Especialistas descubren que las hormigas producen leche para alimentar a sus colonias
El hallazgo fue realizado en la Universidad Rockefeller de Nueva York y cambia el paradigma sobre el rol de las pupas en la comunidad de hormigas.
Un estudio publicado en la revista Nature por científicos y científicas de la Universidad Rockefeller de Nueva York registró que las hormigas en fase de pupa (estadio anterior a convertirse en adultas) producen una sustancia nutritiva muy parecida a la leche que sirve para alimentar a las larvas y al resto de la colonia que habitan. Las larvas dependen de este líquido para crecer y sobrevivir; si no lo consumen, se acumula hasta contaminarse con hongos que matan a las pupas. Este descubrimiento podría revolucionar el estudio de las hormigas ya que se pensaba que las pupas no tenían ningún rol en particular. Además, la investigación sería útil en el análisis de la evolución de las estructuras sociales que existen en cada hormiguero.
“Los primeros días después de la eclosión, las larvas dependen del líquido casi como un recién nacido depende de la leche. Los adultos también lo beben vorazmente y, aunque no está claro qué les hace a los adultos, estamos seguros de que afecta el metabolismo y la fisiología“, dijo Daniel Kronauer, uno de los investigadores que participó del estudio.
Siempre se pensó que el estado de pupa, que es el anterior a la emergencia del adulto, no tiene una función particular más allá que allí ocurran todos los procesos relacionados con la transformación desde una larva hacia un adulto. En estos insectos sociales, en particular con la especie que trabajaron en el estudio –conocida como ‘biroi’–, lo llamativo es que no se había observado antes la producción de esa gota que realizan las pupas.
“Se consideraba a las pupas como algo inmóvil que no cumple un rol específico dentro de la colonia, que no se alimenta, que tiene un metabolismo muy bajo y después tiene que emerger de allí un adulto. No como lo hacen las hormigas obreras que pueden alimentar a las larvas, cuidar a los huevos y a la reina”, resalta Norma Gorosito, docente e investigadora de la UNQ, en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ.
Además, el estudio demuestra que la misma producción de esa sustancia similar a la leche se da en otras subespecies de hormigas. De acá en adelante, lo que queda por investigar es si esa generación de líquido nutritivo que demostró la investigación se produce en el resto de las especies, que son alrededor de 14 mil, según detallaron.
Por ahora, se desprende que las sociedades de hormigas son todavía más dependientes de lo que se pensaba y que la interacción entre los distintos momentos es total: las larvas dependen de las pupas, y a su vez estas dependen de los adultos.
Un mundo fascinante
Hace millones de años que las hormigas están presentes en el planeta, tanto que su organización social es una de las más interesantes para estudiar. La división de actividades y trabajos que tienen las convierte en únicas. En resumidas cuentas, está la reina (o las reinas, dependiendo la especie), encargada de reproducirse y organizar la colonia; y las obreras, que se ocupan de cuidar a la reina, las larvas y las pupas, buscar comida y defender la colonia.
Son las obreras las que, en el caso de lo demostrado en el estudio, alimentan a las larvas mediante un método llamado trofalaxis o trofalaxia –que también practican las abejas y otros insectos sociales– que consiste en transportar la sustancia líquida en la boca y transferírsela a la larva. Otra de las formas para alimentar a las larvas es transportarlas directamente a las pupas para que ingieran el alimento.
Defensa del territorio
Las hormigas defienden sus comunidades de otras especies de hormigas o de algún animal invertebrado que se las quiera comer. También se resguardan de otras hormigas de la misma especie pero que pertenecen a otra colonia. En este sentido, Gorosito cuenta que cada hormiguero tiene su propio olor, entonces se reconocen aunque sean de la misma especie.
“Quizás sean menos agresivas cuando son de la misma especie, a veces lo que intentan hacer es rechazarse y huir”, señala la investigadora que trabaja en el laboratorio de entomología forense con Néstor Centeno y dicta Biología General en la UNQ. Cuando son de distinta especie, el nivel de agresividad es mayor y pueden llegar a arrancarse las patas y las antenas.