Una inteligencia artificial latinoamericana y al servicio de las personas
Especialistas de la región solicitan que la IA sirva para mejorar la calidad de vida de los seres humanos y esté basada en principios democráticos.
De manera reciente se desarrolló en Montevideo el Encuentro Latinoamericano sobre Inteligencia Artificial, Khipu 2023. Allí, más de 100 expertos de la región pidieron a gobiernos y empresas que los desarrollos con IA estén orientados al servicio de los pueblos. Además, instaron a que esas tecnologías reflejen las particularidades y problemáticas de América Latina. Para eso, exigieron el fortalecimiento de la soberanía de los países latinoamericanos respecto a las cuestiones estratégicas y regulatorias, con un desarrollo que aborde las realidades locales y genere valor para no convertir a los países en meros productores de datos. En un contexto donde la IA intenta reemplazar el trabajo de las personas o se convierte en hobby de unos pocos, las preguntas sobre el qué, cómo y para quiénes invita a frenar la marcha y reflexionar.
En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ, Fernando Schapachnik, director ejecutivo de la Fundación Sadosky (organización protagonista del Encuentro), advierte: “Antes que el rol publicitario que pueda tener un producto, se tiene que analizar de manera mucho más general. No solo pensar que le servirá a algunas personas, sino saber qué impacto tiene este desarrollo en la sociedad”.
Uno de los puntos centrales del Encuentro fue la necesidad de avanzar en políticas públicas que aseguren un desarrollo claro, transparente y frontal de estas tecnologías, donde además de los beneficios, se comuniquen sus riesgos y límites. Hasta ahora, muchos países de la región no cuentan con una estrategia de IA definida.
Los riesgos de la IA
En la actualidad, el rumbo que pareciera tomar el desarrollo de estas tecnologías va en detrimento de las grandes mayorías. El chat GPT o la creación de robots que trabajan las 24 horas del día son amenazas latentes para miles de puestos laborales. “Algunas de las aplicaciones que se lanzaron recientemente tienen la capacidad de desplazar trabajadores o generan disrupciones en distintos ámbitos. En estos casos, el rol de los humanos no fue lo primero que se consideró al hacer ese lanzamiento”, destaca Schapachnik.
A su vez, otro de los problemas que se destacan dentro de estas tecnologías tiene que ver con la formación de los robots: ¿Quiénes los entrenan? ¿Qué les enseñan? En este punto, vale la pena resaltar un ejemplo para ilustrar la cuestión. Según un análisis de Amnistía Internacional, el reconocimiento facial refuerza prácticas racistas por parte de la policía en Estados Unidos. Los barrios más humildes de Nueva York son los que mayor cantidad de cámaras de vigilancia tienen y son sus comunidades negras y latinas las más detenidas gracias a este sistema.
“Al repetir aquella información que es más probable, los desarrollos de la IA se nutren de un montón de sesgos que están muy arraigados en la sociedad. Si se crean productos que van a estar destinados al mercado latinoamericano, tienen que dar cuenta de nuestras costumbres, leyes y particularidades regionales. No no nos sirve un producto que haya sido entrenado con datos globales en otras latitudes”, remarca Schapachnik.
El rol de América Latina
Pese al peligro que representa la inteligencia artificial en términos laborales, también crea nuevas oportunidades. Sin embargo, las regiones periféricas parecen estar supeditadas a un papel secundario. Muchas veces se les asigna la tarea de etiquetado de datos, una labor que consiste en gente que entrena a los sistemas mediante una serie de clasificaciones para que el sistema aprenda a distinguir.
En este sentido, Schapachnik exclama: “No queremos resignarnos a ese rol solo porque nuestra jornada laboral en dólares sale muy barata. Reivindicamos el talento latinoamericano y la capacidad de autodeterminación para pensar y desarrollar las tecnologías digitales que hacen falta en la región”.
En este punto, la declaración acordada en el Encuentro pide fortalecer la soberanía de los países latinoamericanos sobre las cuestiones estratégicas y regulatorias de la IA, “con un desarrollo que aborde las problemáticas y realidades que vivimos y genere valor en nuestros países y no nos convierta en meros productores de datos”.