Científicos estudian cómo el ejercicio nocturno puede salvar vidas

La ciencia explica nuevas perspectivas en la relación entre la actividad física de noche y la salud. Claves que ayudan a prevenir la obesidad y sus complicaciones asociadas.

La actividad física regular, realizada en momentos estratégicos, puede tener un impacto significativo en la reducción del riesgo de eventos cardiovasculares. Crédito: entrenavirtual.
La actividad física regular, realizada en momentos estratégicos, puede tener un impacto significativo en la reducción del riesgo de eventos cardiovasculares. Crédito: entrenavirtual.

La relación entre la actividad física y la salud es un tema de interés constante en la comunidad científica y médica, especialmente en el contexto de la creciente prevalencia de sobrepeso y obesidad. Según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, en Argentina, el 61,2 por ciento de la población presenta sobrepeso u obesidad, lo que subraya la urgencia de abordar este problema de salud pública de manera efectiva. Un estudio reciente llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Sydney, Australia,  al que la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes pudo acceder, revela una nueva dimensión en esta batalla al destacar el papel significativo que puede desempeñar la actividad física nocturna en la prevención de los riesgos asociados con la obesidad y sus complicaciones.

Este trabajo, publicado en la revista Diabetes Care, ofrece resultados alentadores derivados de un exhaustivo seguimiento de la actividad física de 30 mil personas durante casi ocho años. Los hallazgos revelan que la práctica de actividad aeróbica de intensidad moderada a alta, entre las 18 y las 23 horas, está asociada con un riesgo considerablemente menor de muerte súbita y enfermedades cardiovasculares en personas con obesidad.

Correr de noche puede reducir el riesgo de muerte súbita. Crédito: running villarejo.
Correr de noche puede reducir el riesgo de muerte súbita. Crédito: running villarejo.

Uno de los aspectos más destacados del trabajo es la importancia de la frecuencia de la actividad física nocturna, medida en sesiones breves de tres minutos o más, en contraste con la cantidad total de actividad física diaria. Esto sugiere que la regularidad en la práctica de ejercicio durante la noche puede ser fundamental para reducir los riesgos asociados con la obesidad.

Es importante subrayar que si bien hacer ejercicios por sí solos no constituye una solución única para abordar la obesidad, estos hallazgos respaldan la idea de que pueden desempeñar un papel crucial en la mitigación de los riesgos para la salud. Además, sugieren que las personas que son capaces de programar su actividad física en momentos específicos del día, como la noche, pueden experimentar beneficios significativos en términos de salud cardiovascular y longevidad.

¿Cómo se hizo el estudio?

La metodología empleada en este trabajo merece una atención especial. Los investigadores utilizaron un enfoque riguroso que implicaba el seguimiento de la actividad física aeróbica continua durante sesiones de tres minutos o más, abarcando una amplia gama de actividades, desde caminar rápido hasta realizar ejercicios estructurados o tareas domésticas intensas. Este enfoque objetivo y holístico aumenta la credibilidad de los hallazgos y proporciona una base sólida para las conclusiones del estudio.

Es importante destacar que la investigación incluyó a una muestra significativa de adultos mayores de 40 años, muchos de los cuales vivían con obesidad y diabetes tipo 2. Los participantes se clasificaron en actividad física de moderada a vigorosa (MVPA, por sus siglas en inglés) por la mañana, por la tarde y por la noche según cuándo realizaron la mayor parte de su MVPA aeróbico, medido con un acelerómetro de muñeca usado continuamente durante 24 horas al día durante 7 días al inicio del estudio.

Luego, el equipo vinculó los datos de salud (de los Servicios Nacionales de Salud y los Registros Nacionales de Escocia) para seguir la trayectoria de salud de los participantes durante 8 años. En ese período se registraron 1.425 muertes, 3.980 eventos cardiovasculares y 2.162 eventos de disfunción microvascular.

Para limitar el sesgo, se tuvieron en cuenta diferencias como la edad, el sexo, el tabaquismo, el consumo de alcohol, el consumo de frutas y verduras, el tiempo de sedentarismo, la MVPA total, la educación, el uso de medicamentos y la duración del sueño. También excluyeron a los participantes con enfermedades cardiovasculares y cáncer preexistentes. Así, los resultados obtenidos son aplicables y relevantes para una amplia gama de poblaciones, lo que aumenta aún más su impacto y relevancia en el ámbito de la salud pública.

Con todo, estos resultados subrayan la importancia de considerar el momento y la regularidad de la actividad física en la promoción de la salud cardiovascular y la prevención de la muerte súbita en personas con obesidad.


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María Ximena Perez

Periodista, docente e investigadora. Doctora en Comunicación.