
Según la Fundación Soberanía Sanitaria, el retiro de la OMS –y, por ende, de la Organización Panamericana de la Salud (OPS)– implicaría dejar de tener acceso a un fondo rotatorio que permite la compra de tecnologías e insumos sanitarios; así como también, la falta de apoyo a programas de enfermedades transmisibles y no transmisibles, salud mental, materno infantil y vacunas. Asimismo, las enfermedades raras o desatendidas, como el Chagas, quedarían abandonadas puesto que ya no se recibiría la colaboración técnica ni la donación de medicamentos.
Uno de los escasos argumentos que presentó el gobierno nacional para sustentar su decisión fue la gestión de la pandemia por parte de la OMS que “junto con el gobierno de Alberto Fernández llevaron a Argentina al encierro más largo de la historia de la humanidad”. En este sentido, la salida del organismo implicaría que, ante otra pandemia, el país no recibiría apoyo técnico, ni para compra de insumos y equipos, ni para la contratación de personal. Así, el vocero no mencionó, por ejemplo, el hecho de que la OMS utilizó en su momento el mecanismo Covax para enviar vacunas a los países de bajos ingresos ni la gestión del gobierno anterior para comprar dosis a las distintas empresas farmacéuticas.
Además, tal como detalla la Fundación Soberanía Sanitaria, laboratorios como el Malbrán o el Incucai quedarían aislados al perder el estatus de Centros Colaboradores y dejarían de trabajar con otros centros. Esto involucraría la pérdida del fortalecimiento de conocimientos y capacidades técnicas lo que mantiene al país en altos estándares de calidad y reconocimiento internacional.
Inclusive, si sucedieran desastres naturales u ocasionados por el hombre, el país no podría contar con el apoyo de unidades especializadas de emergencia ni con respuestas rápidas y logísticas de insumos en salud. Es decir, Argentina deberá organizarse de manera aislada para hacer frente a estas situaciones.