Magia para los oídos: exploran cómo crear ilusiones auditivas para personas ciegas
Un equipo de científicos trabaja para desarrollar trucos capaces de engañar a los oídos más incrédulos. Por qué podría ser la próxima tendencia en el arte de la ilusión.
Los magos siempre tuvieron la llave de lo imposible. Desde tiempos inmemoriales, estos expertos del engaño juegan con las mentes y los ojos, haciendo que lo increíble parezca real. Conejos que salen de sombreros, cartas que desaparecen en el aire, mujeres cortadas en dos sin una sola gota de sangre. Pero ahora, un grupo de científicos se pregunta algo que podría cambiar las reglas del juego: ¿es posible hacer magia que no dependa de lo que se ve, sino de lo que se oye?
En un mundo obsesionado con lo visual, un equipo de investigadores de la Universidad de Plymouth, Reino Unido, decidió abrir un camino que pocos habían transitado antes. Según un estudio que publicaron recientemente en Trends in Cognitive Sciences , al que la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes tuvo acceso, comenzaron a explorar la posibilidad de crear ilusiones auditivas, diseñadas específicamente para personas ciegas. El desafío: ¿puede el sonido ser tan sorprendente como la vista?
La magia, tal como se la conoce, está inevitablemente ligada a lo visual. Pero, ¿qué pasa con quienes no pueden ver esos trucos? Los científicos creen que el arte de la ilusión no debería estar reservado únicamente a quienes pueden ver. Por eso, están decididos a darle la vuelta al mundo de lo imposible. Y tienen razón. Las ilusiones auditivas, aunque existen, son poco exploradas en comparación con las visuales. ¿Acaso el ser humano no es tan sensible al engaño cuando viene por los oídos? ¿Por qué es tan visual?
La respuesta está en cómo se procesa la información. Los humanos son criaturas visuales por naturaleza. A lo largo de la evolución, confiaron en sus ojos para percibir el mundo que lo rodea, dejando relegado al sonido a un segundo plano. Y, claro, eso tiene un impacto en la magia. Cuando un mago engaña visualmente, el golpe es fuerte. Ver una ilusión, una desaparición, un objeto flotando en el aire, deja a todos boquiabiertos.
¿Puede el sonido ser mágico?
El problema es que los sonidos son efímeros, van y vienen en un instante. Al contrario de lo que se ve, el oído no tiene un “registro” tan claro de lo que acaba de pasar. “Si ves una trompeta, no decís ‘vi el sonido de una trompeta’, pero si escuchás una trompeta, sí decís ‘escuché el sonido'”, explica el trabajo. Esta distinción es clave: no se es tan consciente del acto de escuchar como sí del acto de ver.
Siguiendo esa línea, los investigadores llevan a cabo un proyecto innovador que trasciende el ámbito de un simple experimento científico; se trata de un verdadero desafío a la comunidad de magos. Su ambicioso objetivo es explorar la creación de ilusiones que se basan únicamente en el sonido, en lugar de las tradicionales cartas y varitas que caracterizan el arte de la magia. Este esfuerzo culminará el próximo mes con los resultados de una competencia única, en la que se invitó a magos de diferentes partes del mundo a dejar de lado sus herramientas visuales y deslumbrar al público únicamente a través de lo que se escucha.
Este concurso no solo es una prueba de habilidad para los participantes, sino también una apuesta por la inclusión y la accesibilidad en el mundo de la magia. Muchos espectadores son excluidos de disfrutar de los trucos visuales, ya sea por discapacidades visuales o por otras razones. Al centrarse en las ilusiones sonoras, el equipo de investigadores busca abrir las puertas de este arte a aquellos que, hasta ahora, no pudieron participar plenamente en la experiencia mágica.
Las expectativas son altas, y muchos consideran que se está al borde de un cambio radical en la percepción del ilusionismo. Esta nueva forma de magia tiene el potencial de redefinir lo que se entiende por asombro, desafiando las nociones convencionales del arte mágico.
Con todo, mientras se espera el desarrollo de esta innovadora forma de magia, se plantea una reflexión profunda: ¿qué es más importante para el asombro humano, lo que ve o lo que cree? Tal vez el truco más sorprendente no resida en lo que los ojos ven, sino en la capacidad de la mente para creer en lo que escucha.