“El Mercosur está logrando resistir con valentía a los cambios de gobierno”

En un contexto de acercamiento a EE.UU. y de declaraciones contrarias al multilateralismo, el profesor brasileño Fábio Borges, analiza los riesgos de la política regional del gobierno de Javier Milei.

Créditos: Unila.
Créditos: Unila.

Maria Vitória de Moura*

Desde el inicio de su mandato, Javier Milei ha lanzado críticas contundentes al Mercosur, con amenazas de retirada y ausencias en encuentros de alto nivel. El líder libertario adoptó un discurso de confrontación con el bloque, cuestionando su relevancia económica y política. Su retórica se intensificó a comienzos de 2025, cuando volvió a mencionar la posibilidad de sacar al país de este espacio regional si no avanzaban las negociaciones para flexibilizar el comercio exterior. Para Milei, la prioridad es ampliar acuerdos bilaterales, especialmente con Estados Unidos, incluso si eso implica desafiar reglas vigentes desde la creación del Mercosur.

El mandatario local también siguió el ejemplo estadounidense y no asistió a la COP30, celebrada la semana pasada en Belém, Brasil. El presidente ya había mencionado, a inicios de este año, la posibilidad de retirar a la Argentina del Acuerdo de París, después de que Trump anunciara la salida de Estados Unidos del tratado.

En este marco, Fábio Borges, profesor de la Universidad Federal de la Integración Latinoamericana (UNILA) e investigador de Economía Política Internacional y Relaciones Sur-Sur, analiza cómo el alejamiento de la Argentina del Mercosur y de acuerdos multilaterales, como el Acuerdo de París, puede afectar las relaciones políticas y económicas del país.

Un riesgo innecesario

Para el académico, “las convicciones ideológicas de Milei están alejando a su gobierno de sus principales socios regionales en nombre de una mayor cercanía con Estados Unidos”. El negacionismo climático del presidente, reforzado con su ausencia en la COP30, también coincide con los intereses estadounidenses en la explotación minera de los recursos argentinos, lo que Borges considera un gesto adicional hacia Donald Trump. Y, en esta línea, agrega: “No participar de estos acuerdos solo para agradar a Estados Unidos es una postura muy limitante y muy inocente por parte de la Argentina”.

La aproximación al gobierno de Trump es vista por Borges como “un riesgo innecesario”, ya que la salida o debilitamiento del compromiso argentino con el Mercosur pondría en jaque el acceso preferencial a un mercado que absorbe una parte significativa de sus exportaciones, sustentadas en las tarifas comunes y las reglas de origen del bloque. “La pauta exportadora argentina hacia América del Sur es bastante diversificada, genera más empleo y mayor valor agregado. Entonces, le guste o no ideológicamente a Milei, la vecindad ofrece beneficios reales y materiales”, señala.

La presión interna de empresas e instituciones argentinas impide que Milei rompa completamente con el Mercosur y con los acuerdos internacionales. Esto se refleja en que, pese a las amenazas de salida, Argentina nunca formalizó una solicitud de retiro del bloque. “Por más que Milei haya insinuado que podría salir del Mercosur, la realidad es que los empresarios argentinos presionan para que el país permanezca en el bloque”, refuerza el profesor.

Lo mismo ocurre en el área climática. Aunque Milei no asistió a la COP30, a diferencia de Trump sí envió una delegación oficial, lo que exhibe que existen límites institucionales a su discurso rupturista. Varias provincias argentinas también se movilizaron para garantizar presencia en la conferencia, y el sector privado ejerció presión para evitar el desmantelamiento de políticas ambientales que podrían comprometer el acceso a mercados internacionales cada vez más exigentes. “Las empresas, incluso como estrategia de marketing, probablemente prefieran un país con políticas ambientales más racionales”, apunta el especialista.

Una ayuda con condiciones

Al apostar casi exclusivamente por Estados Unidos, Milei reduce la capacidad de Argentina de articular intereses propios en el sistema internacional. Borges destaca que la supuesta “ayuda” financiera prometida por Trump puede tener un alcance limitado.

“Para Estados Unidos existe un límite en el nivel de asistencia que puede ofrecer a Argentina, y ese límite puede imponerse de un día para otro. Entonces, no sirve que Milei se someta de esta forma vergonzosa”, afirma. Esa dependencia debilita la capacidad argentina de influir en agendas regionales fundamentales, como infraestructura, seguridad e integración energética, y compromete la previsibilidad necesaria para atraer inversiones a largo plazo, dejando al país más vulnerable a intereses externos.

Borges recuerda, además, que Argentina es uno de los países más expuestos a los efectos del cambio climático, lo que torna aún más contradictorio el intento del gobierno de romper con los acuerdos ambientales y aislarse del diálogo internacional. “El país podría aprovechar su geografía y su posición geoeconómica únicas para captar inversiones con base en la agenda ambiental”, señala.

El oficio de resistir

A pesar de las divergencias actuales, no es sencillo desmantelar un bloque como el Mercosur, que cumple 35 años y cuyo valor estratégico es reconocido por sectores económicos y políticos de los propios países miembros, creando barreras prácticas e institucionales a cualquier intento de ruptura.

El Mercosur está logrando resistir valientemente, incluso frente a gobiernos que no simpatizan con su proyecto”, afirma Borges. Así, pese a las turbulencias políticas y las tensiones ideológicas recientes, el bloque tiende a mantenerse en pie, no por inercia, sino porque sigue siendo un instrumento fundamental de estabilidad y desarrollo en el Cono Sur. La política regional, recuerda el investigador, avanza por ciclos.

“Brasil, durante el gobierno de Bolsonaro, abandonó el proyecto Mercosur Social. Fue una decisión del gobierno brasileño en ese momento, mientras que la Argentina de Alberto Fernández era más entusiasta de la integración. Ahora vivimos la situación inversa: Milei es contrario a la integración y Lula vuelve a ser un defensor firme del bloque”, explica.

Para Borges, el escenario argentino podría sufrir un agravamiento de la crisis social, económica y política en los próximos dos años. La victoria de Milei en las elecciones legislativas significó “un golpe duro para la izquierda argentina”, pero también abrió espacio para su reorganización, dado que el campo progresista llegaba fragmentado y sin un proyecto claro. Tras este ciclo neoliberal, marcado por fricciones con los socios regionales, es probable que surja un nuevo período progresista. “Son fases que, en general, vienen acompañadas de crisis y dificultades, pero que terminan redefiniendo el rumbo político”, remata.

*Estudiante de la Licenciatura en Comunicación Social de la UNQ.


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