¿El mundo de ayer? El texto de Stefan Zweig que vincula la inflación y la emergencia del nazismo

El psiquiatra y escritor Federico Pavlovsky trae una referencia ineludible para esta época, y comparte líneas de acción para los profesionales de la salud.

Pila de billetes sin valor, hiperinflación alemana en 1924. Créditos: El Confidencial.

En su autobiografía titulada El mundo de ayer, el escritor Stefan Zweig recuerda los tiempos de posguerra en Alemania y los efectos de la inflación sobre la sociedad berlinesa en 1923, hace exactamente cien años. Lo sintetiza con maestría en los siguientes fragmentos que transcribo a continuación:

Hubo días en los que pague cincuenta mil marcos por un periódico, y a la tarde, cien mil; quien tenía que cambiar divisas distribuía la operación por horas, porque a las cuatro recibía un múltiplo de los que hubiera recibido a las tres y así durante el día. Se pagaba el tranvía con millones, el dinero en efectivo era transportado en camiones desde el Banco Nacional hasta los demás bancos y a las dos semanas se veían esos mismos billetes en las alcantarillas. Un cordón de zapatos costaba mas que antes un zapato… reparar una ventana costaba más que antes toda una casa, un libro costaba más que antes una librería entera. Algunos hacían grandes negocios y compraban gracias a la caída del marco: yacimientos carboníferos, barcos, fábricas, paquetes accionarios, fincas y castillos. Los desocupados deambulaban de a miles. Muchos tenían la íntima sensación de que todos se engañaban mutuamente y a la vez eran engañados por una mano oculta, que orquestaba ese caos sabiamente, para liberar al Estado de sus deberes y obligaciones. Todos los valores se vieron alterados y no solo en el aspecto material, la gente se reía de los decretos del gobierno, no respetaba ninguna ética ni moral. Existía una sobreexcitación, que se tomaba la forma de tortura cotidiana. Quien vivió estos meses, años apocalípticos, presentía que había de sobrevenir un revés, una reacción terrible. Nada fastidió tanto al pueblo alemán, hay que tenerlo siempre presente, nada lo instigó tanto al odio y lo preparó tanto para Hitler como la inflación”.

Resulta impresionante leer estas páginas de Zweig porque le otorga entidad material y corpórea a los efectos de las crisis y en particular al fenómeno específico de la inflación. En esta descripción de los ciudadanos alemanes de su tiempo se pueden ver rasgos psicológicos que se acentúan en periodos inflacionarios como el que estamos viviendo: individualismo, desconfianza en el otro, la perplejidad, el retraimiento, la aparición de síntomas de tipo de tipo depresivo, pero también propios de la exaltación y excitación. Cada uno metaboliza los golpes anímicos como puede: con lágrimas o carcajadas. En este contexto, las sustancias psicoactivas se instalan en un terreno aún más fértil y qué decir de los nuevos consumos problemáticos, como el uso compulsivo de redes, las apuestas on line, la intoxicación de datos minuto a minuto o la pornografía.

Se trata de un gran desafío para los profesionales de la salud mental trabajar en este contexto. Por eso, comparto diez ideas.

1- La inflación y la incertidumbre no solo son hechos económicos, sino también son problemas que impactan psicológicamente y físicamente.

2- Es importante reconocer la crisis y convertirla en trabajo terapéutico porque nos atraviesa.

3- El tratamiento es permeable a las angustias sociales: se permite y estimula que se hable de esto en los espacios individuales y grupales.

4- Como profesional de la salud mental, es importante evaluar el propio impacto y solicitar ayuda (a pares, supervisores, terapeuta personal o asociación que nos reúna).

5- En momentos de confusión, puede ser útil realizar planes diarios y semanales posibles de realizar, en relación a nuestra rutina cotidiana. No quedarnos atrapados en la perplejidad y la angustia.

6- Ayudar a los pacientes, pese a la crisis, a no perder todo el trabajo realizado hasta la fecha (esto es particularmente importante en tratamientos por abuso de drogas, donde las crisis pueden facilitar recaídas).

7- Evitar utilizar sustancias psicoactivas (licitas o ilícitas) para calmar la ansiedad o mejorar el ánimo, valido para pacientes y terapeutas (que con frecuencia se automedican y tiene disponibilidad de psicofármacos).

8- Pese a la crisis, no resignar la búsqueda de nuestra salud mental.

9- Un paciente en tratamiento se encuentra entrenado para soportar las crisis, incluso de una manera igual o más asertiva que muchas otras personas. Las crisis también son una oportunidad de practicar habilidades y utilizar herramientas.

10- El terapeuta necesita apoyo. En épocas de crisis, el vínculo con otros colegas es vital y el encierro en el propio consultorio puede ser peligroso.

Sweig debió exiliarse de Austria y luego de Alemania. Finalmente llegó a Brasil, como un escritor famoso y prolífico, pero también como una persona deprimida y apátrida. Sus libros fueron prohibidos y quemados en gran parte del mundo, y para la cultura anglosajona era un austriaco-alemán y potencial enemigo.
En 1942, luego de la invasión a Francia por el nazismo, creyó que la guerra estaba pérdida. Esta y otras razones lo llevaron a tomar la decisión de suicidarse en la ciudad de Petrópolis, Brasil.


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