
-¿Cómo surgen las criptomonedas?
-Las criptomonedas nacen con la crisis de 2008 en Estados Unidos, centro financiero mundial. Ahí, los dos principales generadores de dinero, que son los bancos y el Estado, hicieron un montón de chanchullos. En ese contexto, algunos idealistas empezaron a pensar en una moneda por fuera de esas instituciones, que fuera desde abajo, más democrática y sin concentración de poder. Entre 2008 y 2009 apareció el proyecto Bitcoin, que fue creciendo y pasó de ser algo exótico a algo bastante común. De hecho, los grandes fondos de inversiones siempre sugieren poner 0.5 o 1 por ciento del fondo en alguna criptomoneda institucionalizada.
-Hace algunos años se escuchaba decir que el bitcoin era la moneda del futuro. ¿Hoy es la moneda del presente, un proyecto al que todavía le falta o qué es?
-La primera pregunta es saber si es una moneda. En algunos países se llama criptomoneda, pero en otros criptoactivos o activos virtuales. Moneda puede ser cualquier cosa, desde un papel hasta un número digital. Aunque todo puede ser dinero, tiene que cumplir funciones que las criptomonedas no cumplen. En principio, el dinero tiene que ser algo muy estable, y esto no lo es. Hasta el momento es un activo digital, no dinero. Cuando comprás una criptomoneda, no comprás nada en sí mismo, sino que detrás de eso hay una tecnología y una filosofía. En última instancia, lo que adquirís es creer que el bitcoin tiene cierto valor, pero no más que eso. Por ahora aparece como un activo especulativo.
-Más allá de la especulación financiera, las criptomonedas portaban una cuestión ética y filosófica que desafiaba al dinero tradicional. ¿Sigue siendo así?
-Siguen los utopistas. Hay gente que piensa que dentro del esquema bitcoin, por ejemplo, efectivamente hay una igualdad y un control que no necesita de actores específicos. No obstante, para entrar al mundo de las criptomonedas tenés pasar por plataformas de compra, venta o intercambio, que le pertenecen a empresas que tienen muchas interconexiones o directamente son compras de grandes jugadores financieros, como BlackRock (una empresa que tiene la mayoría de las acciones de las principales empresas de Occidente, y algunos especialistas afirman que controla el mundo).
-¿Entonces?
–Se tiende a una fusión o a una convergencia entre las criptomonedas, las billeteras virtuales y los bancos. Hasta hace un tiempo se trató de frenar el avance de las criptomonedas en todos los países. Sin embargo, ahora estamos en una segunda etapa donde está la posibilidad de que los bancos, las billeteras virtuales y las criptomonedas empiecen a trabajar en conjunto para que las cripto sean generadas desde las mismas corporaciones.
-Se puede trazar un paralelismo con internet, que venía a democratizar la comunicación y hoy está en pocas manos…
-Hay un proceso de concentración, pero no es lo mismo de siempre porque aparecen nuevos actores. Mercado Libre, sin ir más lejos, de repente con Mercado Pago empezó a tener mucho peso y ahora quiere ser un banco. Las criptomonedas entran en la discusión sobre esta nueva etapa de capitalismo tecnológico, donde hay una ruptura fuerte entre lo que era el neoliberalismo tradicional y esto que comienza con la pandemia. A partir de ese momento, la gente empieza a trabajar mucho más en las plataformas, que imponen nuevas dinámicas y quieren plantear una nueva forma de Estado.

Argentina, un tubo de ensayo
-¿Qué análisis le merece el caso Libra?
-Para el capitalismo tecnológico somos un territorio de experimento. Milei no se mandó una macana y no se trata solo de un caso de mera corrupción o estafa, sino que él y otras personas como Elon Musk tienen un proyecto, que es reemplazar el dinero estatal o el dinero bancario por otro tipo más vinculado al capitalismo tecnológico. Así como Facebook quiso lanzar su criptomoneda, todas las empresas tecnológicas están viendo cómo cambiar la forma que tiene el dinero. El objetivo es desplazar a los bancos tradicionales de todo esto, o al menos empezar a disputar y negociar en este aspecto.
-¿Qué querían hacer con esta “moneda”?
-Con Libra pensaban introducir a las cripto en la competencia entre monedas para financiar la economía local. Es algo mucho más profundo de lo que se dijo en su momento y es parte de la disputa que tenemos ahora. Milei es un poco como Martínez de Hoz (uno de los primeros economistas en llevar a cabo políticas neoliberales en el mundo) y Argentina se está convirtiendo en un tubo de ensayo de lo que podría ser el futuro de una nueva etapa de la economía capitalista. Más allá de la estafa, Libra era parte de un proyecto más grande que hasta el momento terminó en la nada.
-Les salió mal el experimento…