Malaria: la primera vacuna para combatirla reduce drásticamente la mortalidad infantil

Según un estudio realizado en África y difundido en la prestigiosa revista Science, los fallecimientos por esta enfermedad ya disminuyeron en un 13 por ciento.

Aplicación de la vacuna Mosquirix a un niño en Kenia. Créditos: Revista Science

Datos alentadores en la lucha contra la malaria fueron difundidos hace pocos días por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En un importante análisis realizado en África, la primera vacuna aprobada para combatir esta enfermedad parasitaria redujo las muertes de niños pequeños en un trece por ciento. Los resultados fueros publicados en artículo en la prestigiosa revista Science, al cual la Agencia de Noticias de la UNQ tuvo acceso.

Mosquirix: así se llama la plataforma vacunal desarrollada por el laboratorio Glaxo Smith Kline. Además de disminuir la mortalidad, la tecnología mostró una reducción del veintidós por ciento en la malaria grave en niños lo suficientemente pequeños como para recibir una serie de tres inyecciones. Los estudios se realizaron en las zonas de Ghana, Kenia y Malawi y los resultados fueron revelados por la OMS durante la reunión anual de la Sociedad Estadounidense de Medicina e Higiene tropical.

Según la directora del programa de la OMS que realizó el estudio, la epidemióloga médica Mary Hamel, la disminución de la mortalidad podría traducirse en decenas de miles de vidas salvadas si Mosquirix se implementara de manera más amplia. El uso de esta vacuna fue aprobado por la OMS en 2021, año en que la malaria terminó con la vida de 500 mil niños menores de 5 años en el África subsahariana. Diecisiete países de la región ya obtuvieron la aprobación para recibir dosis que comenzarán a distribuirse el próximo año.

Los ensayos clínicos con Mosquirix comenzaron hace varios años y en 2015 fueron publicados luego de demostrar una eficacia cercana al cuarenta por ciento contra la malaria clínica. En 2019 se lanzó un proyecto piloto en el que se invirtieron setenta millones de dólares. Gracias a esta acción ordenada por la OMS se ha vacunado a casi dos millones de niños pequeños en Ghana, Kenia y Malawi. A medida que se implementó la vacuna, a los investigadores se les encomendó la tarea de estudiar sus impactos en el mundo real sobre las muertes y la malaria grave y determinar si podría encajar en los calendarios de vacunación infantil de rutina sin perjudicar la administración de otras vacunas.

Calcular la mortalidad no fue tarea fácil ya que las estadísticas de los registros de defunciones de los tres países no son confiables. Bajo esta premisa, los investigadores confiaron la tarea de recolección de datos a decenas de miles de reporteros comunitarios (más de catorce mil solo en Kenia). Los especialistas realizaron encuestas domiciliarias sobre las muertes infantiles en setenta y nueve áreas donde se aplica la vacuna Mosquirix y los datos se compararon con lugares donde la vacuna no estaba disponible. Luego, los investigadores compararon las tasas de mortalidad. El período de estudio fue de cuarenta y seis meses y arrojó una disminución del trece por ciento de la mortalidad y del veintidós por ciento de la aparición de enfermedad grave.

Los especialistas piensan que, más allá de prevenir la malaria, la vacuna entrena al sistema inmune y puede extender la protección a otras enfermedades. Por ejemplo, se sabe que la malaria clínica agota las células T, una herramienta potente del sistema inmune. La vacunación, al prevenir la infección, podría causar células T más preparadas para combatir otros patógenos. Este beneficio en la supervivencia general se ha documentado con la vacunación contra el sarampión y la tuberculosis.

Sin embargo, a algunos especialistas en salud pública les preocupa que la aplicación de la vacuna no sea viable si se piensa en su precio. El costo de Mosquirix es cercano a diez dólares por dosis y para que sea efectiva es necesario aplicar al menos tres dosis; una inversión demasiado elevada para algunos países.

Una segunda vacuna contra la malaria llamada ‘R-21’ obtuvo la autorización de la OMS hace pocas semanas y es probable que esté disponible a un precio más bajo y en mayores cantidades que Mosquirix. Todavía faltan los ensayos clínicos pero los resultados obtenidos con Mosquirix allanan el camino para la eliminación de la malaria en África subsahariana.


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Nadia Chiaramoni

Licenciada en biotecnología. Doctora con mención en ciencias básicas y aplicadas