir el splicing alternativo de un gen y, por lo tanto, que los enfermos puedan fabricar la proteína que les faltaba.

-¿Cuál fue su aporte?

-Nosotros estamos avanzando en una terapia combinada a partir del fármaco que desarrolló Adrián, que todavía no está disponible porque restan hacer ensayos clínicos, pero ya lo probamos en cultivos celulares y en ratones. El tratamiento, basado en la modulación del splicing alternativo mediante cambios en la estructura de la cromatina, busca mejorar la eficiencia de ese fármaco y está resultando efectivo, pero faltan fondos para poder avanzar en los ensayos. En paralelo, encontramos un nuevo mecanismo que no estaba descrito en la literatura sobre cómo actúa el medicamento desarrollado por Adrián a nivel molecular. Vamos por buen camino.

El “aniquilamiento” de la ciencia

-En algunas notas habló del “aniquilamiento de la ciencia”. ¿Por qué diría que esta crisis es distinta a las anteriores?

-Porque no es un simple ajuste, es una brutal reducción del salario y de las becas en su poder adquisitivo, que llega a un 40 por ciento menos que lo que tenía en 2023, que tampoco era muy alto. No giran los fondos a proyectos de investigación que ya fueron evaluados por pares y seleccionados. Redujeron el ingreso a la carrera de Conicet: al día de hoy, hay 1400 postulantes que fueron evaluados y admitidos por el directorio y recién este año ingresaron 120, es decir, no sabemos si efectivamente entrarán todos. También, anularon convenios internacionales, financiamiento de reuniones científicas, programas como Equipar y Construir, que se encargaban de remodelar o crear nuevos laboratorios, políticas que están desde el kirchnerismo y que sobrevivieron inclusive a la etapa macrista.

-Se vincula también con la situación que atraviesan las universidades.

-Pese a haber una ley de financiamiento votada por el Congreso, no la aplican. Este gobierno es un destructor de la ciencia y se vanagloria de no cumplir leyes con el supuesto de que “no hay plata”. Sí la hay porque los sectores de mayor poder económico se están enriqueciendo. Ahora lanzaron programas para financiar investigaciones que sólo se restringen a cosas aplicadas en las que el grupo de investigación debe tener una empresa privada que supuestamente se beneficie de los logros. Pretenden que esos resultados se obtengan en un año y medio o dos, cosa que no existe en ninguna parte del mundo pero, además de eso, en temas muy limitados. Uno se pregunta, si no hay planes, ¿quién va a financiar la matemática, la física cuántica la química de materiales, la paleontología o la arqueología?

-¿Quién lo hará?

-No lo sé. Lo que sí sé es que el país tiene gran prestigio en muchas disciplinas, y ni que hablar de las ciencias sociales, que las tienen absolutamente ninguneadas y castigadas. Ellos se dieron cuenta que no es necesario cerrar el Conicet ni las universidades, que es lo que querrían, para ahogar las ciencias.

"El establishment económico argentino no apuesta al valor agregado de los productos industriales, sino que se conforma con lo extractivo". Créditos: Periferia.
“El establishment económico argentino no apuesta al valor agregado de los productos industriales, sino que se conforma con lo extractivo”. Créditos: Periferia.

-¿Hubo algún momento en el que haya sido fácil hacer ciencia en Argentina?

-Si es por el financiamiento, sí los hubo durante los gobiernos de Néstor, Cristina y también el de Alberto Fernández. Son los gobiernos peronistas o progresistas los que invierten en ciencia y técnica, pero continúan siendo niveles muy por debajo en comparación con países como Brasil, Chile, México o Uruguay, donde los salarios y subsidios siempre son más altos. De todas maneras, se podía salir adelante por la calidad de nuestros graduados universitarios, que son reconocidos mundialmente, y que se pone en evidencia en nuestros grupos de investigación. Eso compensa, como también lo hace la calidad de nuestra enseñanza universitaria, que es de muy buen nivel y está basada en cierto sacrificio monetario.

-¿Cómo sería eso?

-Los docentes y auxiliares no ganan lo que se merecen, pero sin embargo lo dan todo en sus clases. No es justo, pero facilita la no tan alta inversión que existía en nuestro país en las mejores épocas. Ahora, la situación es crítica porque esos mismos graduados, al no encontrar grupos de investigación ni percibir becas cuyos montos lleguen a fin de mes, se van al extranjero o buscan otros trabajos.

-Decía que, a comparación de otros países, la inversión en ciencia siempre es más baja. ¿Por qué sucede esto?

-En realidad, hay iniciativas. Por ejemplo, durante el gobierno de Alberto Fernández, se aprobó la Ley de Financiamiento en Ciencia y Técnica que preveía una inversión del 1 por ciento del PBI para 2030. Este año, el presupuesto que correspondía es del 0,45 por ciento, pero el gobierno prorrogó la inversión de 2023 tanto para 2024 como para 2025 y quedó en 0,15 por ciento. Entonces, la iniciativa de avanzar en un mejor financiamiento y salarios existía, pero el giro a la derecha, la intención de destruir el Estado y prescindir del conocimiento hizo a la reducción de la inversión. Históricamente, nuestro país tiene una gran tradición en ciencia y técnica, tenemos premios Nobel y grandes figuras, pero los salarios y becas están por debajo del estándar internacional y latinoamericano.

-¿A qué se debe eso?

Para mí, tiene que ver con el establishment económico argentino que no apuesta al valor agregado de los productos industriales, sino que se conforma con lo extractivo solamente. Es decir, la minería, el petróleo y la agricultura. En ese sentido, las burguesías brasileña, uruguaya, mexicana y chilena tienen una visión más integral de que es importante que los países desarrollen ciencia para poder mejorar su producción con valor agregado. De todas maneras, tenemos hechos virtuosos como Arsat, Invap y muchos más, pero el gobierno vino a destruir eso. La desgracia es que logró convencer a una parte de la población de que los científicos somos prescindibles y que al país no le pasa nada si no trabajos dignamente.


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