La ciencia explica por qué la humanidad romperá el récord de esperanza de vida

Un nuevo estudio predice que la expectativa de vida aumentará casi cinco años para 2050. Oportunidades y desafíos para la salud global.

La promesa de una vida más larga redefine el futuro de la salud en todo el mundo. Crédito: Univisión.
La promesa de una vida más larga redefine el futuro de la salud en todo el mundo. Crédito: Univisión.

Imagínese un mundo donde vivir hasta los 80 años ya no sea una excepción sino la norma, donde la promesa de una vida larga y saludable esté al alcance de todos, sin importar su lugar de nacimiento. Esto, que alguna vez parecía inalcanzable, está cada vez más cerca de hacerse realidad.

Un estudio reciente elaborado por el Instituto de Medición y Evaluación de la Salud (IHME), al que la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes pudo acceder, proyecta un aumento significativo en la esperanza de vida mundial para 2050. El trabajo, publicado en la revista The Lancet, predice que en apenas unas décadas, la esperanza de vida global se incrementará en 4,9 años para los hombres y 4,2 años para las mujeres, alcanzando un promedio de 78,1 años. Sin embargo, esta proyección, aunque alentadora, también plantea desafíos.

El crecimiento no es un fenómeno aislado, sino el resultado de estrategias de salud pública más efectivas y un cambio en la carga de morbilidad de enfermedades transmisibles a no transmisibles. Patologías como el cáncer, la diabetes y problemas cardiovasculares están tomando protagonismo, y la capacidad para prevenir y tratar estas afecciones será crucial para mantener y mejorar esta tendencia positiva.

Mayor equidad y políticas públicas

Una de las conclusiones más esperanzadoras es la reducción de la disparidad en la esperanza de vida entre distintas regiones geográficas. Se espera que los mayores aumentos se den en áreas como el África subsahariana, lo que indica un avance significativo hacia una mayor equidad en salud global. No obstante, las desigualdades persisten y se debe continuar trabajando para asegurar que todos los individuos, sin importar su lugar de origen, tengan acceso a las mismas oportunidades de una vida larga y saludable.

Es evidente que las políticas públicas desempeñan un papel fundamental en este proceso. La prevención y mitigación de factores de riesgo como la obesidad, la hipertensión y el tabaquismo son esenciales. Estas condiciones, vinculadas a estilos de vida y comportamientos individuales, requieren intervenciones que promuevan hábitos saludables desde una edad temprana. La educación y la concienciación son herramientas que deben ser utilizadas para cambiar comportamientos y reducir la prevalencia de estos factores de riesgo.

Desafíos 

Sin embargo, no todo es optimismo. El trabajo también alerta sobre un aumento en los años vividos con discapacidad. Es decir, a medida que la esperanza de vida se extiende, más personas vivirán con condiciones crónicas que afectarán su calidad de vida. La carga de morbilidad está cambiando de años de vida perdidos a años vividos con discapacidad, lo que subraya la necesidad de mejorar no solo la cantidad, sino también la calidad de vida de las personas mayores.

En este contexto, es clave que los sistemas de salud se preparen para enfrentar nuevas realidades. La atención primaria debe fortalecerse para manejar eficazmente las enfermedades crónicas y proporcionar cuidados integrales y continuos. Además, hay que fomentar entornos que apoyen un envejecimiento saludable, promoviendo la actividad física, la alimentación equilibrada y el bienestar mental.

Con todo, el futuro de la esperanza de vida global es alentador, pero no se deben subestimar los desafíos que lo acompañan. La oportunidad de prolongar la vida y mejorar su calidad está al alcance, pero requiere un compromiso colectivo y una acción concertada.


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María Ximena Perez

Periodista, docente e investigadora. Doctora en Comunicación.