Uniformes escolares: ¿Por qué pueden ser un obstáculo para la actividad física infantil?
Un reciente estudio de la Universidad de Cambridge sugiere que las políticas sobre este tipo de vestimenta estudiantil podrían limitar el ejercicio físico de los más jóvenes.
En el escenario educativo, el debate sobre el uso de uniformes escolares es objeto de discusión desde hace décadas. Más allá de su propósito de promover la igualdad entre los estudiantes y fomentar un sentido de pertenencia a la institución, un aspecto menos explorado es cómo estos uniformes podrían influir en la actividad física de los niños. Según una investigación reciente realizada por la Universidad de Cambridge, a la que pudo acceder la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes, las políticas que rigen el uso de uniformes escolares podrían estar impactando negativamente en la actividad física de los estudiantes, particularmente entre las niñas en edad de primaria.
En ese sentido, si bien esta ropa puede brindar beneficios en términos de igualdad y pertenencia a la comunidad escolar, también es crucial considerar su posible influencia en la participación en actividades físicas, fundamentales para el desarrollo integral de los jóvenes.
¿Cómo se hizo la investigación?
El estudio, cuyos hallazgos fueron publicados en el Journal of Sport and Health Science, examinó datos de más de un millón de jóvenes de entre 5 y 17 años en todo el mundo, con el objetivo de evaluar su participación en actividad física.
Los resultados revelaron una relación significativa entre el uso de uniformes escolares y la disminución en los niveles de actividad física. Específicamente, se encontró que en países donde la mayoría de las escuelas requieren uniformes, hay una menor proporción de estudiantes que logran cumplir con los 60 minutos diarios de actividad física recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Según los investigadores, el uso de uniformes escolares podría limitar la libertad de movimiento de los niños, lo que a su vez podría reducir su participación en actividades físicas durante el horario escolar. La rigidez de los materiales y el diseño de los uniformes, aunque destinados a promover una imagen unificada de la institución educativa, podrían obstaculizar la capacidad de los niños para realizar movimientos naturales, como correr, saltar o jugar activamente durante los recreos.
En esa línea, destacan que es fundamental tener en cuenta que la infancia es una etapa crucial para el desarrollo físico y cognitivo. Por eso, limitar la actividad física durante el tiempo que pasan en la escuela podría tener repercusiones significativas en su salud a largo plazo. Además, podría contribuir al sedentarismo entre los niños, especialmente si estos no tienen la oportunidad de participar en actividades físicas fuera del horario escolar.
La investigación encontró que en más del 75 por ciento de los países estudiados, la mayoría de las escuelas requieren uniformes, y en estos lugares, la participación en actividad física era menor en comparación con los países donde los uniformes eran menos comunes. También se observó una brecha de género persistente en los niveles de ejercicios físicos, siendo los niños más propensos a cumplir con las recomendaciones de la OMS en comparación con las niñas. Esta diferencia se amplió aún más en los países con políticas de uniformes estrictas.
En ese sentido, los autores sugieren que es necesario investigar más a fondo si existe una relación causal entre los uniformes escolares y los niveles más bajos de actividad física, y enfatizan la importancia de promover la actividad física regular para todos los jóvenes, independientemente de su género.
Con todo, un enfoque más holístico en el diseño de políticas educativas podría ser clave para abordar este desafío y garantizar que los estudiantes disfruten de un entorno escolar que promueva tanto su salud física como su desarrollo académico y emocional.