Estudiantes universitarios argentinos participaron de la final del Mundial de Supercomputación en China
Alumnos de las Universidades Nacionales de Córdoba y Rosario compitieron en uso de hardware y programación para resolver tareas de Computación de Alto Rendimiento.
Tres estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba y uno de la Universidad Nacional de Rosario formaron parte de la final de la 11° edición del Student Supercomputer Challenge de Asia Supercomputing que se desarrolló en la Universidad de Shanghai, China. Conocido como el Mundial de Supercomputación, los Carpinchos (nombre con el que se identifica el equipo argentino) fue uno de los 25 equipos que llegó al cierre del certamen, que combinó conocimientos de programación y hardware, entre más de 300 inscriptos. Más allá de haber terminado en mitad de tabla, los jóvenes de la UNC y la UNR se subieron al podio ya que fueron elegidos por sus competidores como el equipo más popular, gracias a la ayuda que brindaron a otros participantes.
“Coordinar a los chicos me dejó sensaciones muy positivas porque son un grupo que funciona muy bien. Ellos habían participado de una competencia anterior y ya veníamos trabajando juntos. La verdad es que el ambiente es muy bueno y, más allá del resultado final que hayamos obtenido, los chicos son muy capaces y nos dejan bien parados. Se logró clasificar a la final y están en muy buen nivel los estudiantes”, señala Marcos Mazzini, director técnico de los Carpinchos, en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes.
El equipo estuvo compuesto por Alejandro Silva, Lara Kurtz y Álvaro Roy Schachner, estudiantes de la Facultad de Matemática, Astronomía, Física y Computación de la UNC, más Francisco Michati, estudiante de física de la UNC.
En qué consistió
El Mundial es una competencia para estudiantes que se realiza en China y convoca a jóvenes de Asia, pero también está abierta a equipos de todo el mundo. “El supercómputo es una disciplina de la informática que se especializa en tratar de correr simulaciones físicas o químicas de distintos fenómenos en equipos de la manera más eficiente posible”, cuenta Mazzini, quien además es personal de apoyo del Conicet en el Centro de Computación de Alto Desempeño de la UNC.
Durante los cuatro días que duró la final, los equipos debieron montar un cluster de supercómputo (varias computadoras que funcionan como una sola) que no supere los 3000 watts de consumo eléctrico. Luego de instalar y configurar el equipamiento que provee la organización, los estudiantes tuvieron que instalarlo, adaptar el software, el sistema operativo y todas las aplicaciones científicas para que se ejecuten de forma óptima.
También, los jóvenes participaron de una etapa donde cinco grupos formados por cinco equipos trabajaron para lograr el mejor resultado en la aplicación ParaSeis, que estudia la propagación de ondas sísmicas.
Oportunidad histórica
Para valorar el trabajo de los Carpinchos hay que contextualizar cuál es la situación en el país y compararla con lo que sucede en otras latitudes. Al respecto, Mazzini explica: “En China, el supercómputo es una carrera específica dentro de todas las disciplinas de informática. En cambio, en nuestros planes de estudio, en general hay una o dos materias que se relacionan con el tema, no hay tanta especialización”.
Sin embargo, el director de los Carpinchos resalta que Argentina tiene potencial para convertirse en un referente regional. “Hay una gran oportunidad en lo que es cómputo de alto desempeño. Donde uno tiene un recurso natural o estratégico, tener al lado un equipo de supercómputo realizando simulaciones permite optimizarlo y generar mayores beneficios. Tenemos todo como para convertirnos en referentes regionales, solo falta tomar la decisión de transformar al cómputo de alto desempeño en una política de Estado”.
En septiembre de 2023, Argentina puso en funcionamiento una de las cien computadoras más poderosas del mundo. Alojada en el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), Clementina XXI (en honor a la vieja máquina instalada a principios de la década del 60’ en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA) es de uso abierto y compartido a todo el sistema de ciencia y tecnología nacional.
Clementina XXI puede realizar estudios de genómica, diseño de fármacos, nuevos materiales, diseño industrial, modelado de cuencas petroleras y gasíferas, desarrollar inteligencia artificial y ciencia de datos, modelar sistemas complejos y confeccionar pronósticos meteorológicos, entre otras cosas. La vieja Clementina comenzó a apagarse con el golpe de Estado de 1966 y la Noche de los Bastones Largos. Por ahora, el desfinanciamiento en ciencia y tecnología, sumado a los despidos en el SMN, el Conicet y diferentes organismos, no avizora un mejor futuro para su sucesora.