Ayuno intermitente: ¿Qué dice la ciencia sobre la dieta de la que habla todo el mundo?
Luces y sombras de un método para bajar de peso que reduce al mínimo la ingesta de alimentos, en determinados momentos del día y por varias horas.
¿Queres perder peso y sentirte mejor que nunca? ¿Estás listo para dar el primer paso y ser más feliz? ¿Buscás una manera fácil y efectiva de adelgazar? Bajo estas preguntas y la premisa “adelgazar es posible”, los diversos métodos de adelgazamiento que se promocionan proponen conductas que van desde lo lógico a lo irreal y de lo irreal a lo mágico. La dieta del ayuno intermitente, uno de los regímenes que gana cada vez más adeptos, promete a todo aquel que la sigue una rápida y fuerte pérdida de peso. Sin embargo, ¿es tan eficaz y buena como se dice? ¿Está respaldada científicamente?¿Qué dicen los expertos en nutrición?
Para empezar a hablar del ayuno intermitente, hay que distinguir lo que es una dieta pautada por un experto de la que se elige al “tuntún”, porque lo dice un famoso, un deportista o el influencer de turno.
“El ayuno intermitente es una herramienta terapéutica para el manejo de algunas patologías, como puede ser la obesidad, la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares, por ejemplo, que consiste en intercalar periodos de ayuno, que serían momentos de no ingesta de alimentos, con otros momentos de ingesta”, dice a la Agencia de noticias científicas de la UNQ, Mariángeles Espiño, especialista en Nutrición y Diabetes, jefa del Servicio de Nutrición del sanatorio Trinidad Quilmes. Y detalla que estos periodos, que se podrían llamar “ventanas de ayuno” y “ventanas de ingesta”, pueden variar en su duración.
¿Cómo es la dieta?
La especialista explica que hay ayunos que pueden arrancar con 8 horas e ir incrementándose a ventanas de más horas. “Incluso hay ayuno de 24 horas, 1 o 2 veces por semana, o usar la estrategia 5×2, es decir, 5 días de comida saludable, equilibrada y ordenada y 2 días con restricción calórica, donde se trata de no superar las 500 o 600 calorías, siempre tratando que estos dos días estén intercalados por 24 horas de dieta balanceada”.
En ese sentido, es importante ver qué se hace en los periodos de ingesta, ya que muchas veces, cuando no está controlado por profesionales de la salud, la gente puede interpretar que el comer en esos momentos es comer al libre albedrío, sin reparar en la cantidad y en la calidad de los alimentos, porque se que viene haciendo ayuno. “En realidad de lo que se trata es de generar estos momentos de ayuno para poner en marcha todo un metabolismo de cetosis diferente, que nos va a permitir usar como combustible no la glucosa sino los cuerpos cetónicos, que son originados desde el tejido adiposo, en la búsqueda de quemar calorías de este tejido, y así tratar de buscar el descenso de peso”.
Entre luces y sombras
Según los especialistas, muchas veces, cuando se tiene dificultad para poner en práctica una dieta, o se está cansado de “dietar” eternamente, el empezar con el ayuno intermitente puede ser una buena estrategia. “En ese sentido, al principio puede ser significativo en el descenso de peso pero después hay que sostenerlo; por eso lo importante es ver qué alimentos incorporamos en aquellas ventanas de momentos de sí ingesta”, detalla Espiño.
Así y todo, es importante subrayar quienes no deben hacer ayuno intermitente: “No se recomienda para mujeres embarazadas, niños, personas que presentan algún tipo de trastorno de la conducta alimentaria y aquellas personas que tienen diabetes tipo 1, que no tengan un seguimiento y un control de su glucemia, a través de un monitoreo continuo de glucosa”.
El origen y más controversias
En diálogo con la Agencia de noticias científicas de la UNQ, Mónica Katz, Médica Especialista Nutrición, autora del libro “Somos lo que comemos”, cuenta que el ayuno intermitente surge fuertemente en el siglo XXI a partir de la participación de deportistas de élite musulmanes. Estos atletas tienen durante el Ramadán (el noveno mes del calendario islámico, respetado por musulmanes en todo el mundo como el mes de ayuno) la necesidad del ayuno durante el día y una ingesta solamente a partir de la tarde/noche. A partir de ello aparece el interés científico de ver cuál es el rendimiento o la performance deportiva de estos atletas. Y es ahí cuando surge, entonces, el interés por los ayunos que nacieron para deportistas de élite y no para la gente común y corriente.
“Si nos preguntamos por los beneficios, es obvio que es eficaz porque la gente no come durante todo un día. Entonces, aquellos que pueden adherir al ayuno, seguramente bajarán de peso ya que, concretamente, no comen”, dice. Para Katz, en toda práctica de salud es importante mirar la eficacia y la seguridad: “En el ayuno intermitente, la seguridad no está evidenciada científicamente a mediano y a largo plazo; los trabajos publicados se basan en plazos cortos, de dos meses”.
Y concluye con una pregunta: “¿Podemos recomendar a la población una práctica que no tiene evidencia de seguridad para manejar una enfermedad crónica como es la obesidad? Estamos frente a un enorme dilema ético. El hambre es una deuda social, no debería ser un tratamiento”.